Estudiar en el extranjero te puede convertir en un mejor candidato (si sabes cómo)

Según los últimos datos recogidos por la Comisión Europea, 37.235 universitarios españoles disfrutaron de una beca Erasmus en el curso 2013/2014, lo que pone a España a la cabeza de los países europeos. Para que luego digan. ¡España a la cabeza de algo bueno! Y no nos quedamos ahí, también somos el país que más estudiantes Erasmus recibe. Y van dos. Y como no hay dos sin tres, según cifras de NAFSA (2016), también somos el tercer destino más popular para los estadounidenses que vienen a estudiar a Europa. Parece que la cosa se mueve.

Personalmente, mi interés por otras culturas viene de lejos; la primera vez que salí a estudiar fuera tenía diez años. Y fue toda una experiencia, la verdad; aunque en aquel momento no fuera consciente del impacto que tendría en mi vida. De los 18 años que llevo trabajando en esta casa, más de diez los he dedicado a nuestros queridos “guiris” del Centro de Estudios Hispánicos y, entre otras cosas, he reflexionado mucho sobre interculturalidad, globalización y las consecuencias que tienen estos programas de estudio en el extranjero para aquellos que se embarcan en esta aventura.

Una de las clases que imparto varias veces todos los cursos académicos, Español para la empresa, es mi mayor fuente de información a este respecto. Puesto que los estudiantes que se suelen matricular en este curso son, en su mayoría, norteamericanos, intento tratar los contenidos desde un enfoque práctico. Quiero que tengan la sensación, al final del curso, de que lo que han aprendido lo podrán aplicar en su futuro profesional.

Por eso, al final del curso me gustaba invitarles a reflexionar sobre cómo había ido su experiencia en Madrid, qué diferencias culturales habían observado y cómo habían intentado adaptarse a ellas, qué momentos memorables recordarían para siempre… lo típico. Qué buena idea, ¿verdad? Pues a lo mejor no tanto a tenor de las respuestas que empecé a recibir: que si en España se puede beber cerveza en McDonalds, que si los españoles tienen una disposición genética para sobrevivir con pocas horas de sueño, que si se puede ir a discotecas todas las noches y volver a casa a la hora del desayuno, que los horarios de las comidas son terribles. ¿En serio? ¿Realmente se quedaban con eso después de pasar un semestre (e incluso hasta un año) en Madrid? Y extrapolando mi sorpresa esto al mundo profesional, ¿es eso lo que se espera oír de un candidato en una entrevista de trabajo?

Si esto es lo que transmiten los estudiantes de sus estancias en otros países, no es de extrañar, entonces, que muchos empresarios vean estas experiencias como turismo académico más que como un complemento a la formación y el desarrollo. Poner en el currículum que se ha estudiado en otro país ya no parece suficiente, habría que ayudarles a reflexionar y articular cómo esa experiencia en el extranjero puede beneficiar a sus potenciales empleadores y cómo les convierte en candidatos valiosos para el mundo profesional. Entender las habilidades que han desarrollado o mejorado e identificar aquellas en las que una empresa podría estar más interesada es la clave.

En líneas generales, esta reflexión sobre la estancia en el extranjero debería centrarse en dos aspectos fundamentales: el efecto en uno mismo y en la relación con el otro. Por un lado, habría que guiar a nuestros alumnos en la introspección y ayudarles a entender cómo han cambiado porque, aunque en un principio no se den cuenta, vivir en otro país te cambia. Se desarrollan habilidades, se aprenden cosas nuevas en clase y, en muchos casos, hasta se mejora la competencia lingüística en otro idioma. Y por otro lado, tienen que entender cómo se ha modificado su forma de relacionarse con otros y de entender el mundo. Sumergirse en otra cultura, lejos de nuestra familia y amigos, nos obliga a salir fuera de nuestra zona de confort. Hay que empezar de cero, hacer nuevos contactos, relacionarse con gente nueva, compartir piso…

La pregunta es, ¿cómo hacemos esto? En primer lugar, nuestros alumnos deberían revisar sus experiencias y encontrar ejemplos concretos que demuestren cómo han perfeccionado o desarrollado esas cualidades que se esperan de ellos. Siempre, por supuesto, enmarcando esas historias en un contexto profesional. Vamos, nada de cervezas de McDonalds. Además, tienen que resaltar todo lo que aprendieron y cómo eso puede ser útil para el puesto que soliciten. Todo ello desde una perspectiva positiva, centrándose en los éxitos y los logros.

Para verlo más claro, comparto aquí algunos ejemplos de los que uso en clase basados en la encuesta anual Job Outlook en la que NACE (National Association of Colleges and Employers) enumera las habilidades que los empleadores priman en sus candidatos.

  • Habilidad para trabajar en equipo. Esto englobaría la capacidad de respetar y trabajar de forma efectiva en sistemas con valores diferentes a los propios así como de interactuar en marcos culturales distintos y de adaptarse a esas diferencias en la realidad de las microsociedades en las que han participado. ¿Qué proyectos has desarrollado con tus compañeros de clase?, ¿qué medios tecnológicos usaste para esa comunicación?, ¿cómo ha sido la relación con esos compañeros?, ¿has formado parte de algún equipo deportivo o asociación estudiantil?
  • Habilidades interpersonales. Tener una personalidad abierta y tacto en las relaciones son cualidades altamente valoradas. ¿Has conocido gente nueva?, ¿en qué circunstancias?, ¿vivías con una familia local, compartías piso con otros estudiantes internacionales?, ¿cómo era la convivencia?, ¿has hecho contactos que pueden servirte en un futuro profesional?
  • Flexibilidad y adaptabilidad. Puede que nuestros alumnos de hoy acaben desempeñando tareas o empleos para los que no han sido específicamente preparados; principalmente porque todavía no existen. Por tanto, como no les podemos enseñar todo deberíamos dotarles de las herramientas que les permitan seguir aprendiendo a lo largo de su vida y adaptarse a los cambios que se sucedan aplicando conceptos familiares a situaciones nuevas. ¿Qué tradiciones o costumbres del país de acogida incorporaste a tu vida?, ¿cómo te enfrentaste a asignaturas y contenidos impartidos en otro idioma o mediante un sistema distinto al que estabas acostumbrado?, ¿hacia qué aspectos de la otra cultura te volviste más tolerante?
  • Habilidades organizativas y de planificación estratégica. Sorpresa, si no haces la compra la nevera acabará haciendo eco y si nadie limpia el piso las pelusas (y otros seres no identificados) se harán con el poder. ¿Cómo gestionaste tu tiempo?, ¿y el dinero?, ¿a qué gastos dabas prioridad?, ¿qué hacías un día normal?, ¿cómo planificabas tu tiempo de estudio: usabas agenda, calendario…?
  • Toma de riesgos e iniciativa. En una cultura diferente todo (o casi todo) es nuevo y lo nuevo, a veces, asusta. Atreverse a hacer cosas por primera vez, meditar esas decisiones, medir sus consecuencias y llevarlas a cabo marca la diferencia entre el líder y el seguidor. ¿Qué decisiones importantes has tenido que tomar?, ¿cómo lo hiciste?, ¿cómo afectaron al resto de tu estancia?, ¿en qué momentos tomaste la iniciativa (en un trabajo de clase, en la organización de un viaje…)?
  • Creatividad y habilidades para resolver conflictos. Vivir fuera del país no siempre trae consigo experiencias positivas, también surgen obstáculos que pueden empañar la experiencia. Lo importante no es no tener problemas sino saber resolverlos cuando llegan. ¿Cómo gestionaste los problemas de convivencia con tus compañeros de piso?, ¿cómo hiciste al final ese trabajo en grupo para la clase?, ¿cómo resolvías tus deficiencias lingüísticas?, ¿sufriste algún malentendido?

En fin, estos son solo algunos ejemplos que servirían para ayudar a nuestros alumnos a analizar su estancia en el extranjero y aprender a comunicarla de forma que esa empresa para la que quieren trabajar se interese en ellos como candidatos globales, de mente abierta y preparados para entender el mundo desde otras perspectivas y enfoques.

 

Alicia de la Peña

Alicia de la Peña

Profesora del Centro de Estudios Hispánicos

 

1 COMENTARIO: “Estudiar en el extranjero te puede convertir en un mejor candidato (si sabes cómo)

  1. ¡¡Gracias Alicia!! Me ha gustado mucho tu post y la idea de que en las estancias Erasmus, no solo se aprende un idioma, se transforma tu forma de ver el mundo y aprendes a relacionarte con los demás, tan importante en un mundo globalizado como en el que vivimos.

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