Curso e-Teacher: aprendiendo a soñar

Autora: Saida Santana Mahmut

 

Trabajar la humildad y empatía en mi carrera docente me ayuda a entender porqué y para qué doy clases. Reconozco que no siempre es una tarea fácil y por eso, cualquier oportunidad de aprendizaje que se me presenta, me parece una excelente ocasión para recuperar a «mi niña” y sus ganas de aprender y ponerme en los zapatos del alumnado.

 

En este caso la oferta de Global Campus Nebrija era sugerente y práctica para mí: “curso de e-Teacher”. Debido a los desplazamientos geográficos que requiere mi carrera artística siempre pensé que la opción online sería el lazo que jamás me desvincularía de la Universidad estuviera donde estuviera. Ante mí se materializaba la primera ventaja de este curso. Me conformaba con aprender la metodología propia de un curso online. No sabía entonces la gran lista de beneficios que se irían sumando a lo largo de las 12 semanas que duraría el curso. Además de lo expuesto anteriormente, otro de mis grandes intereses estaba puesto en el uso del Blackboard, una plataforma que estaba infrautilizando y que sabía que el curso me forzaría a sacarle el máximo provecho. Un poco de “caña” me venía muy bien.

 

Si el objetivo de partida de Global Campus era “conjugar el conocimiento académico con las competencias técnicas y metodológicas necesarias para lograr que la experiencia de los alumnos fuera excelente”, sin duda lo lograron con creces. Enhorabuena.

 

En las siguientes líneas más que hablar del contenido o la estructura del curso (esta información la tenéis muy bien explicada aquí) , voy a centrarme en mi experiencia personal. En mi caso, al inicio del curso, me veía más capacitada para concebir una idea o estructura de curso online que a usar los recursos técnicos que éste ponía a mi alcance. Os confieso que en cuanto las clases comenzaron a tener un cariz tecnológico a mí se me nubló la vista y casi preparo mi carta de renuncia. Además veía el nivel que aportaban mis compañeros en los foros y yo pensaba que no estaba a la altura y que pronto se darían cuenta de mi “intrusismo”. Pero algo había en el contenido y estructura de este curso que lo iba haciendo “adictivo”. Y esto nos ocurría a todos. A cada reto cumplido, cada herramienta asimilada, me iba entrando una especie de euforia que me impulsaba al siguiente paso. Entonces pensaba:“si he sido capaz de grabar un vídeo y editarlo en I Movie y subirlo a Kaltura, ¿cómo no voy a ser capaz ahora de usar Titan Pad, por ejemplo?”. Y así, poco a poco, fui escalando la cima de una montaña que el primer día veía inalcanzable.

 

La lista de beneficios concretos y tangibles de este curso es larga (desde el aprendizaje de herramientas útiles como la elaboración y utilización de la rúbrica, realización de vídeo píldoras, vídeo comentarios, vídeo demostraciones, manejo de programas, herramientas, diseño del storyboard del curso, user persona, propuesta de valor, o la creación de un portafolio completo, por mencionar algunas), pero la que más destaco es que aprender a ser profesora online ha enriquecido a la profesora presencial. Este curso académico he puesto en práctica lo aprendido y he compartido y añadido a las clases parte de este aprendizaje.

 

Ahora, una vez conseguido el reto, parece que fue todo un camino de rosas pero no lo fue. Y hubo un responsable directo en todo ello, alguien que no nos dejaba tirar la toalla y que nos hacía transformar la dificultad en reto a la vez que nos reconocía. Justo Hidalgo, nuestro cheerleader, tuvo una paciencia infinita contestando a cada comentario por largo o breve que fuera y, sobre todo, nos hacía sentir acompañados en este complejo mundo virtual. Cual mago iba sacando de su chistera lo inimaginable para crear expectación y misterio a partes iguales. Confieso que a veces el “truco” que salía de la chistera me provocaba una auténtica revolución y me dejaba días luchando con la herramienta.

 

Otro valor añadido del curso y parte responsable de que yo quisiera alcanzar la cima fueron los compañeros, generosos y talentosos, con los que he tenido la suerte de compartir estas clases. Con ellos podía ser yo misma y confesar mis torpezas porque estaban siempre para echarme una mano.

 

Y esta es mi historia. Así fue como poco a poco esa meta que parecía inalcanzable, esa cima lejana, se fue acercando y tangibilizando hasta que llegó un día en el que me convertí en e-Teacher. Y estando ya en lo alto de la cima miré a mi alrededor y vi que no estaba sola, me acompañaban mis compañeros de viaje.   Entonces sentí algo muy parecido a lo que deben sentir los alpinistas cuando llegan a la cumbre, “de nada sirve llegar tan alto si llegas solo”.  Compartir con mis compañeros este logro ha sido un regalo, compartirlo con mis alumnos en este bonito oficio de enseñar, todo un privilegio. Gracias.

 

Saida Santana Mahmut

Profesora asociada de la Facultad de Comunicación y el Instituto Nebrija de Competencias Profesionales

Actriz, guionista-periodista, coach

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