Preparándome para un nuevo curso

Autora: Susana Martín Leralta

 

Mi andadura en el eLearning comenzó pareja a mi andadura en Nebrija, hace ya casi diez años, con la coordinación y docencia en el Máster semipresencial de lingüística aplicada a la enseñanza de ELE. En esa época no teníamos aún la suerte de contar con un departamento como GCN para formarnos y darnos apoyo en las incidencias que surgían, así es que aprendí a manejar Dokeos (nuestra antigua plataforma) trasteando mucho y acribillando a tickets a los compañeros de Servicios Informáticos (gracias, querido Daniel M.), que atendían mis no siempre inteligentes consultas con tanta diligencia como resignación, me temo. Pero, sin duda y sobre todo, aprendí gracias a los estudiantes, que probaban todo tipo de actividades que yo proponía y me retroalimentaban sobre ellas.

Enseguida me di cuenta de que, en el caso de mi disciplina, la formación online cobraba una relevancia particular por dos razones: mi programa estaba orientado a un público eminentemente internacional (quizá por eso los primeros programas online de Nebrija fueron los de profesores de español), que residía fuera o pretendía hacerlo gracias a nuestro Máster, y estaba destinado a la formación de profesores, con lo que la metodología era doblemente importante, pues mis estudiantes no solo aprendían los contenidos, sino que, de manera transversal, nuestra manera de enseñar calaría inevitablemente en su forma de dar clase. De hecho, en aquella primera etapa era frecuente encontrar alumnos con más dificultad o reticencia a la hora de manejar los recursos de la plataforma, que se convencían rápidamente de que uno de los valores añadidos de cursar un Máster semipresencial era que se estaban formando, de manera adicional, en la enseñanza en línea gracias a su experiencia como alumnos en esta modalidad.

Me sorprendió constatar que el perfil del estudiante en línea es diferente del presencial, tiene unas expectativas distintas sobre los roles de los agentes implicados en el proceso de aprendizaje,  una proactividad mayor para buscar y compartir información y conocimiento, una gestión del tiempo diferente (lo que se traduce en mayor exigencia en cuanto a ciertos aspectos de la gestión de la enseñanza), unas necesidades metodológicas particulares derivadas del entorno virtual de aprendizaje y que requieren el diseño e implementación de actividades con dinámicas diversas y específicas para este entorno, una curiosidad habitualmente mayor por los puntos de vista ajenos y, lo más importante, la necesidad de una interacción cercana que genere esa complicidad tan provechosa e imprescindible para aprender de manera significativa.

Quizá por eso lo que más me enganchó desde el principio fueron las herramientas de interacción y, especialmente, las videoconferencias. Dar los buenos días desde Madrid y escuchar buenas tardes y buenas noches con diferentes acentos y desde diversos lugares del mundo es una manera privilegiada de comenzar una clase para (futuros) profesores de ELE.

En mi entusiasmo por las interacciones en la plataforma incluso me atreví a presentar una comunicación en un Congreso sobre el uso de los foros en la formación de docentes. Cuál fue mi sorpresa cuando del análisis de mis foros deduje que tal interacción no era más que una respuesta unidireccional para mí, sin entrar en auténtico debate para la construcción conjunta del conocimiento. Creo que fue en ese momento cuando empecé a reflexionar sobre las estrategias docentes para la formación en línea, a leer y, poco después, a formarme gracias a los cursos de GCN.

Mi manera de plantear las actividades, gestionar el trabajo en grupos, facilitar la colaboración entre los estudiantes y propiciar experiencias de aprendizaje han cambiado muchísimo pero aún me queda un largo camino por recorrer, porque la los avances en la investigación en metodología online hacen imprescindible la formación constante.

El enriquecimiento que supone enseñar en línea se debe, en gran medida, a la atención tan intensa que requiere al docente, al contacto continuo con el alumnado para que no se pierda la humanidad del proceso de enseñanza/aprendizaje, a la satisfacción de ver que es posible generar oportunidades de aprendizaje de tanta calidad salvando diferencias horarias, locales, de accesibilidad y de cualquier otra índole que puedan surgir.

Ahora toca preparar las clases del Máster que comenzará en octubre, dándole una vuelta a lo que no funcionó la vez anterior, probando alguna herramienta nueva y deseando que llegue la primera videoconferencia para confirmar que el gusanillo sigue ahí, que el éxito del eLearning, en realidad, reside en lograr que todos nos sintamos partícipes del proceso de aprendizaje y conectados como personas más allá de nuestras pantallas.

 

Susana Martín Leralta

Decana de la Facultad de Lenguas y Educación

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