Universidad Nebrija

revista.la@nebrija.es | ISSN 1699-6569 | Publicación semestral

A vueltas con la selección de “centros de interés” en los estudios de disponibilidad léxica: para una propuesta renovadora a propósito de la disponibilidad léxica en ELE
On selection of the "centers of interest" in classical studies lexical availability applied to Spanish as a foreign language
Florentino Paredes García
Universidad de Alcalá (España)
florentino.paredes@uah.es
RESUMEN

Este artículo reflexiona acerca de los “centros de interés” tradicionalmente empleados en los estudios de disponibilidad léxica y propone que en las nuevas investigaciones en este ámbito se adopten criterios que permitan, por una parte, mantener la continuidad con los estudios anteriores y, por otra, incluir nuevos temas o estímulos que permitan conocer otro tipo de léxico disponible.

Palabras clave: disponibilidad léxica, lexicología, metodología de la investigación

ABSTRACT

This paper reflects on the “centers of interest” traditionally used in lexical availability studies and proposes that the new research in this area there should be adopted criteria that allow that allow to support, on the one hand, continuity with previous studies and, on the another one, to include subjects or stimuli that allow to know other lexical available.

Keywords: lexical availability, toxicology, research methodology.

 

Fecha de recepción: 8 enero de 2014

Fecha de aceptación: 1 febrero2014




El desarrollo experimentado durante las tres últimas décadas por las investigaciones sobre disponibilidad léxica de hablantes de lengua materna (véanse Samper, Bellón y Samper 2003, Samper y Samper 2006, Paredes 2012) ha tenido su correlato en el incremento que en los últimos quince o veinte años han ido adquiriendo los proyectos para conocer el léxico disponible en segundas lenguas (Carcedo 2000, Samper Hernández 2000 y 2001, Jing 2006, Frey Pereira 2006, López Rivero 2008, Fernández-Merino 2010, Gallego Gallego 2011, Sánchez-Sauz 2011, además del trabajo de González Fernández contenido en este volumen). Por regla general esta nueva orientación de la disponibilidad léxica se ha amoldado a los criterios metodológicos de la línea original y utiliza el mismo tipo de encuesta y mantiene prácticamente intactos los mismos núcleos temáticos o “centros de interés” que sirven de estímulo para la producción léxica de los encuestados1.

El problema que plantea el artículo de González Fernández (en este volumen) acerca de la idoneidad de los centros de interés en los estudios de disponibilidad ha sido un asunto muy debatido y, de hecho, en casi todos los trabajos, sean de lengua materna, sean de segundas lenguas, se dedica algún apartado a la reflexión crítica sobre la pertinencia de los centros de interés tenidos en cuenta. En este mismo sentido, desde dentro y desde fuera de los estudios de disponibilidad han sido muchas las voces han sugerido la necesidad de introducir cambios profundos en las investigaciones sucesivas, si bien esas iniciativas no se han traducido hasta hoy en propuestas comunes y asumidas por todos.

Las consideraciones críticas se han centrado especialmente en dos asuntos: la cantidad de núcleos temáticos que deberían ser tomados en cuenta y en sus características (Bartol Hernández 2010: 104; Moreno Fernández 2011). No parece necesario insistir en que los elementos que se han de ser tenidos en cuenta en una investigación deben venir determinados por los objetivos de la misma y por las características del objeto estudiado. El problema, pues, debe vincularse con los fines que se persiguen y habría que plantearse si deben ser los mismos en los estudios de disponibilidad en lengua materna y en los que se dedican a recoger el léxico disponible de estudiantes de segundas lenguas.


1. La cantidad de centros de interés

El proyecto inicial de disponibilidad léxica, surgido en Francia con el objetivo de conocer el léxico que debía enseñarse a los aprendices de francés como segunda lengua, elaboró una prueba que constaba de 16 áreas temáticas, o “centros de interés” según la denominación que usaron los autores (Gougengeim, Michéa, Rives y Sauvageot, 1964), que pretendía cumplir los requisitos de universalidad y coherencia, esto es, cubrir las principales áreas temáticas que podrían interesar a cualquier individuo, independientemente de su condición o situación, y tener el grado de coherencia necesario para servir de estímulo asociativo para los encuestados. Si el criterio de coherencia ha sido poco discutido –solo se ha señalado la diferencia entre centros a la hora de evocar palabras–, mucho más debate ha suscitado el carácter universal de los centros seleccionados.2 Evidentemente los temas propuestos por los investigadores galos puedan suscitar el interés de cualquier persona, pero no está tan claro que sean esos asuntos los que más interés susciten. Mackey (1971) fue el primero en poner en duda la supuesta universalidad de la propuesta, ya que los intereses humanos están relacionados con factores diversos, como la edad, la profesión, el nivel educativo de las personas, etc. En un sentido más amplio, López Morales (1999: 33) se pregunta si sería posible encasillar todos los intereses humanos en unos cuantos centros de interés y qué número de ellos debería tener en cuenta una investigación que pretendiese ser exhaustiva.

El número de núcleos temáticos que se han manejado oscila entre los 22 utilizados por Mackey (1971) en su estudio sobre y los 6 que maneja Cañizal Arévalo (1897) o Vargas Sandoval (1991). El Proyecto Panhispánico de Disponibilidad Léxica se mantiene fiel a la propuesta inicial y utiliza 16 centros de interés3, si bien los investigadores pueden añadir otras áreas temáticas según sus intereses (Samper, Bellón y Samper 2003, Samper y Samper 2006, Paredes 2011).

Uno de los requisitos básicos que se le exigen a cualquier prueba es la de la viabilidad. Las encuestas de disponibilidad léxica, tal como suele plantearse en el proyecto panhispánico dura aproximadamente una hora, por lo que ampliar el número de centros de interés podría tener el efecto contraproducente de convertir en inviable la prueba o hacer que los sujetos encuestados pierdan el interés por ella. Esto vale, claro, tanto para los estudios de lengua materna como para los de segundas lenguas.


2. Las características de los centros de interés

Las características de las áreas temáticas elegidas es otro aspecto que ha suscitado debate, y sin duda resulta de mayor interés que el anterior. Conviene recalcar las innegables las ventajas de manejar un conjunto común de áreas temáticas ya que esa coincidencia metodológica en las investigaciones es la principal responsable del notable desarrollo de esta línea de investigación en el ámbito hispano. Las posibilidades de uso de los datos, las comparaciones y los análisis desde diversas perspectivas se han multiplicado gracias a que los temas investigados son compartidos en las investigaciones, mientras que los datos provenientes de áreas temáticas exclusivas de un territorio por lo general no han tenido más utilidad que la que le hayan sacado los propios autores. A las posibilidades de comparación entre sintopías que ofrece el empleo de estímulos asociativos idénticos4 se añaden las de la posibilidad de contrastar datos de distintas sincronías, como bien ha mostrado Alba (2013), quien ha vuelto a realizar en 2008 la misma encuesta que realizó en 1990 en la República Dominicana. El contraste entre ambos estudios le permite al autor observar el cambio lingüístico en tiempo real y analizar las tendencias de evolución del léxico que se han mostrado en el tiempo transcurrido. Entre las conclusiones de este estudio, el autor encuentra ha podido demostrar, junto al esperable conocimiento de las palabras que se han incorporado o han desaparecido en el léxico de los estudiantes dominicanos, que ciertas unidades han variado significativamente su grado de disponibilidad, ­y no solo en los centros de interés más sensibles a los cambios, como pueden ser el de la ropa o los juegos. Esta observación en dos momentos cronológicos sucesivos nos permite tener una perspectiva cuantitativa para entender el proceso de cambio léxico, que posiblemente sea el modo más eficaz de analizar este proceso.

Los éxitos de los estudios no ocultan algunas carencias de la metodología seguida y, en lo que ahora nos atañe, se ha señalado repetidamente que las características de la encuesta priman la aparición de sustantivos y, en particular, los de carácter concreto, en detrimento de otras categorías verbales (Borrego Nieto 2004). Los investigadores han tratado de paliar estas carencias incorporando núcleos temáticos que permitiesen registrar otro tipo de vocabulario. Para incorporar léxico abstracto, Cañizal Arévalo (1987) incluye “Defectos físicos y morales”; Vargas Sandoval (1991) añade “Sentimiento”, Valencia y Echeverría (1998 y 1999) utilizan La política”, “Ciencia y tecnología”, “Mundo espiritual”, “Procesos mentales” y “Problemas de ambiente”; Hernández (2004) incorpora “La inteligencia”, Prado, Galloso y Vázquez (2006) incluyen “La salud” y Paredes, Guerra y Gómez (en prensa) han añadido “Sensaciones y sentimientos”. La presencia de verbos5se ha buscado incorporando campos nocionales como “Acciones y actividades habituales” (Sánchez-Sauz 2011), mientras que para favorecer la presencia de adjetivos se ha empleado “Aspectos físicos y de carácter” (Sánchez-Sauz 2011) o “Adjetivos” (Paredes, Guerra y Gómez en prensa)6, además de la incorporación de “Los colores” en buena parte de los estudios.

La valoración general de estas innovaciones podemos considerarla como satisfactoria –a pesar de que no han sido posibles las comparaciones interdialectales–, sobre todo porque ha permitido hacer aflorar datos, opacos para las investigaciones anteriores, acerca de un tipo de léxico que es también temático. La incorporación de este tipo centros de interés, por otra parte, permite un conocimiento mucho más ajustado sobre la organización de las categorías lingüísticas y sobre los procedimientos de actualización de las unidades léxicas7.

La productividad es otro de los criterios que podemos servirnos para determinar qué tipo de centros de interés deberían incluirse en los listados. Los estudios demuestran que hay núcleos temáticos en los que los sujetos sistemáticamente producen más unidades léxicas. Samper, Bellón y Samper (2003: 58-59), tras su exhaustiva revisión de las investigaciones del mundo hispano, clasifican en tres grupos los centros de interés en función del número de palabras que los sujetos han sido capaces de anotar en ellos. Entre los más productivos están núcleos temáticos como “Los animales” o “Alimentos y bebidas”, que son capaces de evocar entre 24 y 30 palabras en cada hablante, mientras que otros temas, como “Trabajos del campo y del jardín” e “Iluminación, calefacción y medios de airear un recinto”, no superan las 14 palabras de media en ningún grupo8, lo que los autores explican por ser ámbitos con los que los informantes están poco o nada familiarizados.

En el ámbito de segundas lenguas, sin embargo, para la determinación del número de centros de interés no puede aplicarse mecánicamente el criterio cuantitativo en el número de respuestas obtenidas en el caso de los estudiantes de ELE, pues precisamente lo que interesa es conocer las carencias de los alumnos, que se evidencian en la comparación de sus producciones con las de los hablantes nativos. González Fernández (en este volumen) nos proporciona datos de gran interés acerca de la ausencia de respuestas en diferentes centros de interés, que muestran las lagunas cognitivas que esos sujetos presentan y que parecen abocar a la necesidad de una actuación didáctica que subsane las deficiencias. Pero hay que tener presente que la ausencia de una determinada unidad léxica en los listados no siempre tiene como causa el desconocimiento, sino que pueden intervenir otros factores, como el hecho de que en la actualización de unidades el sujeto haya seguido líneas asociativas divergentes que hayan impedido la actualización (piénsese, por ejemplo, en la diversidad de líneas asociativas que puede presentar un centro de interés como “el campo” o “la ciudad”), la falta de tiempo para anotar todo el caudal léxico realmente conocido o incluso la desidia o el desinterés por la prueba, ya sea por cansancio, ya sea por otros motivos.

Por último, debería buscarse una encuesta que lograse mayor homogeneidad entre los núcleos temáticos que se toman como estímulo. Borrego Nieto (2004: 67) o Hernández Muñoz (2006: 148) han señalado la falta de este criterio en la encuesta actual, lo que hace que algunos enunciados funcionen como hiperónimo de las unidades léxicas, como sucede con “Animales”, “La ropa” o “Los animales”, mientras que otros tienen un carácter mucho más abierto, como sucede con “El campo” o “La ciudad”. Este distinto carácter incide en el gado de estructuración de las unidades que se incluyen en casa caso y, en consecuencia, en la mayor o menor coincidencia entre las palabras anotadas por los sujetos, además de en la cantidad de voces.


Hacia una propuesta renovadora

¿Les ha llegado a los estudios de disponibilidad la hora de renovarse? La respuesta creemos que ha de ser afirmativa. Desde el punto de vista geográfico, en España los estudios en lengua materna han cubierto completamente el territorio y en Hispanoamérica también es muy extensa el área estudiada, por lo que las líneas de desarrollo, estudios comparativos o de síntesis aparte, han de avanzar mediante la ampliación de los ámbitos léxicos estudiados. Es hora, por tanto de ampliar horizontes.

Si consideramos que el objetivo didáctico sigue siendo un objetivo principal, sobre todo en los estudios aplicados a segundas lenguas, tiene todo el sentido que en las investigaciones se mantengan los mismos centros de interés que en los de lengua materna, pues solo el contraste entre estos dos tipos de informaciones permitirá realmente analizar la situación léxica de los realidad y adoptar decisiones. Pero parece también claro la disponibilidad léxica de un individuo no está restringida a los 16 centros citados –ni tan siquiera que esos sean los más importantes para los aprendices– y que tan importante como conocer el léxico conocido en esos ámbitos es el de otras esferas de la vida cotidiana. Por ello, resultaría importante incorporar ámbitos que permitan el conocimiento de otras parcelas léxicas. Ya hay algunas propuestas en este sentido, como las de Bombarelli (2005), Bartol Hernández (2010) o Sánchez-Sauz (2011), que abogan por una mayor consonancia con las indicaciones contenidas en el MCER (Consejo de Europa 2001) en relación con la enseñanza del léxico. Siguiendo esta misma línea, para el ámbito del español podrían usarse como referencia las “nociones específicas” que se toman en consideración en el PCIC (Instituto Cervantes 2006)9. Tanto una como otra obras de referencia para la enseñanza tienen la ventaja de tener muchos puntos en común con las áreas temáticas del proyecto inicial de disponibilidad léxica.

La renovación de la los estudios de disponibilidad léxica en lengua materna y en segundas lenguas debe abrirse a un debate que busque criterios compartidos a partir de la premisa de que la nueva propuesta no ha de anular ni siquiera disminuir las posibilidades de los estudios previos, sino que los ha de potenciar y dar nuevo impulso. En ese debate, parece razonable pensar que algunos centros de interés tradicionales muy productivos, como “Animales”, “Alimentos y bebidas” o “Partes del cuerpo”, como otros de significado también básico, como “La ropa”, “Profesiones y oficios” o “Medios de transporte” deben conservarse, mientras que los menos productivos, como “Trabajos del campo y del jardín” e “Iluminación, calefacción y medios de airear un recinto”, parecen candidatos idóneos a ser excluidos de las encuestas. En el lugar de los sustituidos deberían entrar ámbitos que permitan la recogida de unidades léxicas de diferentes características léxicas, en concreto diferentes categorías gramaticales (adjetivos y verbos) y léxico abstracto.

 

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