Nuestra NEBRIJA 28 - Enero 2019

35 con un equipo de doctores a su completa disposición como pasa con House. El día a día de los profesionales de la sa- lud (los de verdad) dista mucho de lo que se ve en estas se- ries. Además, existe un peligro cuando nos dejamos influir por estos contenidos audiovisuales y consideramos que así es la atención sanitaria. Dentro de estos prejuicios se encuentra el considerar que el objetivo del personal sanitario estriba en curar enfermedades. Para empezar, la mayor parte de las patologías no se curan, se controlan. Albert Llovel, médi- co, escritor y enfermo, decía: “Yo ya acepto que no me van a curar, pero me costaría aceptar que no me van a cuidar”. El cui- dado de los pacientes parece ser un aspecto mucho más re- levante que el curarles, pero de ello nunca se habla. Para poder cuidar con calidad hay que ser un profesional de la salud em- pático, compasivo, que irradie confianza… Otro gran peligro que se desprende de la cultura bioética es la deshumanización de la atención sanitaria al ver en el paciente una patología, en lugar de considerarle una per- sona cuya dignidad está por en- cima de su condición socioeco- nómica o cultural. En palabras de Edmund Pellegrino: “Para curar a otra persona debemos comprender cómo la enferme- dad lesiona su humanidad”. En la actualidad se está ha- ciendo un enorme esfuerzo por humanizar de nuevo la salud. Sin embargo, para ello es fun- damental llevar el conocimiento de las humanidades a la forma- ción de los estudiantes de cien- cias de la salud. Mostrar que no todo se trata de saber poner una vía, administrar un fármaco o diagnosticar una patología, es decir, de una formación téc- nica. Es cierto que en los ac- tuales programas universitarios existe una atención relativa a asignaturas como psicología, antropología de la salud, co- municación sanitario-paciente e, incluso, la bioética ha ido entrando en los planes de estu- dio. No obstante, hay una mar- ginación de disciplinas como la literatura, la historia y la filoso- fía (enfocadas a la salud) que podrían dotar de humanidad a estas profesiones. Un aspecto que recuerda aquella frase de José Letamendi: “El médico que solo sabe de medicina, ni de medicina sabe”. El profesional de la salud siem- pre ha sido una figura admira- da. Esto se debe a que existe un personal sanitario que con sus cuidados, amabilidad, empatía y compasión consigue perma- necer en el recuerdo de sus pacientes. No debemos olvidar que cuando uno acude a ellos lo hace en un estado de fragili- dad. La enfermedad le recuer- da al hombre su vulnerabilidad, por eso es que en esos momen- tos agradecemos la compañía no de un buen profesional de la salud, sino de un profesional de la salud bueno. S e está haciendo un enorme esfuerzo por humanizar de nuevo la salud El profesional de la salud siempre ha sido una figura admirada, debido a que existe un personal sanitario que con sus cuidados, amabilidad, empatía y compasión consigue permanecer en el recuerdo de sus pacientes.

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