Nuestra NEBRIJA 28 - Enero 2019

5 de enfrentar. Esta pandemia no puede consentirse cuando he- mos decidido consagrar nues- tra vida profesional a la educa- ción, al servicio a los demás, a mostrarnos como ejemplo de nuestros estudiantes para que aprendan de nosotros las más altas virtudes profesionales. El desánimo, por duras que sean las adversidades, no tiene ca- bida en una organización con vocación de convertirse en re- ferencia. El brío que hemos logrado im- pulsar en estos últimos años en nuestra querida Universi- dad no puede quedar empa- ñado por una falta de fuerzas en el momento preciso en el que nos encontramos, el mo- mento de transición final hacia la universidad que deseamos. Y esta idea entronca precisa- mente con la cuarta y última de las acepciones de esfuerzo en nuestro diccionario, esto es, el empleo de elementos costosos en la consecución de algún fin. Nada es gratis en esta vida y todas las decisiones que toma- mos suponen un coste. Cuanto más alto es el fin, mayor habrá de ser el esfuerzo para lograr- lo. Es lógico que si nuestro fin es ver a Nebrija entre las cin- co mejores universidades de España, tan alta meta suponga una elevada exigencia, coste que la institución asume en for- ma de inversiones y que todos los que aquí trabajamos hemos de cubrir con nuestra dedica- ción y excelencia en el trabajo. No son tiempos en Nebrija de fines mediocres que se logran con esfuerzos mediocres. Y volviendo al origen, ¿cómo un estudiante de bachillerato va a ver mejorada su autoestima obteniendo un grado que sabe que no semerece? Y trasladado a nuestro caso, ¿cómo vamos a trabajar en la mejor universidad si no estamos conjurados para ser los mejores profesionales? La meta final de una vida pro- fesional siempre debe ser la más alta, pues la vida y la rea- lidad siempre se encargan de colocarnos en el lugar que nos corresponde. Los méritos que todos queremos celebrar ma- ñana requieren de todo nues- tro esfuerzo hoy. Nebrija está realmente decidida a ocupar el puesto para el que nació en el panorama universitario español y nosotros, quienes hoy traba- jamos en ella, debemos estar a la altura de tan altas miras. Así que nada de flaqueza y sí mu- cho esfuerzo y confianza en un modelo que estoy convencido se sobrepondrá a las dificulta- des para triunfar, eso sí, esfor- zadamente. Y ello nos honra y dignifica, porque tendremos lo que nos merezcamos, no como los pobres estudiantes a los que el gobierno pretende equi- vocadamente ayudar. E l desánimo no tiene cabida en una organización con vocación de convertirse en referencia

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