Nuestra NEBRIJA 31 - octubre 2019

32 Ramón Ortega Lozano. Profesor del Centro Universitario San Rafael-Nebrija Hay tres momentos en la vida de las personas en que uno es consciente de su vulnerabilidad: el primero, cuando se es niño. Basta recordar que si algo nos asustaba huíamos a esconder- nos debajo de los faldones de nuestra madre o pedíamos ayu- da a los mayores para alcanzar esos objetos que nos parecían completamente fuera de nues- tro alcance y que ellos, en cam- bio, con estirarse un poco los asían con facilidad. El segundo, en la vejez, cuando uno sabe que cruzar el semáforo que está en rojo para los coches parece que no dura lo suficiente para cruzar la calle a tiempo o cuan- do ese dolor de huesos hace que el levantarse de la cama, en el pasado un acto cotidiano, ahora suponga todo un desafío. Y tercero, cuando sobreviene la enfermedad y nos damos cuen- ta de que la salud perdida era la mayor dicha de la que puede disfrutar el hombre. He dicho a propósito lo de ser conscientes, porque lo cierto es que el hom- bre es un ser vulnerable y ex- puesto a los designios del azar. La enfermedad, como se ha dicho, nos hace ver nuestra fragilidad y cuando acontece buscamos amparo en los pro- fesionales de la salud con la esperanza de que nos devuel- van el bien perdido. La ética del cuidado cobra especial impor- tancia cuando, en palabras de Emmanuel Levinas, se recibe la llamada del otro , es decir, cuan- do cualquier ser humano que sufre y precisa ayuda nos llama . Lo pongo en cursiva, porque no se trata necesariamente de una llamada explícita. Cuando una persona ve a otra en un estado de vulnerabilidad y sabe que es capaz de ayudarle, esa llamada debe ser atendida por respon- sabilidad y ética. No podemos ignorar esa llamada y debería- mos estar dispuestos a atender- la. Un profesional de la salud se ha formado con la intención de ayudar a las personas cuan- do la enfermedad sobreviene y para intentar prevenir este acontecimiento. El problema es que esa ayuda se debe prestar atendiendo a diversas dimensiones que, mu- chas veces, los meros conoci- mientos técnicos no permiten abordar de manera adecuada. Cuando una persona está en estado de vulnerabilidad debido a la enfermedad necesita, ade- más de fármacos, técnicas te- rapéuticas o pruebas diagnósti- cas, que le miren a los ojos, que le consuelen con cercanía y tac- to, que se le trate como una per- sona y no como una patología o un número de habitación, en suma, que sea cuidado. Porque curar a veces es posible, pero, la mayoría de las veces, nuestra actual ciencia médica solo pue- de paliar, controlar o mantener a raya la enfermedad. Es ahí cuando resulta evidente que lo más importante es cuidar . Por tanto, cuando un sanitario quiere ejercer su profesión con ética debe cuidar al paciente. Cuando una persona está en estado de vulnerabilidad debido a la enfermedad necesita que se la trate como una persona y no como una patología. La empatía será la clave para tratar al paciente con dignidad teniendo en cuenta todo el contexto del paciente. E l paciente puede necesitar más , en ciertos momentos , unas palabras de consuelo que un medicamento “Cuidar significa mucho más que curar ” Nebrija Investiga

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