Nuestra NEBRIJA 36 - enero 2021

a expresarlo en una fórmula que mimetizaba la fa- mosa de Einstein: R=CE2. Es decir, el rendimiento profesional es igual a la capacidad por el esfuerzo al cuadrado. Pero también señalábamos entonces que la fórmula no funciona en el vacío, que viene influida, modulada, por otras variables que hay que tener en cuenta, y que, aunque clásicas, han dado en llamarse modernamente competencias transversa- les, o con el término anglosajón soft skills . Se trata de cuestiones tales como las habilidades sociales, la inteligencia emocional, la responsabilidad, las ga- nas de seguir aprendiendo, o la capacidad de traba- jar en equipo, por citar solo algunas. En suma, hay que tener claro que la excelencia académica no se convierte automáticamente en éxito profesional, es condición necesaria, pero no suficiente. La segunda cuestión era si, de cara al futuro, era mejor que nuestros alumnos salgan muy especiali- zados o es preferible una enseñanza más generalis- ta. Por un lado, la especialización es necesaria para dominar un campo específico y poder profundizar en él con rigor, pero, por otro, el futuro es cambian- te e incierto, líquido, en términos de Bauman, así que una cierta generalidad y amplitud de miras vie- ne bien para afrontarlo con éxito. Usando los térmi- nos de Isaiah Berlin, es el debate clásico entre los erizos (especialistas) y los zorros (gene- ralistas). Los erizos saben mucho de una cosa, se especializan, profundizan en su veta sin mirar alrededor. Los zorros sa- ben muchas cosas de casi todo, son más polímatas, que diría nuestro Vicerrector de Estudiantes y Empleabilidad, Fernan- do Tomé. El caso es que ambos perfiles son necesarios y complementarios, bus- camos, por así decir, erizos azorrados. En su reciente libro sobre el tema, David Epstein subraya la importancia de que los especialistas in- teractúen e introduzcan nuevas ideas y perspectivas en sus análisis, son los beneficios de la interdiscipli- nariedad, de estar atento a otros planteamientos, de dejar la puerta abierta a la serendipia. El tercer interrogante se refiere a las relaciones entre la universidad y las empresas. Hay dos erro- res muy extendidos, el primero es pensar que la universidad debe enseñar sin más lo que deman- den las empresas. El segundo, postula justo lo contrario, la universidad debe seguir su camino, sin tener en cuenta la demanda de las empresas, es la postura de la torre de marfil académica. La rela- ción entre la universidad y las empresas es algo más compleja, interactiva y sim- biótica, un juego en el que todos ganan. La universidad gana porque pone a sus alumnos en contacto con el mundo real en el que tendrán que desarrollar su acti- vidad profesional. Las empresas que colaboran con la Universidad Nebrija ganan porque, por un lado, tendrán la oportunidad de conocer sobre el terreno el funcionamiento profesional e intelectual de nues- tros alumnos, profesores e investigadores, y por otro, porque tienen la oportunidad de añadir al suyo propio el valor de la Universidad Nebrija. Les abrirá los ojos a muchas realidades y valores que enrique- cerán su planteamiento laboral y profesional. Todos tenemos que hacer de boundary spanners , de in- terfaces universidad-empresa. Se trata, en suma, de evolucionar de la mera transferencia a la colabora- ción mutua. ¿Y qué aporta nuestra Universidad a las empre- sas? Mucho, saber especializado, capacidad analí- tica, experiencia investigadora, metodología cien- tífica, espíritu crítico, interés genuino por saber, por seguir aprendiendo, independencia de criterio, perspectiva general, erizos y zorros que conviven, en suma, espíritu universitario, pasión por saber. ¿Qué empresa no necesita esos valores? Como bien señala Arthur Little, el futuro de las empresas y de la universidad viene marcado por la demanda cam- biante de los ocupadores, la necesidad de una for- mación continua, la digitalización, y la dura compe- tencia, solo una alianza simbiótica y feraz entre las empresas y la universidad puede afrontar esos retos con posibilidades de éxito. “El rendimiento profesional exitoso está determinado por dos parámetros: las capacidades de la persona y el esfuerzo desplegado” “Hay que tener claro que la excelencia académica no se convierte automáticamente en éxito profesional” 5 Nuestra Nebrija

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