“Estamos ante la primera generación que puede renunciar a su comodidad en aras de un mundo más sostenible”

La Cátedra Global Nebrija-Santander en Recuperación de Energía en el Transporte de Superficie ha arrancado, como no podía ser de otra manera, con energía, pero con energía recuperada. Javier Aranceta, su director, cree firmemente en la investigación y en la capacidad y el esfuerzo de las nuevas generaciones para encontrar mejores soluciones al transporte. El objetivo general de la Cátedra apunta a la eficiencia de los vehículos de superficie ideando componentes y sistemas capaces de recuperar energía mecánica y térmica. Otro de los aspectos que quiere implementar es la divugación y transferencia de las conclusiones y soluciones prácticas en este campo a la sociedad. Además de convertirse en referente en las publicaciones científicas, el próximo paso del grupo de investigación es transmitir información con ayuda de los medios generalistas y seguir convocando actos como los que ya han organizado desde hace un año y medio sobre los retos de la movilidad urbana sostenible y eficiente, multimodal y respetuosa con el medioambiente.

Pregunta: ¿Cuál es el origen de su interés por la recuperación de la energía en el transporte?

Respuesta: Vengo del mundo de la eficiencia energética en el entorno del hogar y de las experiencias aplicadas al transporte urbano y a los vehículos privados. La incidencia en los sistemas de recuperación de energía en el transporte de superficie está dando idea de su proyección. No cuestionamos cuál va a ser el motor o la energía que moverá el vehículo. Todavía el principal motor va a ser de explosión, que seguirá nutriéndose o bien de combustibles fósiles o de biocombustibles. Lo relevante es que en un motor de combustión la mayor parte de la energía se pierde en forma de calor. Esa energía que se disipa en los vehículos se puede recuperar y aprovechar mucho más de lo que lo hacemos actualmente, aunque teniendo presente que la energía más limpia es aquella que no se usa.

P: ¿Hacía qué aspectos concretos se orienta su trabajo?

R: Estamos trabajando en tecnologías relacionadas con el motor Stirling, en su versión acústica, un motor térmico que funciona con una fuente de calor externa, y también en transductores vibración-electricidad. Estamos colaborando con entidades que están trabajando con otras tecnologías, como la tecnología termoeléctrica, que convierte directamente calor en electricidad, o la piezoeléctrica, que convierte las vibraciones en electricidad.

P: ¿Cómo y dónde se pueden aplicar estas tecnologías?

R: Estas tecnologías se pueden aplicar a múltiples campos además del transporte de superficie. Dos ejemplos de las múltiples aplicaciones en las que estos conocimientos pueden contribuir son la obtención de electricidad a través de calor solar o a través del calor residual derivado de los procesos industriales. En el caso que nos ocupa, en el transporte, si un motor de autobús genera 250 kilovatios, que van a las ruedas, se tira no menos de 0,5 megavatios de calor. Si se recuperase solo un 10% de todo, se obtendría mucha electricidad. Esto es realmente interesante porque los vehículos cada vez están más electrificados, tienen cada vez más dispositivos eléctricos. Generaríamos, por lo tanto, una electricidad que ahora sacamos del alternador y con la que podríamos recargar las baterías, alimentar motores eléctricos auxiliares para consumir menos combustible, o utilizarla dentro del mismo vehículo alimentando todo el sistema eléctrico y de climatización.

P: ¿Este ahorro o reutilización de la energía entroncaría en la futura apuesta por el coche compartido?

R: Las personas que viven y trabajan en Madrid o en una gran urbe no necesitan, quizás, un vehículo propio, pero los demás lo van a necesitar. El modelo de transporte cambia, pero a corto-medio plazo solo para una minoría. Es verdad que convivimos con motores cien por cien eléctricos o híbridos, pero hoy, la mayoría sigue siendo de combustión y, si nos vamos al transporte de mercancías o pasajeros, la diferencia es todavía más significativa. Se está trabajando mucho en estos campos de recuperación; ya hay prototipos y pruebas de concepto en muchas marcas (VW, BMW, …) que aprovechan el calor desperdiciado por el motor para generar electricidad. En los congresos internacionales Stirling, que se celebran cada dos años, debatimos también sobre la viabilidad de la recuperación energética del tubo de escape o del motor. Así pues, el potencial ahorro derivado de la aplicación de diferentes tecnologías entronca en cualquier apuesta por el transporte que incluya motores de explosión sean o no compartidos

P: ¿Cuáles son las directrices de la Cátedra en su primer año de funcionamiento?

R: El grupo de investigación de la Cátedra Global Nebrija-Santander en Recuperación de Energía en el Transporte de Superficie es todavía pequeño, pero en el futuro nuestro deseo es incorporar al grupo especialistas en motores de combustión y motores eléctricos en lo que se denomina modelo de innovación abierta. Nuestro grupo está especializado en tecnologías muy concretas, pero sin perder de vista las metas adonde queremos llegar. Por un lado, queremos afianzar la investigación de este equipo y hacer que los alumnos de la universidad vean la relación de estas investigaciones con las necesidades de las empresas, porque los proyectos que ponemos en marcha están muy cerca de lo que las empresas y la sociedad demandan. Buscamos que, cuando salgan con el título bajo el brazo, a sus conocimientos teóricos añadan la experiencia de haber trabajado en una empresa del sector y en algo que puede mejorar su entorno. Por otro lado, como ya he apuntado, el grupo de investigación necesita complementar sus actuales recursos humanos, conocimientos y medios. Al no poder abarcar todas las tecnologías, es fundamental colaborar con otros centros para extender y afianzar la red de investigación en este campo de eficiencia energética en el transporte.

P: ¿Es posible en este campo conjugar el rendimiento académico con el interés empresarial?

R: Tenemos que transitar por dos vertientes: la universitaria –un tiempo de investigación básica sobre lo que tecnológicamente todavía no es posible- y la económica –explorando su viabilidad sin olvidar su carácter académico-. La cátedra, con la orientación actual, está en su primer año, pero, con el equipo investigador que tenemos y con las alianzas y colaboraciones que estamos trabajando, la relación academia-empresa o universidad-sociedad va a ser posible sin tener que renunciar al nivel científico que Nebrija ya tiene.

P: ¿Son los jóvenes, por lo tanto, los más interesados en estas investigaciones sobre la energía?

R: A la juventud le llama ese modelo de cambio energético. Las nuevas generaciones traen impresos en su ADN temas como el kilómetro 0, la recuperación energética o el uso eficiente de la energía. Los jóvenes son, quizás, más sensibles que otras franjas de edad porque también, desde hace poco tiempo, se está informando mucho sobre los efectos del cambio climático. Nos gusta vivir cómodamente, pero eso requiere energía. Estamos ante la primera generación que puede renunciar a su comodidad en aras de contribuir a un mundo más sostenible. Es un momento clave

P: ¿Qué falta para que abracemos ese modelo de eficiencia energética?

R: Se necesita un impulso político más decidido que el actual. El mundo del transporte todavía está, muchas veces, en manos de entidades para las que el consumo energético de los vehículos no es un asunto de especial importancia (por detrás de aspectos operativos, sindicales o políticos), pero, claro, no es políticamente correcto declararlo abiertamente. Hay ya dispositivos de mejora de la eficiencia energética, pero no se implantan. La sensibilidad va por barrios, pero tenemos que contribuir a esa concienciación por la recuperación de la energía. Desde el grupo de investigación de esta cátedra también creemos que, para incidir en esta concienciación social, además de las publicaciones indexadas que avalan el nivel científico del equipo investigador, tenemos que hacer un esfuerzo adicional y divulgar nuestros avances en periódicos y revistas con audiencias y ecos más amplios en la sociedad. Merece la pena ese esfuerzo.

P: En diversas ciudades se aprecia una tímida apuesta por la energía eléctrica en el transporte de superficie…

R: Mientras la apuesta sea testimonial, estamos ante un elemento de marketing. Pero si se generalizara, por ejemplo, para cargar cincuenta autobuses eléctricos, necesitaríamos una pequeña central. Por lo general, ni el sistema eléctrico de nuestro país ni el de los demás están hoy preparados para implantar inmediatamente acciones como esta en el transporte urbano de superficie a nivel masivo. Todo implicará muchos cambios en la interrelación entre las energías renovables y las energías de combustibles fósiles. La tecnología para hacerlo existe y está resuelta en sus aspectos fundamentales, no así las aplicaciones viables económicamente ni, sobre todo, el comportamiento humano ni la voluntad política. En la medida en la que personas bien formadas en estas cuestiones lleguen a distintos puestos de responsabilidad, estas decisiones irán tomando otra velocidad.

Javier Picos Martín

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