¿Quién fue primero, Huawei o la CIA?

Toda la tensión entre Huawei y las licencias de Android, el sistema operativo que usan todos los teléfonos móviles excepto los de Apple, puede llegar a su fin en los próximos días: está muy próximo el levantamiento de las restricciones de Estados Unidos al uso de estas licencias por parte de la empresa china. De hecho, el problema entre Huawei y Google no es una disputa comercial, pero ha tenido implicaciones en los resultados financieros de la empresa china. Muchas personas entendieron erróneamente que no podrían utilizar Gmail, YouTube y otras aplicaciones ofrecidas a través del portal Play Store de Google debido a la prohibición de exportar productos de Estados Unidos a China. Este temor se sumaba a las tensiones de una guerra comercial que conllevaba restricciones de entrada de productos entre ambos países. También el factor de considerar que dicho sistema operativo es, o era, un riesgo para la seguridad y defensa de la nación norteamericana estuvo sobre la mesa. Recordemos que, según expertos en el área de inteligencia, Google y Facebook admitieron que nos escuchaban. Y hay quien sostenía que quizás Huawei tenía alguna barrera que impedía a las agencias de inteligencia acceder libremente a sus dispositivos móviles. De ser un asunto generalizado de los fabricantes chinos, entonces también los iPhone, que se fabrican en China, debería haber estado en la lista negra y no fue así. Esta cuestión abre muchas incógnitas, que solo se despejarán dentro de cinco décadas, cuando se desclasifiquen documentos relativos a esta disputa, o en el caso de que se produzca otro Wikileaks (el escándalo ocurrido con documentos considerados confidenciales y que reveló Julian Assange). La cuestión es que la crisis se ha enfriado considerablemente. Estados Unidos ha ya concedido tres prórrogas a Huawei para que pueda seguir utilizando las aplicaciones de Google. Es posible que Huawei haya cedido parte del acceso restringido que tenían sus móviles, o quizás China ha presionado a Estados Unidos. La verdad es que el gigante de las telecomunicaciones asiático ha hecho muchas maniobras para no sucumbir ante los nervios de un comprador mal informado sobre asuntos tecnológicos. Inicialmente, las bajas ventas de Huawei las capitalizaron otros fabricantes chinos como One Plus u Oppo, pero los números se han dado la vuelta. Huawei, a pesar del bloqueo, aumentó sus ventas en un 16,5%, según Gartner. Además Huawei ya amenaza con lanzar su propio sistema operativo, el ArmonyOS, que estaría presente en sus próximos móviles de alta gama. Si la estrategia era ahogar a Huawei, no lo lograron e incluso sus ventas han crecido. Por lo tanto, ¿para qué mantener un bloqueo que impide a las empresas norteamericanas vender sus productos a China mientras las compañías de este país siguen incrementando sus ventas? Lo cierto es que los dispositivos de Huawei, al igual que los de cualquier otro fabricante chino, podrían tener acceso a YouTube, Gmail, etc., utilizando plataformas alternativas. Pero el miedo a renunciar a la comodidad de hacer simplemente clic en un icono generó, en un primer momento, muchos titulares y mucha inquietud en los usuarios de la marca, que estuvieron a punto de tirar sus móviles. Por su parte, la industria norteamericana ha presionado mucho a la Administración Trump para reconducir las relaciones con China, pues se sabía que Huawei podía adquirir los complementos que necesita en otros mercados como Corea del Sur, Japón o Taiwán. Estos factores, conjuntamente con alguna preventa del Gobierno chino y de la misma empresa, han hecho que las perspectivas de que todo vuelva a la normalidad con esta empresa y con China sean muy altas. Un factor que pudo haber jugado un papel preponderante en todo este entramado de titulares y amenazas es el de la ciberseguridad. Estados Unidos tiene una política de seguridad y defensa muy claras que obliga tanto a las empresas como a los ciudadanos que hacen negocios con ellas. No ha trascendido si Huawei ha infringido o no alguna regla de este tipo, pero hay quien piensa que alguna cuestión relacionada con la transparencia está en el fondo de la cuestión. Ahora, según las declaraciones del secretario de Comercio de Estados Unidos, Wilbur Ross, todos se sienten optimistas ante el inminente nuevo acuerdo comercial entre China y Estados Unidos. Recordemos que la mayor parte de la deuda pública norteamericana está en manos asiáticas, por lo que esos hilos hay que moverlos de manera muy fina y sin que se genere una nueva crisis económica mundial. Si a todo esto agregamos las nuevas políticas de China en cuanto a la apertura de sus mercados, la cuestión se aclara. China ha suavizado las medidas regulatorias y ha minimizado la burocracia para que empresas multinacionales se inclinen a invertir en su territorio. Estas acciones están empezando a surtir efecto, como prueba por ejemplo el reciente interés de los laboratorios farmacéuticos AstraZeneca por invertir y vender sus productos en el mercado chino. Tesla, el fabricante de coches autónomos, está ya esperando la aprobación para operar allí. No conviene olvidar que el total del mercado chino es mayor que el total del mercado europeo. Esto sin duda hace a ese país muy apetecible y pudo generar presiones en la Administración Trump. Por ello, no sabemos quién fue el primero en dar el paso para descongelar la crisis comercial entre ambos países: ¿fue Huawei?, ¿la CIA?, ¿el Departamento de Estado o las empresas estadounidenses interesadas en el mercado chino? Es posible que haya que esperar 50 años para saberlo, aunque los efectos del deshielo se van a hacer patentes mucho antes.

Andrés J. Arenas Falótico

Profesor del Departamento de Empresa de la Universidad Nebrija

Artículo publicado en Cinco Días el 11 de diciembre de 2019

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