“Entiendo la visibilidad de las mujeres artistas como una estrategia de fomento de la igualdad”

La placentina Pilar del Puerto Hernández es la actual Artista en Residencia 2020 de la Universidad Nebrija, una figura que el Departamento de Artes de la Facultad de Comunicación y Artes convoca públicamente para facilitar a artistas emergentes el acceso a espacios de trabajo, los recursos para la realización de proyectos puntuales y el vínculo con la comunidad de estudiantes universitarios del grado en Bellas Artes.

Pilar del Puerto, a medio camino entre el despacho 102 del edificio B del Campus de la Berzosa y sus compromisos profesionales, aprovecha la ocasión para profundizar en su plan de trabajo Anónimo es nombre de mujer, una investigación artística que analiza “las distintas estrategias que desde el poder perpetúan una situación de desigualdad sistematizada hacia la mujer, y concretamente en el mundo del arte”.

Además, Pilar del Puerto Hernández acompaña con su obra y su experiencia a los alumnos de cuarto de Bellas Artes de la Universidad Nebrija Zoila Oliva Fernández Paulino, Hugo Prieto, Gustavo Ruiz López y Suyi Yuan en la exposición colectiva @somossurco, que alberga CRUCE Arte y Pensamiento (calle Doctor Fourquet 5, Madrid) del 21 al 28 de octubre.

Máster oficial en Investigación en Arte y Creación, especialista en Perspectiva de Género en las Industrias Culturales y graduada en Bellas Artes en la Universidad Complutense de Madrid, la artista extremeña recibió la Beca de Excelencia Universitaria de la Comunidad de Madrid, la Beca Rector de la Universidad Complutense de Madrid por el Mejor Expediente Académico, y la Medallistic Sculpture Studio Prize One Talent, entre otras distinciones. La Galería Estudio Malone (Madrid), el Complejo Cultural Santa María (Plasencia), la Sala de Exposiciones de la Facultad de Bellas Artes UCM (Madrid), la Sala Laraña (Sevilla), el Museo de Ciencias Naturales de Ottawa (Canadá) y la Asociación de Artistas Croatas de Rijeka (Croacia) han expuesto sus obras. Pilar del Puerto pertenece al grupo de investigación de la Comunidad de Madrid En los Márgenes del Arte, Ensayando Comunidades.

Pregunta: ¿Qué supone para usted en el plano profesional y personal ser “Artista en Residencia” en la Universidad Nebrija?

Respuesta: Es un primer paso en mi carrera como artista, lo veo como el inicio y espero que en el plano profesional sea un desencadenante para futuras residencias y exposiciones. La verdad es que es un orgullo que el jurado haya seleccionado mi proyecto; todavía lo estoy asimilando y estoy muy agradecida.

P: ¿De qué manera puede proyectar en su propia idea artística la cohabitación con estudiantes y profesores?

R: Mi proyecto está situado en la institución universitaria, por lo que esta idea de compartir espacios, dinámicas y conversaciones tanto con el alumnado como con el profesorado es muy enriquecedora. De hecho, se inscriben dentro del proyecto una serie de talleres que están pensados como un tiempo para compartir y cuestionar el lugar que ocupamos dentro de esta institución. Estos talleres son un espacio de creación que a través de tácticas de producción artística investigan y analizan las posibles problemáticas que pueda haber en la universidad en relación con el género.

P: A este periodo de trabajo en el campus de la Berzosa lo ha denominado Anónimo es nombre de mujer. ¿Por qué cree que acciones artísticas como la suya pueden contribuir a luchar por esa visibilidad de mujeres artistas?

R: Más que al periodo de trabajo, le pondría ese título a la producción artística que estoy desarrollando en el campus. Es una versión de la cita del famoso libro de Virginia Woolf Una habitación propia, de 1929, donde ya señalaba esta ocultación que han sufrido y sufren las mujeres. Yo entiendo la visibilidad de las mujeres artistas como una estrategia de fomento de la igualdad. Es necesario poner en valor que existen y han existido multitud de mujeres artistas que han sido invisibilizadas y no han tenido las mismas oportunidades ni el mismo reconocimiento que sus compañeros de género masculino.

En mi opinión, el potencial de la práctica artística contemporánea reside en su capacidad comunicativa y generadora de experiencias. No se trata de implantar un pensamiento estanco, sino de estimular el pensamiento, generando debates en torno a la temática que aborda la obra. Estas experiencias, en espacios de visibilidad como puede ser la universidad o galerías de arte, son las que fomentan el cambio individual. En concreto, creo que la formación artística universitaria con perspectiva de género puede contribuir en mayor medida a esta lucha por la visibilidad de las mujeres artistas. No puede ser que en 2020 terminemos el grado en bellas artes y solo tengamos referentes masculinos.

P: Usted fija el arte, el feminismo y la universidad como los conceptos “clave” sobre los que se estructura este proyecto. ¿Cómo encajan en esta propuesta de residencia?

R: Es un gran paso que la universidad haya elegido un proyecto como el mío, tan políticamente marcado. Esto indica que están interesados en introducir una serie de cambios que fomenten la igualdad en el ámbito educativo. Sin embargo, esta transformación pasa, necesariamente, por introducir elementos que promuevan la igualdad en el ámbito de la representación para construir un imaginario colectivo que se apoye en la igualdad efectiva entre hombres y mujeres. Para que se produzca este cambio es necesario que se reclame desde algún lugar; por el poco tiempo que llevo en la residencia, sé que hay muchas estudiantes interesadas en este tema que están desarrollando propuestas muy interesantes… Creo que mi proyecto encaja perfectamente en esta residencia, porque construimos un aprendizaje mutuo.

P: ¿Por qué rescata para los estudiantes nombres de artistas como Tania Bruguera, Hannah Wilke, Cindy Sherman, Carolee Schneemann, Barbara Kruger, Teresa Margolles, Jenny Holzer o Ana Mendieta?

R: Me gusta hablar en femenino porque la mayoría de las estudiantes son mujeres; es complicado para todas, pero al final si pensamos que somos personas, el femenino está justificado. Este cambio en el lenguaje es muy importante, porque lo que no se nombra, no existe, y esto es lo que lleva pasando con los estudios artísticos mucho tiempo. No tenemos referencias ni modelos femeninos que hayan triunfado en el mundo del arte, y no es que no existan, es que no se enseñan. Por eso es necesario hablar de estas grandes artistas que son mundialmente conocidas, porque además de ser mujeres y haber conseguido reconocimiento en un lugar tan complejo como es el mundo del arte, además de todo eso, utilizan su práctica artística como estrategia de visibilización. Sus obras están atravesadas por la realidad que habitan y por eso es necesario conocer su trabajo. Pero son solo ejemplos, hay muchas más artistas que tienen una obra comprometida que merece ser estudiada.

P: ¿Qué papel debe desempeñar la universidad en esta visibilidad de las mujeres artistas?

R: Es primordial que las universidades cumplan las leyes nacionales e incluyan perspectiva de género en todos sus programas de estudios. El feminismo lleva desde sus inicios intentando acceder a la educación, porque entiende este espacio como la vía más directa hacia la igualdad. Estos cambios son muy sencillos, hay que revisar los planes de estudios, las guías docentes e incluir asignaturas transversales sobre perspectiva de género y lenguaje inclusivo para la redacción de todos los documentos administrativos. Estos cambios, además de acercarnos a una sociedad más igualitaria e inclusiva, son una estrategia enorme de ampliación de las investigaciones.

P: Por lo tanto, ¿cuál sería su ideal de Facultad de Bellas Artes?

R: Una facultad pública, con contenidos actualizados, inclusiva y respetuosa con todas las realidades.

P: Tinta invisible en el anverso de los lienzos, un monumento a la artista desconocida, un adhesivo de doble cara transparente en el suelo de la sala en el que ponga “HISTORIA DEL ARTE”… ¿Puede contar y explicar todas estas propuestas que quiere desarrollar como artista residente en la Universidad Nebrija?

R: Sí. El proyecto está concebido como una muestra expositiva que se compone de tres piezas:

– Una serie de ocho lienzos de 100×81 que hablan de la pintura como medio de ocultación. La pintura matérica, los cuadros de caballete, durante siglos han sido el medio principal de expresión de los artistas, hasta tal punto que, en muchos casos, cuando una pintura de autoría desconocida se entendía de calidad superior, se atribuía a un artista (hombre) porque esta atribución revalorizaba la propia pintura. Esta cuestión económica ligada a la tradición patriarcal ha invisibilizado a multitud de artistas (mujeres) detrás de sus propias pinturas. Como es el caso del famoso Retrato de Felipe II que podemos ver en el Museo del Prado y que estuvo durante mucho tiempo atribuido a Alonso Sánchez Coello, hasta que se demostró que en realidad fue pintado por Sofonisba Anguissola. Este es uno de los ejemplos que forman parte de la serie. Esta serie se formaliza con unos cuadros negros puramente matéricos en su cara exterior, que contienen el nombre de la artista invisibilizada por la historia del arte en tinta invisible. En su cara trasera se muestra una imagen de esa pintura que sobrevivió a su creadora, pero con un aspecto desdibujado e invertido como si fuese la parte de la pintura que penetra en el lienzo.

Para poder ver la obra al completo es necesario utilizar unas linternas de luz ultravioleta, que, idealmente, se repartirían en la entrada de la exposición y que se darían con pilas a las asistentes del género femenino, y sin pilas a los del género masculino. Esta estrategia da las mismas herramientas a ambos géneros, pero a unos les dificulta más su posible utilización. Está pensado para que se dé la interacción entre los asistentes y sean unos lo que pidan ayuda a otras para poder ver al completo la pieza.

– Una instalación en el suelo de la sala de un adhesivo transparente de doble cara. Este adhesivo será prácticamente imperceptible cuando la exposición se abra al público, pero con el propio tránsito de las personas que visiten la exposición irá haciéndose evidente hasta que pueda leerse “Historia del Arte”. Esta pieza está concebida como una metáfora de la historia que construimos todas con el habitar y por supuesto con el bagaje que arrastramos, siendo un espejo de la sociedad.

– Un monumento a la artista desconocida. Un acto simbólico que se formaliza a través de una losa de granito en la que se puede leer “ANÓNIMO” como si fuese la misma que tapa una historia de multiplicidades olvidadas, la que invisibiliza detrás de ese nombre a multitud de artistas. Un ejercicio de repensar el homenaje que cierra la exposición e integra el resto de piezas.

P: ¿Por qué en todas sus intervenciones –por ejemplo, en West o Construcción y deconstrucción clásica– utiliza la crítica y las metáforas como denuncia de una realidad?

R: Una de mis líneas de investigación es la crítica institucional. En mi opinión, el arte debe ser una herramienta de cambio social, un altavoz de realidades alternativas, imaginadas y posibles, una forma diferente de reflexión pensada para el común. Como decía antes, la práctica artística contemporánea es una máquina generadora de experiencias que se hace efectiva cuando comparte el debate.

P: A su definición de artista visual, ¿quiere añadirle algún otro concepto?

R: Artista visual es un concepto muy amplio, por concretar un poco, dentro de este ámbito, me interesa especialmente el arte conceptual y la crítica. Es posible que mi producción artística esté marcada por mi formación como especialista en Perspectiva de Género en las Industrias Culturales.

P: Su localidad de origen –Plasencia- sigue presente en muchas de sus obras y performances… ¿es una salvaguarda para un artista redibujar su infancia?

Creo que no, pero es cierto que en España hay muchas diferencias culturales y un desequilibrio muy grande entre comunidades autónomas. Quizá es por esto que muchos artistas, entre los que me incluyo, seguimos teniendo la necesidad de hablar de estas regiones olvidadas y de sus problemáticas.

P: ¿Algún otro aspecto que quiera comentar y se haya quedado en tinta invisible?

Me gustaría mostrar mi agradecimiento a la Universidad Nebrija y especialmente a Daniel Villegas por el esfuerzo en la coordinación de esta residencia artística en estos tiempos tan complicados.

Javier Picos / Fotos: Zaida del Río

Los comentarios están cerrados.