La ciencia y el deporte cruzan sus caminos en Nebrija

El cuerpo, en ocasiones, puede superar condiciones extremas que pensábamos improbables. El estrés térmico, los viajes espaciales o la altura son algunas de las condiciones que pueden influir en nuestro rendimiento al hacer cualquier deporte. En concreto, cuando el organismo percibe una cantidad menor de oxígeno que del que debería, se denomina hipoxia. Este fenómeno, eso sí, también se puede aplicar de una manera positiva en el deporte y precisamente ese fue el tema sobre el que habló la Doctora en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte por la Universidad de Extremadura y docente en Nebrija Marta Camacho en la Semana de la Facultad de Lenguas y Educación.

“Lo más importante cuando forzamos situaciones de hipoxia es establecer qué cantidad de oxígeno vamos a recibir, de manera que no sea perjudicial para el organismo”, afirma Marta Camacho. Y es que, con el avance de la tecnología a lo largo de los años, actualmente podemos simular estar a 3.000 metros de altura, aunque estemos en una ciudad al nivel del mar.

Este tipo de entrenamiento en el que se prepara al cuerpo para situaciones variables, sin embargo, no es algo nuevo en el deporte de élite. Comenzó en los Juegos Olímpicos de México en el año 1968 en el que se observó cómo el rendimiento de los atletas en disciplinas aeróbicas disminuyó mientras que en las relacionadas con la fuerza se incrementó debido a la altura del país sobre el mar (2.225).

Avanzando en la historia, hemos visto casos como el del ex futbolista del Real Madrid Raúl González Blanco quien se preparaba para los partidos durmiendo en una habitación hipóxica. Esto le provocaba un aumento de sus glóbulos rojos y reduciendo su fatiga de manera significativa. Asimismo, un entrenamiento parecido realizó la campeona olímpica de bádminton Carolina Marín los meses previos a competir en los Juegos Olímpicos de Río 2016. En su preparación para esta cita añadió situaciones hipóxicas para “aguantar más en las jugadas largas y recuperar antes”, según explicó su entrenador Fernando Rivas en una entrevista para el Diario As.

Eso sí, aún falta mucho camino por recorrer en esta forma de entrenar ya que, como insistió Marta Camacho, todavía está por determinarse científicamente que someterse a situaciones hipóxicas mejore el riego sanguíneo o la resistencia muscular a la fatiga en cualquier contexto. El problema reside. según la ponente, en que “la dosis de oxígeno idónea no está establecida” y además, de momento, “se desconoce si se debe combinar con un ejercicio de mayor o menor intensidad y cuánta duración debe tener el ejercicio para que los efectos sean positivos”.

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