El Instituto de Lenguas Modernas honra la labor de varias científicas históricas

Parece complicado encontrar referentes femeninos en la historia. A pesar de que importantes figuras culturales y científicas como Hegel consideraran que las mujeres «no están hechas para las ciencias más elevadas», han sido muchas quienes históricamente han hecho importantes aportaciones en el ámbito de la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas (STEM).

Por eso, desde el Instituto de Lenguas Modernas, han querido rescatar el relato de algunas de las investigadoras más reseñables de todos los tiempos. El pasado viernes 19 de marzo se organizó una mesa redonda en la que participó parte del profesorado del departamento en aras de honrar estos testimonios de incalculable valor para la ciencia. De este modo, pusieron el broche final a los II Jornadas Mujeres para quitarse el sombrero convocadas con motivo de la semana de la mujer.

En primer lugar, Joana O’Brien, profesora del Instituto de Lenguas Modernas, comenzó hablando sobre la encomiable labor de Jane Goodall, la famosa etóloga que ha entregado su vida al estudio del comportamiento de los chimpancés salvajes. Considerada la pionera en este campo, esta mujer ha dedicado más de sesenta años a analizar las interacciones sociales y familiares de los chimpancés en el parque nacional Gombe Stream en Tanzania.

Con más de veintiséis libros en su haber, incontables artículos científicos y entrevistas de incalculable valor, su labor ha sido esencial tanto para la difusión del conocimientos sobre los chimpancés, como para la protección de esta especie y de su hábitat natural. Por eso O’Brien rescataba su trabajo: «admiro a esta mujer no solo porque cuide de los chimpancés -un animal que a mí también me encanta-, sino porque hizo algo que entonces a las mujeres no se nos permitía: abandonar el hogar para dedicarse a la ciencia».

La profesora de inglés Melisa Teves iniciaba su ponencia de forma reivindicativa: «en primer lugar me pregunté quién era Katherine Johnson, la mujer sobre la que hablaría en esta mesa redonda, y al descubrir más información sobre ella, me pregunté lo siguiente: `¿la historia de la ciencia ha sido escrita solo por hombres europeos?’». Teves se lamentaba de que con tan solo una imagen el público fuera capaz de reconocer a importantes referentes científicos como Newton, Darwin, Einstein o Hawking, pero que, por el contrario, no pudiera reconocer a la única mujer cuyo rostro compartía a través de una imagen.

Se trataba de Katherine Johnson (1918-2020), una matemática estadounidense y empleada de la NASA cuyos cálculos relativos a la mecánica orbital fueron determinantes para el éxito de los primeros vuelos espaciales estadounidenses. Aunque a lo largo de su longeva carrera en la NASA destacó por dominar los complejos cálculos manuales, fue pionera en el uso de ordenadores para realizar este tipo de tareas.

Así pues, no es de extrañar que la agencia espacial destacara su papel histórico como una de las primeras mujeres afroamericanas en trabajar como científica de la NASA. Y es que esta mujer no lo tuvo nada fácil porque «además de sufrir la segregación racial, tuvo que soportar la segregación de género que imperaba en el mundo de la ciencia», sentenciaba Teves.

A continuación, le llegó el turno al profesor YuanYuan Shen. Él quiso poner sobre la mesa la importancia del trabajo de Chien-Shiung Wu (1912-1997), una física china también conocida como «La Primera Dama de la Física». Esta experta en radiactividad realizó experimentos decisivos en física nuclear que le llevaron a convertirse en la primera mujer elegida miembro de la Sociedad de la Física de los Estados Unidos.

Aunque también pudo trabajar en el Proyecto Manhattan, a lo largo de su carrera, Wo tuvo que superar innumerables obstáculos. En la época en que nació, en China no todas las mujeres podían estudiar, pero según afirmaba YuanYuan «ella tuvo la suerte de que su padre decidiera inaugurar en su pueblo la primera escuela para niñas del país». Esto le permitió adquirir unos conocimientos esenciales antes de trasladarse a Estados Unidos, el país en el que explotaría todo su potencial. Para concluir, YuanYuan Shen ha querido lanzar un mensaje: «las mujeres dedicadas a la ciencia existen y están entre nosotros, así que solo debemos hacer el ejercicio de valorarlas».

Por último, Elena Navrotskaya, la última docente en participar, ha compartido la labor de Sofia Kovalévskaya, una matemática rusa del siglo XIX cuyo relato es fascinante. En un tiempo en el que las mujeres carecían totalmente de autonomía y cuando les estaba completamente prohibido asistir a la universidad, su espíritu libre, su determinación y, sobre todo, su genio matemático le llevaron a integrarse en las esferas más elevadas del pensamiento científico.

Tras conseguir el doctorado en matemáticas, pese a que ninguna universidad europea admitía a mujeres en su plantilla docente, logró una plaza como profesora en recién creada Universidad de Estocolmo. Desde entonces, compaginó la docencia con su labor investigadora. Sus investigaciones se centraron en el análisis matemático especializado en la teoría de las funciones abelianas.

No obstante, su mayor éxito matemático radicó en su investigación sobre la rotación de un sólido alrededor de un punto fijo por el que obtuvo el Premio Bordin de la Academia de Ciencias de París. Finalmente, Navrotskaya sentenciaba que «Kovalévskaya es un ejemplo de que las mujeres somos tan capaces como los hombres». Además, achacaba la escasa presencia de las mujeres en la ciencia a los obstáculos que históricamente han soportado las mujeres: «quizá solo necesitemos las mismas oportunidades que ellos para demostrar nuestro talento».

Concluida la ponencia, Verónica Guitelman abría un turno de preguntas que daba pie a los mensajes más reivindicativos. Shen se mostraba crítico: «creo que las mujeres cada vez tienen más peso en la ciencia, pero tenemos que seguir trabajando para conseguir la equidad». Teves, por su parte, afirmaba que es necesario «recontar la historia incluyendo a las mujeres y a los científicos con otro color de piel».

 

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