Los investigadores del 60º congreso CICA abordan la neurotecnoeducación

La Facultad de Educación de la Universidad Complutense albergó, en modo híbrido (presencial y en línea), la edición número 60 del CICA, orientada a las Jornadas Internacionales 2021 sobre “Violencia, Empatía y Neurotecnoeducación”.

El encuentro profesional, organizado por el Grupo de Investigación Complutense Psicosociobiología de la Violencia: Educación y Prevención, la Fundación CICA International, la Cátedra Global Nebrija-Santander sobre Gestión de Riesgos y Conflictos y el Grupo de Investigación Empathic Reactive Media Lab (eRMLab) (Universidad Autónoma de Madrid), favoreció el diálogo e intercambio científico y humanístico de expertos de once países de tres continentes.

La promoción de la educación en la prevención de la violencia, el fomento de la empatía en todos los escenarios posibles y la aproximación a la neurotecnoeducación, que posibilita mediante la tecnología un mejor conocimiento y desarrollo del cerebro, fueron los ejes del CICA. “Nos hallamos ante un prometedor y fascinante campo científico interdisciplinar que estudia la interacción de la tecnología con los procesos cerebrales y psicológicos con el propósito de mejorar la educación y, en general, el desenvolvimiento personal. Es sabido, por ejemplo, que cada vez más laboratorios en todo el mundo están implementando tecnología, especialmente realidad virtual, realidad aumentada, pupilometrías y eye tracking como instrumentos capaces de facilitar la autoconciencia emocional, la comunicación interpersonal y la calidad de vida”, apuntaron en la declaración de intenciones Jesús Martín Ramírez, presidente de CICA International y director de la Cátedra de Gestión de Riesgos y Conflictos (Universidad Nebrija), y Valentín Martínez-Otero, director del Grupo de Investigación Psicosociobiología de la Violencia: Educación y Prevención (Universidad Complutense) y presidente del Centro Asturiano de Madrid.

Cognición y emoción

Los avances en el proceso de enseñanza-aprendizaje, el interés científico en torno a la inteligencia afectiva y la influencia mutua entre cognición y emoción concentraron el coloquio de los conferenciantes. “El despliegue de la afectividad no está reñido con la educación integral como pudiera pensar cierto sector pedagógico. La educación emocional puede y debe complementar el proceso instructivo, aunque es cierto que todavía hay muchos retos por delante a la hora de implementar programas con éxito en función de las necesidades y características concretas de escuelas y alumnos. No hay que olvidar, empero, que el fomento socioafectivo va más allá del ámbito escolar”, argumentaron Jesús Martín Ramírez y Valentín Martínez-Otero.

Los organizadores de este nuevo capítulo del CICA consideran la inteligencia afectiva, o la inteligencia emocional, un garante en la mejora de la salud mental, amenazada, en tiempos de la covid-19, por el estrés, la ansiedad, la desesperación y la depresión. La empatía, entendida como “la capacidad que permite entender a los demás, generalmente en lo que se refiere a sus emociones” y como “punto de partida de las relaciones sociales positivas y del altruismo”, la resiliencia en el ámbito educativo y las prometedoras investigaciones sobre las neuronas espejo, “un tipo de neuronas que se activan cuando se realiza una acción, pero también cuando se observa una acción semejante realizada por otro individuo”, también permearon las intervenciones de las jornadas.

“Es innegable que, desde una perspectiva innovadora, la realidad virtual puede ser muy beneficiosa en entornos presenciales y digitales, siempre que se justifique pedagógicamente para que no sea una mera herramienta de entretenimiento”, reflejaron los organizadores en la introducción del CICA y en el volumen elaborado ad hoc.

Cuatro estaciones

En el acto de apertura, José Muñiz, rector de la Universidad Nebrija, apuntó que la violencia, “consustancial al ser humano y a la vida”, constituye un tema transversal al igual que la educación y la empatía. Dejando claro que “el veneno está en la dosis”, en su opinión, hay dos variables novedosas en violencia y agresión: la hiperpoblación y las nuevas tecnologías.

Tras esbozar lo atractivo del programa de las jornadas que tratan asuntos como la violencia intrapersonal, José María Poveda, fundador y director del Empathic Reactive Media Laboratory, (Universidad Autónoma), señaló que las emociones como la rabia, la alegría, la tristeza y el miedo corresponden con la primavera, el verano, el otoño y el invierno, respectivamente. “Cuando uno está rabioso o muy alegre, no está deprimido porque está en el presente, mientras que en la tristeza está en el ayer”, adujo.

De acuerdo con Poveda, la violencia “puede ser modulada avanzando en la empatía con la neurotecnoeducación, que uno sepa ponerse en los ojos de la víctima; la realidad virtual ha venido para quedarse, no tiene nada que ver con el ordenador del siglo pasado”.

Cono cierre de las palabras de bienvenida, Miguel Ángel Sastre, vicerrector de Calidad de la Universidad Complutense, afirmó que trabajar sobre la empatía y sobre las demás relaciones con los demás y con nosotros mismos resulta “vital para el desarrollo de las personas”.

Espacio simbólico

En la primera sesión del CICA, sobre la violencia y la educación afectiva, moderada por Jesús Martín Ramírez, Martha Leticia Gaeta, profesora e investigadora de la Facultad de Educación de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (México), disertó sobre la relación entre el profesor y el alumno en los nuevos espacios educativos. La sociedad del conocimiento y la irrupción de las nuevas tecnologías “han puesto en evidencia que la escuela es ya un espacio simbólico en la que formar de una manera integral al alumno en valores como la responsabilidad y en una vida en común con los otros”. Para Gaeta, la formación continua, su autorregulación y la resolución de problemas complejos están en consonancia con un aprendizaje “autónomo y cooperativo” y con una “dimensión afectiva”. De esta forma, afrontar nuestras vidas “de una forma constructiva y ética” puede ayudar a ese giro.

Que los estudiantes puedan aprender del error y adoptar la tolerancia con metodologías “flexibles” resume, a su juicio, una de las claves del éxito para lograr la empatía.

Por su parte, Valentín Martínez-Otero resaltó la inteligencia afectiva como un factor de prevención de la violencia y fomento de la convivencia. El profesor de la Complutense la definió como “la capacidad para conocer, expresar y gobernar la cognición y la afectividad” e instó al fomento de la misma en diferentes ámbitos como la familia, la escuela, el mundo del trabajo y la vida social.

El modelo dialógico, una propuesta para el abordaje de la violencia escolar, fue el asunto elegido por la experta paraguaya Laura Elizabeth Molinas. La búsqueda de nuevas alternativas que van más allá de un elemento mediador le llevó a defender un modelo educativo en el que aprendemos en un primer estadio en un plano social. El modelo dialógico es una propuesta “de convivencia” que se basa en el diálogo como herramienta primordial para la resolución de conflictos y la búsqueda de consensos. El protagonismo de la comunidad educativa y la ética se sitúan en la base de este sistema. Las comisiones mixtas y las asambleas también desempeñan un papel esencial en un proceso que va de la creación de la norma hasta su implementación.

Docente resiliente

Carmen Sabino, profesora de la Universidad de los Andes, Mérida (Venezuela), comentó su tesis doctoral sobre “el docente resiliente, transformador de espacios violentos”. El denominado “modelo ecológico de desarrollo humano” y la vocación docente están en el trasfondo del trabajo. A continuación, Joel Luis Jiménez Galán, investigador del Laboratorio del Empathic Reactive Media Lab, del Departamento de Psiquiatría-Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid y Universidad Autónoma de Tamaulipas (México), habló sobre “los cristales rotos de la sociedad, la violencia y cómo prevenirla con la neurotecnoeducación y la realidad virtual”. Para superar “los intentos fallidos de las reformas educativas”, Jiménez Galán apostó por las habilidades pedagógicas para enfocar a los estudiantes que, a partir de sus “cristales rotos”, formen otro con empatía y comunicación. En el logro de este objetivo, según su tesis, resulta “necesario” superar el papel pasivo de los jóvenes estudiantes con la neurotecnoeducación, aplicando los dispositivos a una realidad “sensible”.

Para el experto mexicano, hay que comprender y hacer que los individuos se incorporen a una sociedad nueva “con una realidad artificial tangible”. Los cursos con nuevas tecnologías en este campo pueden, de esta forma, ayudar a los maestros en su relación con los alumnos.

Ciberviolencia de género

La segunda sesión, centrada en la neuroeducación, la diversidad, la tecnología, el estrés y la violencia, y moderada por José María Poveda, comenzó con la intervención de María José Garrido, profesora del Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional CESEDEN/ESFAS. En el escenario actual, en su opinión, aparecen nuevos conceptos como “las relaciones cibernéticas” o “ciberrelaciones”, donde sólo se necesita un dispositivo conectado a Internet para comenzar una relación “afectiva” con el anonimato que le otorga el no estar en presencia de las cibervíctimas. Después de un análisis exhaustivo del tema, Garrido aludió a la importancia de seguir invirtiendo en investigación en ciberviolencia en general y en ciberviolencia de género en particular, avalada por una de las principales líneas estratégicas de la Unión Europea.

En representación de la Åbo Akademi University (Finlandia), la investigadora Brendah Nakyazze contextualizó la violencia sexual en Uganda, país donde un 45 % de sus mujeres ha sufrido algún tipo de violencia física o psicológica, lo que le convierte en el tercer Estado del mundo en agresiones de este tipo. El aumento de la inversión en educación y el empoderamiento de la mujer son dos de las acciones que pueden cambiar la tendencia.

Por su parte, Tina Lindhard (International University of Professional Studies, Estados Unidos), intentó explicar de una forma práctica “Nuestra mente como realidad virtual productora que afecta a nuestro cuerpo tridimensional”, el título de su ponencia. A través de la propuesta Arka Dhyana (meditación intuitiva, basada en el yoga), mostró cómo conectarse con la “esencia más profunda” gracias al centro cardíaco y a las diecinueve “estaciones energéticas”. Para Lindhard, un cambio en nosotros puede modificar a la postre el planeta.

De la observación y la propuesta de cambio interior, las jornadas internacionales viraron a Venezuela, donde los investigadores José Regino y María Elena Borges, de la Universidad de Carabobo, presentaron un método práctico para medir la variabilidad de la frecuencia cardíaca en personas que sufren estrés en este país sudamericano “colapsado por una grave crisis humanitaria y una pandemia”.

Metodología del siglo XXI

Desde el Instituto de Psicología de la universidad polaca Zielona Góra, Marzanna Farnicka disertó sobre los desafíos existenciales que enfrenta la psicología contemporánea “en estos tumultuosos tiempos de cambio entre el determinismo biológico o social y el individualismo y subjetividad extremos”. Sus investigaciones pretenden provocar el debate y el intercambio de ideas sobre la metodología correcta que ha de aplicarse en el siglo XXI en la psicología y en otros campos del saber.

En la segunda jornada del CICA, también Hugo Daniel Yahari, profesor de la Universidad Autónoma de Madrid y de la Universidad Nacional de Pilar (Paraguay), esbozó las particularidades del Plan de formación en atención a la diversidad para docentes en Paraguay. “Necesitamos poder brindar un servicio de educación adecuado y oportuno para todos los estudiantes”, adujo. La falta de herramientas en el enfoque de educación inclusiva es una de las conclusiones de la investigación de Yahari.

Viviana Sofía Sánchez Bobadilla, profesora de la Universidad Católica Nuestra Señora de la Asunción (Paraguay), explicó su tesis doctoral, que está desarrollando en la Universidad Complutense, sobre neuroeducación y autismo. “La neuroeducación nos brinda la posibilidad de enseñar a los menores con trastorno de espectro autista a partir de la comprensión de su funcionamiento cerebral”, resumió. Teniendo en cuenta que los niños con autismo “no viven en su mundo sino en nuestro mundo”, Sánchez Bobadilla apostó por descubrir las particularidades del estudiante en sus procesos de aprendizaje.

Menos felices

La adicción a las nuevas tecnologías, asimismo, tuvo su espacio en el CICA. Miguel Bettin, presidente del colombiano Instituto de Estudios Psicosociales y Violencia (IEPSIV), reflejó que, de promedio, los jóvenes dedican seis horas al día a las nuevas tecnologías. Según un estudio propio, durante la pandemia el 42 % de los jóvenes considera que aprendieron menos que antes, y el 60 % manifiesta que sus vidas eran más felices antes. Además, mostró su preocupación por cómo muchos niños juegan más con los móviles o con amigos en línea que en la calle o en casa sin pantallas. La psicobiología de las adicciones y el placer que generan fueron los asuntos en los que indagó Bettin.

José María Poveda, ejerciendo de portavoz de sus compañeros Jesús Poveda, Candela Gil, José Regino y Natalia Yustas, culminó el segundo día de la reunión CICA con las aplicaciones de la realidad virtual para el desarrollo de la empatía. La propia realidad virtual, en su opinión, puede ayudar a superar el racismo de ciertas personas al verse con otra piel, el dolor, con su uso en pacientes de hospital, o incluso cierto grado de duelo al “revivir” virtualmente a personas fallecidas, una práctica que ya se está implementando en Corea del Sur.

Las Jornadas concluyeron con una reunión del Grupo Complutense de Investigación, que analizó la marcha del LX CICA y proyectó los siguientes pasos en su ya dilatada andadura.

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