Luis Miguel Pedrero reclama una alfabetización mediática digital que fomente la comprensión crítica

“Vivimos en plena era del acceso fácil e instantáneo a la información y al entretenimiento, pero ni la facilidad ni la inmediatez garantizan por sí solas la pertinencia, mucho menos la comprensión crítica, de aquello que consumimos. Más que nunca, se hace imprescindible la alfabetización mediática digital”. Estas palabras, suscritas por Luis Miguel Pedrero, investigador y catedrático de la Facultad de Comunicación y Artes, cerraron, con el himno universitario Gaudeamus igitur, el acto de apertura del curso 2021-2022 en la Universidad Nebrija, marcado también por el discurso del rector José Muñiz, el cortejo de doctores y los datos académicos ofrecidos por la secretaria general Sara Izquierdo.

En su lección La comunicación en la era de la instantaneidad, Pedrero expuso cómo en apenas cuatro décadas hemos transitado de un sistema de comunicación “simple y lineal a otro de interacciones múltiples y cada vez más ramificadas” como snapchats, stories, scrolling en Twitter o swipe out en Instagram, retransmisiones de eventos que “desbordan” YouTube o Twitch y la escucha de canciones populares en TikTok. “Pero allí no hay fórmulas, sino algoritmos. Se han acabado las cadencias y las frecuencias, se han esfumado los géneros y pierden sentido las parrillas de programación. Todos los contenidos se pueden disfrutar ya, en cualquier momento y lugar, antes siquiera de que los podamos intuir”, advirtió. Y fue más allá: “Como usuarios de los medios, somos lo que las máquinas dicen de nosotros”.

Ante la anterior oferta de contenidos analógicos que “propició una alfabetización conducente a un pensamiento analítico y estructurado”, el actual ecosistema digital, “fruto de un entorno computacional, que fragmenta y democratiza el conocimiento, ha diluido las estructuras y los contextos, difuminado las etiquetas y borrado las, en otro tiempo irrenunciables, categorías de género, de canal y hasta de medio”.

¿Vivir para siempre?

Aludiendo a la canción del grupo británico Queen Who Wants to Live Forever, lanzada el 15 de septiembre de 1986 –hace exactamente 35 años-, el catedrático de Nebrija sugirió: “¿Quién se atreve a vivir para siempre si la comunicación no aporta el significado para entender y saber afrontar lo que nos rodea?”.

Para comprender la actual “era de lo instantáneo”, Luis Miguel Pedrero recordó a los asistentes –presenciales y los que siguieron la retransmisión en directo desde sus casas o desde las aulas de los campus de Nebrija- que nos conectamos a Internet casi siete horas al día -la mayor parte de ese tiempo a través de plataformas- y ofreció cifras de “tan apabullante torbellino”. En un solo minuto se contabilizan en el mundo dos millones de visualizaciones en Twitch; 700 000 stories en Instagram; 70 millones de mensajes en WhatsApp; 5 000 descargas en TikTok; 200 000 comentarios en Twitter; 500 horas de videos subidos a YouTube; un millón y medio de actualizaciones en Facebook y 28 000 suscriptores viendo series en Netflix.

Frente a esta realidad, el periodista e investigador también evidenció que en el ecosistema mediático actual “podemos alterar la dimensión del tiempo: aunque los días siguen sumando 24 horas y los minutos 60 segundos, la compresión digital del audio y el vídeo no sólo permite obviar cabeceras, encadenar episodios o saltar fragmentos, sino además alterar la velocidad en la reproducción de cualquier contenido hasta reducir a la mitad o a la tercera parte su duración original”.

Como “contrapartida”, según Pedrero, en Internet “ha eclosionado una nueva especie narrativa, la de los formatos textuales breves, que han dado lugar a la que el profesor Carlos Scolari denomina cultura snack”. Los tuits, los hilos en Twitter, las stories, los snaptchats, las alertas en el móvil, las newsletters, los tiktocks, los posts, los memes o los mensajes cortos con emoticonos “condensan historias breves, pero no intrascendentes o irrelevantes”; de hecho, en su opinión, entroncan con otras expresiones de la brevedad como las adivinanzas, las alegorías, las parábolas, los mandamientos, los proverbios, los estribillos, los refranes o los aforismos.

Espectador pasivo

Al explicar los contextos y ambientes que condicionan la actividad de los medios de comunicación, sobre todo en lo relativo a la tecnología y sus efectos sobre el modo en que accedemos a los contenidos, Pedrero hizo un guiño a las personas de más de treinta años, “que fuimos educados en una etapa de emisión lineal de radio y TV, de consumo sincrónico, de mensajes irreversibles y de horarios impuestos”. La permanencia “pasiva” del espectador frente al televisor y su conformidad “también cimentó una alfabetización mediática sobre la que varias generaciones de espectadores supimos interpretar de forma simultánea e inequívoca los programas, sus estrategias y también, y, sobre todo, el tiempo exigido para asimilarlos”.

En su lección inaugural no faltaron las alusiones al Top 40 radiofónico, los videoclips, las telenovelas televisivas (los culebrones) o las series en una era analógica en la que la ciudadanía accedía a los mensajes “sin una formación previa”, pero a sabiendas de “diferenciar los géneros, distinguir la información del entretenimiento y diferenciar la publicidad de la ficción”.

Después vendría la digitalización “intensiva” del sistema mediático desde terminales “que concentran, y también multiplican”, las opciones de ocio y entretenimiento. Según Pedrero, todo esto “ha consagrado, además, una exigencia inexcusable: cualquier contenido debe estar disponible en cualquier momento, lugar y desde cualquier dispositivo. Cuanto antes. De inmediato. ¡Ya!”.

El editor del medio digital Pantallas, Ondas, Frames y Bit fijó el epítome de este ecosistema mediático digital en las plataformas y “su certera capacidad para brindar menús personalizados” que sitúa a cada usuario “en el centro de la oferta con el fin de absorber lo que antes se llamaba tiempo disponible y ahora es ‘tasa de atención´”. Ese “intenso e incesante bombardeo de estímulos de toda índole” alimenta, de acuerdo con sus argumentos, la permanencia de los usuarios en dispositivos como los teléfonos inteligentes.

Atraer a los mejores

Antes de la lección inaugural del acto de Luis Miguel Pedrero, el rector José Muñiz se dirigió a los invitados al acto, entre los que se encontraban Ricardo Díaz Martín, director general de Universidades de la Comunidad de Madrid, y Manuel Villa-Cellino, presidente del Consejo Rector de la Universidad Nebrija. En su mensaje a la comunidad Nebrija, Muñiz destacó la “ilusión” ante la vuelta a la enseñanza presencial, complementada en algunos casos con un sistema de presencialidad híbrida, “posible gracias a una fuerte inversión” para dotar a las aulas de los últimos avances tecnológicos.

El rector aseguró que los esfuerzos de la Universidad deben concentrarse en la docencia, la investigación, la transferencia del saber a la sociedad y la transmisión de la cultura. Para conseguir que Nebrija, “que aspira a la excelencia como sello diferencial”, esté entre las mejores universidades españolas e internacionales, el factor clave, entre todas las variables, según el rector, son las personas. “Trataremos de atraer a los mejores profesores y gestores, y a los alumnos más capaces y motivados”, señaló.

Sin perder de vista el equilibrio entre especialización y visión global o, de acuerdo con la terminología del filósofo Isaiah Berlín, “entre los erizos especialistas que saben mucho de una cosa, y los zorros, generalistas que saben algo de todo, los polímatas”, José Muñiz afirmó que los nuevos estudiantes centennials van a encontrar en Nebrija “un ecosistema favorable a su desarrollo académico, profesional y personal”.

Asimismo, el rector explicó los planes “en marcha” de la Universidad como las ampliaciones del Campus de Madrid-Princesa y del Campus de Ciencias de la Vida, en La Berzosa, y las futuras obras en el Campus de Vallehermoso. Las titulaciones actuales y futuras; las tres residencias universitarias, que acogen a trescientos cincuenta estudiantes; los Institutos Nebrija, “con planes sólidos de crecimiento”; la Fundación Antonio de Nebrija, “el cordón umbilical que mantiene conectados a Nebrija a las empresas y a nuestros alumnos, con clubes deportivos y culturales, y de antiguos alumnos”, y el “hito” del quinto centenario del fallecimiento de “nuestro faro” Antonio de Nebrija, que provocará “numerosos” actos de calidad fueron algunos de los asuntos que abordó Muñiz en su discurso.

Doble pasión

La actualidad tampoco faltó en su parlamento. Sobre el reciente real decreto que regula la creación, reconocimiento y autorización de universidades públicas y privadas, Muñiz consideró que “tiene poco que ver con la calidad universitaria y mucho con planteamientos ideológicos”. Además, pidió a los responsables políticos “un esfuerzo para consensuar una legislación universitaria no sectaria, que nos dote de un marco legal amplio y flexible que permita el desarrollo de universidades de calidad en un contexto cada vez más internacionalizado y competitivo”.

Tras apuntar que la mejor síntesis de lo que significa la Universidad Nebrija es la pasión por saber y la pasión por emprender, José Muñiz cedió el testigo del acto a Sara Izquierdo. La secretaria general dio cifras del avance académico y social de la Universidad Nebrija como los 12 015 alumnos del curso actual (10 738, el pasado curso) -5 308 de grado, 6 620 de máster y 87 de doctorado-, y los 1 136 docentes. El índice de satisfacción entre los estudiantes es de 92,8 %. En 2020-2021, hubo 14 grupos de investigación de 148 investigadores con un total de 138 artículos publicados e indexados. Con 9 992 empresas e instituciones colaboradoras, 215 acuerdos con otras universidades y el puesto de privilegio en diferentes barómetros de calidad, entre otras razones, “Nebrija es una elección segura y los datos lo confirman de nuevo”.

.- La comunicación en la era de la instantaneidad. Luis Miguel Pedrero. Texto íntegro.