Las II Jornadas de Peritaje de Obras de Arte aclaran dudas y sugieren retos para una profesión en auge

Con un marcado carácter poliédrico e internacional, las II Jornadas de Peritaje de Obras de Arte integró nuevas aportaciones a la literatura científica en esta materia. El encuentro, dirigido y organizado por Diana Angoso de Guzmán, Pablo Álvarez de Toledo y Luciano Delgado desde la Universidad Nebrija, versó sobre estas tres líneas: peritaje y ordenamiento jurídico, la interdisciplinariedad del peritaje de obras de arte y el peritaje aplicado a las distintas disciplinas artísticas.

El centenar de asistentes a estas sesiones en línea comprobaron de primera mano cómo los profesionales en la tasación de obras de arte desvelan autorías, descubren falsificaciones, otorgan valor a las piezas y elaboran informes completos para sus clientes.

Guillermo de Osma, historiador del arte y galerista, abrió las jornadas con una serie de reflexiones sobre sus vivencias en el mundo del arte. Gracias a su dilatada experiencia en Londres, Lyon y Nueva York, entre otras ciudades, inauguró en 1991 su propia galería especializada en la vanguardia histórica europea y latinoamericana.

En su opinión, el ojo experto, es el “principal protagonista” del peritaje, al mismo nivel que la nariz en los espacios del vino y del perfume, o el oído en el mundo de la música. Aparte del entrenamiento, del conocimiento del contexto histórico y cultural y de las cualidades técnicas de un artista determinado, “la intuición y la confrontación con el enorme archivo de datos que el ojo ha debido acumular y que tiene impreso en su retina” van a determinar si una obra es auténtica, dudosa o “directamente” falsa.

“Un don inicial”

De Osma defendió que el perito en obras de arte, como un deportista de élite, debe poseer “un don inicial, que puede ser una actitud u o una voluntad”, pero no debe obviar otros parámetros como la época, la moda, el pensamiento, los ordenamientos jurídicos o el ámbito geográfico de una pieza concreta. Para él, el “fecundo” ojo del artista y el ojo del experto forman parte de un ciclo que también apela al ojo del espectador.

Aunque los métodos científicos y los trabajos de laboratorio son “determinantes” a la hora de peritar una obra en detalles como la utilización de algunos pigmentos, la tasación, a juicio de Guillermo de Osma, no es una ciencia exacta. “Solo el ojo entrenado será capaz de conocer, reconocer, atribuir, discernir, rectificar y revelar una restauración abusiva. La intuición y la razón son importantes, pero siempre gobernados por el ojo experto”, recalcó.

Ante algunos museos que conceden a las obras de arte de sus colecciones permanentes “un interés secundario y supeditado a la utilización política”, el galerista reivindicó la ética como el “elemento predominante” en cualquier catálogo artístico.

Después de recomendar Guillermo de Osma la lectura de Histoires d’oeils y The Eye: an insider’s memoir of masterpieces, money, and the magnetism of art, de Phillipe Costamagana, y Connoisseurship et histoire de l’art: Considération sur la peinture des XVe et XVIe siècles, de Frédéric Elsig, las jornadas se adentraron en el bloque sobre peritaje y ordenamiento, moderado por la profesora Diana Angoso.

Robos y malversaciones

Pablo Luis Gasipi, abogado y asesor honorario de la Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos de Argentina, presentó tres casos emblemáticos para subrayar la relevancia del peritaje en la resolución de casos judiciales: el robo y el ofrecimiento de venta de láminas robadas de incunables de la Biblioteca Nacional de Madrid, la malversación de caudales públicos por la adquisición de un inmueble para la sede del Fondo Nacional de las Artes y el robo de la máscara funeraria de Benito Quinquela Martín.

Tras relatar las peripecias de estos tres episodios, Gasipi explicó que el peritaje o informe de peritos o pericia es una prueba judicial y que el magistrado judicial supera su desconocimiento técnico, artístico o científico con su conclusión. Además, el perito “debe presentar su conclusión con explicaciones de la técnica o desarrollo utilizados y con las motivaciones sobre en qué asienta sus razonamientos”. El abogado argentino también recordó que, en ciertos casos, los informes peritales son prueba “indispensable y dirimente” del caso juzgado.

Acto seguido, Carolina Striano, profesional del Departamento de Fine & Art Specie del gabinete pericial Grupo Addvalora, argumentó sobre el rol del perito de seguros especializado en arte. “Debemos tener en cuenta que el valor de mercado de una pieza de arte no tiene por que coincidir con la indemnización por parte de una aseguradora en caso de destruirse esa pieza”, afirmó. Teniendo claro que el asegurado tiene derecho a contratar a un perito que defienda sus intereses, el profesional, a su juicio, debe comprobar que lo que se asegura y lo que se declara en la póliza coincide.

Esfuerzo por divulgar

La interdisciplinariedad del peritaje de obras de arte fue la segunda gran línea de la jornada. Presentados por Andrés Sánchez Ledesma, director técnico de la empresa Arte-Lab, los ponentes incidieron en las conexiones profesionales de la tasación intentando sortear los términos más técnicos y exclusivos. Ahondando en esta idea, Gustavo Perino. fundador de Givoa, pidió a sus colegas un mayor esfuerzo por divulgar en qué consisten sus trabajos: “Los peritos necesitamos limpiar el mercado de obras falsas. No debemos ser silenciados”. En su exposición, puso el índice en la comprobación, por encima de la opinión, en la tasación de obras de arte, así como en la colaboración y el rigor técnico.

El INTI (Instituto Nacional de Tecnología Industrial de Argentina) cuenta con un Laboratorio de bienes culturales, que brinda una asistencia de análisis científico aplicado al patrimonio cultural. Milagros Córdova, conservadora del INTI y profesora de la Universidad del Museo Social Argentino (UMSA), transmitió cómo los peritos colaboran con otros profesionales expertos en recubrimientos de cualquier tipo de policromía. “Los análisis químicos siempre tienen resultados de suma relevancia, pero no pueden resolver un caso de atribución por sí mismo, por lo que resulta necesaria la cooperación entre los químicos y los peritos”, resumió.

A través de ejemplos y múltiples consideraciones, Begoña Valdivielso, profesora de la Universidad Nebrija, destacó el conocimiento intuitivo -con base cultural- y racional que debe profesar un catalogador de obra de arte en salas de subasta. En su doble dimensión de generalista y especialista, este tipo de profesional, en su opinión, ha de tener una formación específica en Historia del Arte y Artes decorativas y en el comportamiento del mercado en el sector de subastas, además de atesorar experiencia y propiciar una comunicación fluida entre el ámbito comercial y el académico.

Firmas de artistas

Mientras desde Brasil, Raquel Villagrán, perito de la Universidad Santa Úrsula disertó sobre la documentación museológica frente al peritaje de obras de arte aplicado al caso Van Dongen, Elisa Díaz González, profesora de Bellas Artes de la Universidad de La Laguna, explicó la técnica del heliograbado basada en la acción de la luz solar sobre la fotografía. Ambas incidieron en la necesidad que tiene el mundo del arte de consultar a expertos en fuentes museísticas y soportes artísticos menos mediáticos.

El apasionante tema de las firmas falsas en obras de arte fue el pilar de las intervenciones de Karina González y Patricia Soto, peritos calígrafos de Givoa. “El artista está a merced de su obra, puede crear una firma nueva o rescatar una creada veinte años atrás”, advirtieron.

La precisión de las subastas

En la segunda jornada dedicada al peritaje aplicado a las distintas disciplinas artísticas, moderada por Pablo Álvarez de Toledo, director del Departamento de Artes de la Facultad de Comunicación y Artes de la Universidad Nebrija, salieron a relucir los puntos de vista de una casa de subastas. Mercedes de Miguel, directora de Subastas Segre, primera empresa española en su mercado, hizo hincapié en las relaciones con los museos, las galerías, los anticuarios y las bibliotecas y en el ritmo del mundo de las subastas, donde “todo va muy rápido” y donde “muchas veces los plazos nos impiden ser minuciosos en las atribuciones”.

En ocasiones no hay referencias fidedignas de los precios de las obras de un artista en el mercado. En esa situación, De Miguel comentó que buscan obras similares en el tamaño y calidad de coetáneos. Otras veces “nos llega un pintón” cuyos propietarios te dejan tiempo para que puedas estudiarlo en profundidad antes de subastarlo. Ahí tocan a expertos y elaboran pruebas técnicas de la obra. Por otra parte, el peritaje en subasta de piezas decorativas es “complicado”, porque hay que “depurar mucho” en los lotes que llegan a la casa de subastas.

“Tienes que estar atento a la pieza y resulta muy importante estudiar, pero también ver, ver y ver, tener paciencia y sobre todo apoyarse en instituciones y galeristas que te ayuden. En las subastas nunca hay dos días iguales, te obligan a estar continuamente en formación y refrescándote”, señaló la directora de Segre, que, en el relato de los procederes de su profesión, contó cómo una Cibeles de Marfil partió de un precio inicial de 7000 euros y terminó vendiéndose a 160 000 euros, cómo una veleta de los años 40-50 de tipo provenzal llegó a los 6000 euros gracias a pujadores con ancestros herreros y cómo una medalla en ágata con una virgen tallada, que pensaban que era la de Montserrat y terminó siendo la Virgen de Walsingham, la patrona de Inglaterra, alcanzó los 26 000 euros. “A veces nos equivocamos, somos mortales, y eso te sirve para aprender y buscar esa vuelta de tuerca en la pieza”, sentenció.

Ludmila Costa, profesora e investigadora de la Universidad Federal del Estado de Río de Janeiro, centró su intervención en el estudio iconográfico en la pericia de obras de arte y cómo el análisis de los trajes reales ayudó a contextualizar y datar una pieza, independientemente de las confirmaciones técnicas del artista.

Leona y Vientos

El peritaje de las piezas de plata también formó parte de las materias de las II Jornadas organizadas por la Universidad Nebrija. Jimena Aballay, licenciada en Peritaje y Valuación de Obras de Arte por la Universidad del Museo Social Argentino, y que, en la actualidad, está cursando el Máster en Curatela Artistica e Didattica dell’ Arte” en Accademia di Belle Arti di Firenze, analizó un caso práctico de pericia en la que tuvo que tener en cuenta el análisis de elementos decorativos, las técnicas constructivas empleadas, la identificación cultural e histórica, la comparación con  otras piezas y la denominada “prueba al toque” para poder determinar la autenticidad del metal precioso.

El Institut Valencià de Conservació, Restauració i Investigació (IVCR+i) también participó en el encuentro. Atendiendo a la misión de este instituto –“la protección, conservación, restauración, investigación y difusión de los bienes muebles integrantes del patrimonio cultural valenciano”-, Greta García Hernández afirmó que la policía suele hacer una primera consulta sobre una obra localizada, pero es el juez quien determina la solicitud de un informe pericial. García Hernández explicó la autentificación de la obra inédita Una leona, de Cecilio Pla.  Intervenida en un caso de robo, el equipo siguió rastros documentales y periodísticos y analizó los trazos de otras obras del autor y el lienzo donde está plasmado Una leona para certificar su autenticidad. “A veces el peritaje es el recate histórico de una obra”, ilustró.

Volviendo al ámbito argentino, Fernando Gómez Benigno, comisario del Departamento de Protección del Patrimonio Cultural, una unidad especializada en identificar y detectar obras de arte falsificada; Florencia Galesio, jefa del Área de Investigación y Curaduría del Museo Nacional de Bellas Artes; la perito calígrafo Estefanía Gómez, y Alejandro Matías Centofanti, oficial jefe Comisario de la Policía Federal Argentina, presentaron el caso del peritaje del cuadro Los vientos del sur atribuido al artista Ernesto Deira, caracterizado por la eficacia y la colaboración de diferentes profesionales.

Lo efímero

La profesora Diana Angoso de Guzmán presentó la siguiente serie de ponencias. En la recta final, Paloma Rodera, fundadora de Kleos Art Consulting y redactora jefa de la sección de Arte de Culturamas, habló sobre la contemplación de una obra de arte, que no es tangible, pero tiene una relevancia incluso en el peritaje. “Todo ese valor es justificable en los precios”, matizó. Las performances o los happenings son piezas de arte efímeras, de las que “nos queda un residuo documental en forma de video o fotografías”, que difieren del formato teatral.

Este tipo de manifestaciones artísticas como las creadas por Tino Sehgal y Félix González Torres y su Montaña de caramelos, que va desapareciendo a medida que los espectadores se los comen, están “acotadas en el tiempo”. ¿Cómo se puede hacer peritaje de estas obras y darles un valor? “Está muy abierto, el mercado está generando todavía unas guías por donde poder caminar. En estos momentos es fundamental entender, más allá de las tasaciones, qué es coleccionar y atesorar obras de arte”, arguyó Paloma Rodera.

En ejemplos transmedia, que intentan “generar interacción con el público”, Rodera planteó las dificultades del peritaje tradicional, “que nos lleva a replantear el mercado de las obras de arte”.

Los NFT llaman a la puerta

Para finalizar las Jornadas, Marta Suárez-Mansilla, vicepresidenta de la Asociación de Derecho del Arte (ADA) y fundadora y directora de Artworld Law, y Pablo Álvarez de Toledo, director del Departamento de Artes de la Facultad de Comunicación y Artes de la Universidad Nebrija, trataron el contexto jurídico, el valor económico y el paradigma de los NFT (Non Fungible Token o vale digital), que el diccionario británico Collins define como identificador digital único que registra la propiedad de un activo digital. “Los NFT, que se basan en la tecnología blockchain, son exclusivos y únicos, sin posibilidad de que existan copias, plagios o repeticiones”, aclaró Suárez-Masilla.

A su juicio, los NFT no vienen a cambiar las reglas de juego comerciales, pero afecta a la percepción social de las obras. “Al adquirir una NFT adquirimos la propiedad de la obra, pero no sus derechos de explotación”, matizó la abogada de ADA. Los artistas muy jóvenes con breve trayectoria y el ámbito de las criptomonedas definen este nuevo mercado.

“Estamos en un momento de explosión de los NFT”, añadió Pablo Álvarez de Toledo. Muchos artistas se ven seducidos por la comercialización de estos formatos. Por ejemplo, Ana Carreras con la venta de NFT de su serie Trossets, generada por ordenador, “gana en 45 minutos lo que nunca ganaría la suma de muchos artistas en sus vidas”. El profesor de la Universidad Nebrija opinó que “esta fiebre de oro”, por la que la Galería de los Uffizi ya es el primer gran museo que se aventura en los NFT, lleva una lógica de digitalización del mundo que el arte refleja. ¿En este nuevo paradigma dónde queda ubicada la disciplina del peritaje de obras de arte? “Tal y como la conocemos parece que queda obsoleta, deja de tener sentido; el NFT se autopedita porque es en sí mismo un certificado digital al mismo tiempo que su obra. Los NFT son la muerte del peritaje de las obras de arte cuando consideramos que son una obra de arte, pero cuando los consideramos como una herramienta, no asistimos a la muerte del peritaje, sino que potencia la profesión”, afirmó.

Próximo libro

Las actas de las II Jornadas de Peritaje de Obras de Arte se publicarán en unos meses en la editorial Tirant lo Blanch. El encuentro, que ya forma parte del paisaje cultural de la Facultad de Comunicación y Artes, abrigó también referencias al Título de Experto Tasador en Obras de Arte y Antigüedades y al Máster en Mercado del Arte y Gestión de Empresas Relacionadas de la Universidad Nebrija.

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