El Observatorio Nebrija del Español, en colaboración con la Facultad de Lenguas y Educación de la Universidad Nebrija, diseñó una jornada sobre la certificación del Español como Lengua Extranjera (ELE) en el Campus de Lenguas y Educación en Madrid-Arturo Soria. Dentro de la Semana de la Ciencia y la Innovación de Madrid, los expertos explicaron la investigación sobre certificación y las herramientas para optar a un reconocimiento oficial de esa destreza lingüística.
En el análisis de los retos y de las oportunidades en este campo, los anfitriones, Susana Martín Leralta, decana de la Facultad de Lenguas y Educación, y José Luis García Delgado, director del Observatorio Nebrija del Español, organizaron la presentación del libro La certificación en español: un universo valioso. Cartografía y valor económico, una mesa redonda, un taller de divulgación para profesores y una feria del libro con materiales de preparación para la certificación del ELE.
En una jornada en la que, a su vez, el Instituto Cervantes presentó en su sede el Observatorio Global del Español, la Universidad Nebrija albergó unos debates que alimentaron la necesidad de una cultura de certificación de ELE que vaya más allá de las aulas y que impregne todos los estratos sociales.
Ayuda a profesores y estudiantes
Álvaro García Santa-Cecilia, subdirector académico del Instituto Cervantes, reseñó que el impacto de la certificación en todos los niveles “condiciona y determina la estructura de la enseñanza y ofrece un marco claro y estandarizado que ayuda a profesores y alumnos”. En su opinión, la movilidad, la internacionalización de la lengua y la promoción profesional son tres de los beneficios que otorga este reconocimiento oficial.
Aunque se observa un crecimiento “sostenido” en los exámenes y el estado de salud en los sistemas de certificación diseñados por el Instituto Cervantes es “bueno”, García Santa-Cecilia pidió a todos los implicados “desentrañar” las circunstancias del bajo porcentaje de certificaciones del español, que estudian 25 millones de personas en el mundo, con respecto a otros idiomas.
Una mayor visibilidad del sello SICELE, una iniciativa multilateral de instituciones de enseñanza de grado superior de países de habla hispana, y una especial atención lingüística a las zonas de Asia-Pacífico y del África subsahariana fueron otras de las reclamaciones del subdirector académico del Instituto Cervantes.
El papel de ACLES
Juana Sanmartín, responsable del Servicio de Idiomas de la Universidad de Murcia y presidenta de ACLES, Asociación de Centros de Lenguas de Enseñanza Superior, entidad que integra más de sesenta centros de las universidades españolas en el fomento del aprendizaje de lenguas extranjeras y su certificación, recordó que en 2011, cuando se lanzó el certificado de lenguas “hubo una batalla campal y desde las universidades pensamos que no podíamos dejar la certificación en manos de evaluadores externos”. Surgen así los exámenes CertAcles, que también imprimen un sello de calidad al conocimiento lingüístico.
“Más del 80 % de los usuarios reportaron un efecto positivo de la certificación en el trabajo y en la práctica docente. Considero fundamental que se contemple la posibilidad de una prueba estandarizada que muestre de una manera clara qué sabe de español el estudiante”, dijo. Como muchos alumnos extranjeros “vienen solo con un papel de su profesor firmado”, por eso esta prueba única “nos serviría para impulsar el español y reintroducirlo en los programas internacionales”.
Una adecuada certificación de español en la universidad, a su juicio, no es un mero trámite ni una medallita, sino un sistema que puede mejorar las condiciones de trabajo, el acceso a puestos mayor cualificados y una promoción de “la cultura del valor del español”.
Industria de la lengua
Por su parte, José Miguel Sánchez Llorente, consejero delegado en Cursos Internacionales de la Universidad de Salamanca, defendió el término de industria de la lengua por encima del más manido de turistas idiomáticos. “La certificación no deja de ser un eslabón más en una cadena de valor que en la Universidad de Salamanca también está integrada por la formación en línea con alumnos y profesores en origen y auditorías de centros. Certificarse con mayúsculas es más que un papel, tienes que subir un nivel y hablar de valor y excelencia”, opinó.
Qué entidades reconocen esa certificación y para qué sirven son los dos conceptos claves que en este campo destacó Sánchez Llorente, que también subrayó que los europeos tienen más arraigada la cultura de la certificación que sus compañeros norteamericanos.
Miguel Carrera, profesor titular de Economía Aplicada de la Universidad de Salamanca, participante activo durante toda la jornada celebrada en la Facultad de Lenguas y Educación, equiparó la certificación en español con un valor económico en el mercado laboral. Es uno de los autores del libro La certificación en español: un universo valioso. Cartografía y valor económico, presentado en septiembre en el Instituto Cervantes, un trabajo “sin precedentes” en otros idiomas.
Libro La certificación en español
En este volumen, síntesis de otro trabajo más extenso de 500 páginas de 15 investigadores y asesores académicos y científicos desde finales de 2022 hasta septiembre de 2024, analiza una encuesta realizada a 16 000 candidatos. En términos económicos, por la vía de los costes incurridos se obtiene una cifra anual de 53 millones de euros en DELE (Diplomas de Español como Lengua Extranjera) y 14 millones en SIELE (Sistema Internacional de Evaluación de la Lengua Española), que suman 67 millones de euros. En términos individuales, esto supone un gasto medio de 520 euros por persona en DELE y 952 euros en SIELE (Sistema Internacional de Evaluación de la Lengua Española), con una media ponderada de 575 euros.
La valoración contingente ─o subjetiva por parte de los candidatos, segunda vía metodológica, complementaria de la anterior─, muestra resultados similares: 51 millones de euros anuales en DELE (sumando valoración de los aprobados y disposición a pagar de los suspensos) y 21 millones en SIELE, que suman 72 millones de euros. En términos de valoración por persona, la media ponderada de ambos exámenes es de 623 euros. Aquí también los resultados son muy cercanos ─en torno a los 600 euros por candidato─ a los obtenidos a través de los costes incurridos.
Inés Soria, responsable de la Unidad de Certificación Lingüística del Área Académica del Instituto Cervantes, moderó en la jornada sobre certificación un debate en el que participaron los tres autores de La certificación en español: un universo valioso. Cartografía y valor económico, la “ambiciosa” investigación desarrollada por el Observatorio Nebrija del Español (ONE) y el Instituto Cervantes con el impulso de la Fundación Nebrija: Susana Martín Leralta, decana de la Facultad de Lenguas y Educación de la Universidad Nebrija; Juan Carlos Jiménez, profesor titular de Economía Aplicada de la Universidad de Alcalá; y el citado Miguel Carrera.
Topógrafos y tasadores
El libro, que consta de tres partes -cartografía, valor económico y soluciones- refleja, según Juan Carlos Jiménez las reflexiones asentadas de “topógrafos que hemos medido el terreno de la certificación y economistas como expertos tasadores del terreno”. Con “más preguntas que las que teníamos al principio”, el libro “nos ha abierto la mente y nos ha mostrado senderos que ni siquiera sabíamos que existían”.
Jiménez afirmo que la relevancia, la ambición, la originalidad, el rigor, la metodología, la aplicabilidad, la transmisión del conocimiento, la interdisciplinariedad, el componente interuniversitario y la apertura a nuevos retos se mezclan en el trabajo con recomendaciones generales y propuestas concretas que no evitan el análisis DAFO (Debilidades, Amenazas, Fortalezas y Oportunidades) de la certificación en español.
Como debilidades destacadas están el bajo peso del español en ámbitos clave de la ciencia, la economía y la política, y la falta de una estrategia común para potenciar el español por parte de los países hispanohablantes. También hay algunas específicas de la certificación, como la existencia de diferentes “culturas de certificación” en el mundo, la fragmentación de los mercados o la falta de aprendices.
Entre las amenazas, el estudio comprueba la competencia de otras lenguas con políticas muy activas de promoción en enseñanzas para escolares, la escasa exigencia de certificaciones lingüísticas por parte de las administraciones públicas y la autocomplacencia con la situación actual, que puede limitar la ambición de las políticas de promoción de la certificación.
Prestigio del español
Las fortalezas señalan a la dimensión internacional del español, el atractivo de España y la América hispanohablantes o la expansión de la enseñanza de ELE en el mundo, sobre todo en el contexto escolar. Entre las específicas de la certificación se encuentran la variada oferta de certificaciones y su prestigio, la actividad editorial y de enseñanza aparejada a las certificaciones y la existencia del SICELE, un reconocido sello de calidad para la certificación del español.
De las oportunidades identificadas sobresale la tendencia al crecimiento del número anual de certificaciones. En el mercado de Estados Unidos, en concreto, se abren grandes esperanzas porque hay una creciente “prima salarial” para los trabajadores que hablan español, lo que puede sumar esfuerzos para impulsar la certificación en ese mercado. El fomento del Español como Lengua Extranjera y el aprovechamiento de las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías constituyen otras dos oportunidades reflejadas en el libro.
La investigación incluye un decálogo de recomendaciones dirigido a “los tomadores de decisiones”: abrir y mantener una línea de estudio sobre la certificación del español, coordinar el trabajo de las distintas administraciones y agentes implicados en la certificación del ELE, adoptar y desarrollar medidas para potenciar la certificación del español en los distintos planos académicos, reforzar la formación de los profesores de ELE en evaluación certificadora a través de programas de máster y otros títulos específicos, crear y consolidar una imagen de marca de la certificación de ELE, obtener sellos de calidad por parte de las entidades certificadoras, desarrollar sistemas certificativos evitando así la fragmentación de la oferta, seleccionar y analizar casos de éxito, obtener y movilizar suficientes recursos económicos para potenciar la certificación del ELE, y demandar para la gobernanza de la certificación del ELE suficiente rango institucional.
Observatorio Global del Español
Estas recomendaciones sirven de base a 18 propuestas concretas (de posicionamiento, de estructura y de producto) que se formulan con la intención de mejorar el universo certificativo del español. Entre ellas se encuentran el recién creado Observatorio Global del Español, para que integre las competencias y recursos necesarios en la cultura de la certificación, y la petición de un máster universitario en evaluación certificadora de competencia lingüística.
Susana Martín Leralta, acompañada de José Luis García Delgado y de los coautores del libro, contextualizó la panorámica “amplia y detallada” de la oferta y la demanda de la certificación que ha tenido en cuenta los 85 exámenes y los 22 sistemas. “Ante esta diversidad, es importante la constatación del sello de calidad”, aseveró.
Texto: Javier Picos. Fotos: Zaida del Río.