Patrik Schumacher: “La arquitectura está para proporcionar orden, no cobijo”

Por todo el talento que ha ido desplegando en edificios de medio mundo, por la radicalidad de sus provocadoras propuestas teóricas y porque no se ha prodigado en España, la visita de Patrik Schumacher a la Universidad Nebrija se convirtió en todo un acontecimiento para el mundo de la arquitectura. Llegó a Madrid el pasado 5 de marzo para pronunciar una lección magistral (que lo fue, en efecto), llamada Architecture as a human universal, y dejó boquiabierta a su audiencia por la complejidad y profundidad de su discurso. Aquí un pequeño adelanto.

Antes que Arquitectura, el alemán Patrik Schumacher estudió Matemáticas y Filosofía en Bonn. Quizá este hecho haya determinado que, además de arquitecto, Schumacher sea un intelectual, casi un filósofo de la Arquitectura. Era todavía un alumno cuando ingresó en el estudio de Zaha Hadid, arquitecta fundamental del siglo XX, maestra y amiga de la que apenas se separó hasta la muerte de ella en 2016. Ya antes de ese momento Schumacher era su mano derecha y participó en grandes proyectos icónicos como el Centro MAXXI de Arte y Arquitectura Contemporáneos (Roma, Italia) o el primer edificio terminado del estudio Zaha Hadid Architects (ZHA), la estación de bomberos de Vitra.

Desde 2016 Schumacher es el responsable de la práctica arquitectónica de ZHA, una firma que ha imprimido –y sigue imprimiendo- un sello personalísimo en la arquitectura contemporánea.

A su brillante carrera como arquitecto ha añadido una faceta de profesor desarrollada en universidades como la Illinois University de Chicago, la Columbia University de Nueva York o la Universidad de Innsbruck. Pero Schumacher tiene además la vocación de liderar la reflexión teórica dentro de su disciplina. Su obra más conocida (y polémica) se llama La Autopoesis de la Arquitectura. Es un extenso tratado con una propuesta integral de interpretación de la Arquitectura en el momento actual, de su papel en la sociedad y de qué criterios arquitectónicos deben prevalecer en el mundo posmoderno: los que él defiende, los del parametricismo.

El evangelista del parametricismo

¿Pero qué es el parametricismo? Es un término acuñado por el propio Schumacher en 2008. Define un estilo arquitectónico de vanguardia que según Schumacher debe suceder al modernismo y al posmodernismo imperantes en las últimas décadas. Su origen es el diseño paramétrico, que se basa en las restricciones de una ecuación paramétrica. Todos los elementos del diseño deben ser por tanto variables paramétricas y adaptables. “El parametricismo rechaza la homogeneización (repetición en serie) y la diferencia pura (aglomeración de elementos no relacionados) en favor de la diferenciación y la correlación como valores de composición clave. El objetivo es construir una mayor complejidad espacial manteniendo la legibilidad”, según lo definen en la Universidad Ramón Llull.

Volviendo a Schumacher, fue presentado en su visita a España por el director de la Escuela Politécnica Superior de la Universidad Nebrija, Jordi Viñolas, que le dio la bienvenida y declaró que organizar conferencias como las del arquitecto alemán “es el tipo de cosas que queremos hacer: enlazar a nuestros alumnos con personas que tienen mucho que decir y que les pueden retar”.

El director del Departamento de Arquitectura y también arquitecto, Fernando Moral, aseguró que “Schumacher es una figura fundamental para entender la arquitectura y el diseño actuales. Que una persona de su relevancia esté aquí es la razón de ser de nuestra Escuela: acercar a nuestros alumnos la máxima calidad del conocimiento para crear un contexto dinámico y de excelencia”.

Tras las presentaciones, el diseñador mostró, casi al descuido, un deslumbrante abanico de proyectos elaborados o adjudicados a su estudio. Por ejemplo, la espectacular ópera de la ciudad china de Cantón que incluye un auditorio de enorme complejidad geométrica, el Centro de Artes Escénicas de Abu Dabi que se asoma al agua como si fuera también agua, o la sala de conciertos de Ekaterimburgo, en Rusia, cuyas ondas emulan las vibraciones musicales. En Madrid tenemos un ejemplo de diseño interior en el Hotel Puerta América, en algunas de cuyas habitaciones podemos encontrar la inequívoca firma fluida de ZHA.

Torres, viviendas, aeropuertos, estaciones de metro… Un desfile de formas curvilíneas con una obsesión común por la visibilidad interior de los espacios. Todos distintos, todos con un sello claro y distinguible.

Construir es comunicar

“La arquitectura está para proporcionar orden, no cobijo”. Así de contundente arrancaba Schumacher su clase magistral, asegurando que “la función social de la arquitectura es ordenar y proporcionar un marco para la interacción comunicativa, ordenar los procesos sociales. Construir es comunicarse. El orden social requiere orden espacial. El cerramiento y la partición son operaciones fundamentales que constituyen el orden espacial, social y conceptual”.

Schumacher argumentó también que la humanidad se adquiere por diferenciación de orden social. Apuntó que esta diferenciación es una necesidad del género humano, puesto que incluso en las tribus más pobres y primitivas existen adornos, objetos y otros elementos que evidencian una posición social determinada. “En cualquier parte del mundo encontramos esta diferenciación estética como signo de estatus. El diseño implica comunicar orden social y político. Ropas y adornos son elementos de distinción social, permitidos o no en función del status. Esto es caro, pero no superfluo. También encontramos esto en los sistemas corporativos, cada profesión y localización tiene su significado particular. Diferentes culturas de todo el mundo, incluso con la misma estructura, muestran diferencias creativas”.

 “La arquitectura es necesaria para la evolución social y cultural”

“El orden social”, continúo el arquitecto, “exige orden espacial y señalización semiológica, y la creación de entornos ricos en información, legibles”.  “Con demarcaciones se pueden evidenciar distintas actividades en un mismo espacio. Como en un campo de fútbol, que con diferentes líneas puede acoger uno de voleibol, de tenis, etc. Se pueden hacer coexistir varias actividades, eso es semiología en funcionamiento”.

Schumacher insiste en el significado, en el sentido de su disciplina. “La localización tiene significado, las formas, el anidamiento, las reticulaciones… Todo significa algo”. Todos esos elementos configuran una gramática arquitectónica que debe proporcionar sentido, generar significados complejos. En esta línea, el arquitecto propone que la simbología se integre en la estructura. Y pone un ejemplo: “en lugar de pintar una superficie cerrada, crear distintos repertorios de reticulación”, que la propia estructura del edificio sea la que hable.

Este tipo de aproximaciones se ven impulsadas, según el conferenciante, por “la innovación en ingeniería y materiales, que está contribuyendo a abrir muchas posibilidades de reticulación”. En sus proyectos abundan las distinciones hechas con niveles, escalones, formas, pero una constante es la intervisibilidad entre los espacios, que no hay paredes entre ellos. “Las demarcaciones en el suelo ayudan a reconfigurar los espacios. Son cambiantes, flexibles y pueden convertirse en un espacio abierto”. Aunque cambien, esos espacios “siempre se mantienen legibles”.

El estudio de Zaha Hadid, radicado en Londres, también se dedica al diseño de interiores. Los muebles y la señalización interior contribuyen a generar esa gramática que se adapta a los usos. “También el mobiliario se mueve, se reorganiza generando múltiples posibilidades funcionales”, añade Schumacher. El propósito es “que esos elementos proporcionen facilidades para configurar distintos espacios: para estar de pie, sentarse, reunirse, aislarse… y cada vez hay un sentido social diferente. Usamos la similaridad y la simetría para ayudar a entender las cosas. Cuando todo está mezclado no entendemos a qué pertenece cada cosa”.

Además de las demarcaciones interiores y la simbología estructural, Schumacher está explorando en sus edificios cómo cambia la percepción de los elementos, cómo se altera la realidad física según la perspectiva del sujeto.

Todos estos elementos de experimentación y comunicación se orquestan en los edificios de ZHA como en una sinfonía. Se superponen, mutan, generan distintas lecturas. Y al final, si se cumplen los deseos de Schumacher, se entienden. “Podemos leer el lenguaje de la arquitectura, es creíble”.

[Schumacher pronunció una lección magistral en la Universidad Nebrija antes del confinamiento que se hace pública ahora]

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