“Dos libros abiertos de cómo se ejerce el periodismo ante todo y a pesar de todo”

Reporteros Sin Fronteras (RSF) y la Universidad Nebrija clausuraron su semana sobre periodismo amenazado con el relato en primera persona de la mexicana María Teresa Montaño y el cubano Waldo Fernández que, a su pesar, se han convertido en noticia por el acoso y las amenazas que han recibido en sus países de origen. Lula Gómez, vocal de RSF e informadora freelance, los definió, ante una audiencia de estudiantes de la Facultad de Comunicación y Artes de la Universidad Nebrija, como “dos libros abiertos de cómo se ejerce el periodismo ante todo y a pesar de todo”.

En la presentación de la mesa redonda, el profesor e investigador Eduardo Castillo señaló que “los focos del riesgo” de los periodistas se encuentran en todo el planeta y no se circunscriben solo a un área concreta, aunque en países como México, donde más asesinatos de periodistas se perpetran, el 90 % de esas muertes quedan impunes, según cifras de RSF. Su presidenta, Aurora Mínguez, también señaló a Cuba, “donde la situación se degrada continuamente y donde el régimen no permite que haya un medio de comunicación que sea realmente libre”. Antes de dar la palabra a los dos periodistas centroamericanos, Mínguez instó a los universitarios a “conocer una cara B de la profesión periodística, su lado más duro” que une “la vocación con el sacrificio personal y el amor a la libertad de prensa”.

Recientemente Reporteros Sin Fronteras ha presentado el IV Programa de Acogida Temporal de Periodistas Perseguidos en América Latina, financiado por el Ayuntamiento de Madrid. María Teresa Montaño y Waldo Fernández están incluidos en un plan que les permite alejarse durante tres meses de sus entornos hostiles y recibir apoyo psicológico y formación.

Represión y hostigamiento

Montaño, con una amplia trayectoria periodística en Ciudad de México, fue despedida de su medio por presiones políticas. La fundadora de los dos primeros portales en su provincia dedicados al periodismo de investigación, transparencia y verificación denunció el incremento “exponencial” de las agresiones a informadores en México, sobre todo desde 2006, que se traducen en “represión policial, hostigamiento gubernamental, espionaje digital, campañas de desprestigio -sobre todo a mujeres- detenciones arbitrarias o acusaciones falsas de políticos y servicios públicos”.

Además de esa “gran variedad de agresiones”, Montaño concretó que desde el año 2000 hasta la actualidad han sido asesinados 145 periodistas en su país -8 en lo que va de año-. Hay 30 desplazados y 10 desaparecidos, cuyos casos “no se investigan”.

Distinguiendo entre un periodismo “independiente y honrado” y “otro que se ha puesto de rodillas al servicio de los que han comprado su silencio”, María Teresa Montaño sentenció que los periodistas mexicanos “quedamos atrapados en el fuego cruzado de los políticos corruptos y el crimen organizado”. Igualmente, “aunque en México también hay una gran corrupción de medios de comunicación”, Montaño consideró que el presidente Andrés Manuel López Obrador crea un “ambiente de animadversión contra los periodistas” en las mañaneras, su conferencia de prensa diaria, en la que “se produce un señalamiento directo” a los informadores.

“Asedio constante”

Al igual que Montaño, que sufrió un secuestro de tres horas, Waldo Fernández, redactor de Diario de Cuba, relató “las amenazas del régimen” de su país para procesarlo y su detención después de cubrir las manifestaciones de julio –fue liberado después de imponerle una multa por violar las medidas sanitarias del covid-19-. “Ejercer el periodismo en Cuba implica un asedio constante”, dijo en relación con su caso y el de otros colegas como Camila Acosta, corresponsal de ABC, “a la que se le impide salir de casa”.

Waldo Fernández, que definió el periodismo como “una suerte de idealismo que no es lógico pero que te hace un ser social y amar lo que haces y aportas”, tildó de “osadía el hecho de ser un periodista independiente en Cuba”.

Por su parte, Lula Gómez también contó el hostigamiento y las amenazas que sufrió cuando trabajaba en una universidad de Colombia y sacó a la luz con sus alumnos un periódico gratuito: “Nos mandaban esquelas con un cállate y nuestra fecha de nacimiento”. No obstante, quiso destacar, sobre todo, la labor del periodismo local en zonas de conflicto, sin olvidar “uno de los peligros actuales de la profesión: la precariedad”.

Los comentarios están cerrados.