Man Ray, las vanguardias, los años 20 y la libertad sexual agasajan a Parténope

El Teatro Real y la Universidad Nebrija han estrenado el segundo ciclo Hilvanes de Ópera. Los profesores del Grado en Diseño de Moda de la Facultad de Comunicación y Artes contextualizan, desde el punto de vista del diseño de vestuario, los diversos montajes del escenario madrileño. Parténope, de Georg Friedrich Händel (1685-1759), que se representa hasta el 23 de noviembre, en la célebre producción de la English National Opera, en coproducción con las óperas de San Francisco y Australia, no ha escapado al influjo de las conferencias de los expertos de la Nebrija.

De la puesta en escena de Christopher Alden, Paloma Rodera subrayó que “no busca catalogar ni generar etiquetas”, sino “impulsar prendas de líneas rectas, con colores neutros, tejidos naturales y trajes masculinos en cuerpos femeninos y todo ello acompañados del corte de pelo a lo garçon, que busca reflejar la ambigüedad”. La propuesta, con aires a los años 20, bebe del dadaísmo y surrealismo del fotógrafo Man Ray, seudónimo de Emmanuel Radnitzky (1890-1976). “Vamos a navegar por el proceso creativo de Parténope que incluye el imaginario de lo andrógino en la moda así como las influencias y referencias de Man Ray y la estética de la Bauhaus”, comentó Sonia Lázaro, coordinadora del Grado en Diseño de Moda, en el inicio del II Ciclo Hilvanes de Ópera.

Como refleja un comunicado del Teatro Real, “el travestismo, la libertad sexual y la fluidez de género” de la ópera, cuyo motor son el amor y el deseo, encajan perfectamente con “el surrealismo y su visión de la naturaleza erótica de la psique”, según el director de escena Christopher Alden. Parténope, reina fundadora de Nápoles, tiene que elegir a uno de sus cuatro pretendientes: el fogoso Arsace (príncipe de Corinto), el tímido Armindo (príncipe de Rodas), el guerrero Emilio (príncipe de Cuma) o el seductor Eurimene, que en realidad es Rosmira, la expareja despechada de Arsace, que se disfraza de hombre para vengarse de su antiguo amante ­al que sigue queriendo­ y competir con él en la seducción de la reina.

Doble sentido

Los personajes de la ópera desfilan en la mansión art déco de Parténope bajo las referencias de Man Ray, “una de las figuras pioneras en explorar los intersticios en al arte”, que, de acuerdo con Paloma Rodera, buscó siempre “un doble sentido, oscilando entre una representación fiel de la realidad y la búsqueda de un mundo onírico”. El vestuario, fiel a las fotografías de moda de Man Ray, como en las que inmortalizó a Coco Chanel y Marlene Dietrich, supone “una liberación femenina, un estilo andrógino que empieza a estar patente en los años veinte en una mujer libre y reivindicativa”.

Paloma Rodera afirmó que Man Ray, “la encarnación de un americano en París” y atento a los movimientos de vanguardia, sitúa a la fotografía como un arte, investigando en sus rayogramas -una técnica de obtención de imágenes sin cámara fotográfica- y en la cámara estenopeica. Asimismo, “uno de los mayores legados” que nos ha dejado el artista norteamericano es “esa manera diferente de mirar la figura humana con dobles lecturas”, como se puede apreciar en sus icónicas Lágrimas o El violín de Ingres. Según Rodera, detrás de cada una de sus imágenes “hay una poética y una muestra del arte conceptual”, que también se esconde en las fotografías del español Chema Madoz.

La profesora del Grado en Diseño de Moda cerró la primera ponencia de la nueva colaboración entre el Teatro Real y la Universidad Nebrija recordando el epitafio de Man Ray: “Despreocupado, pero no indiferente”.

 

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Fotos: © Javier del Real | Teatro Real.