La única inteligencia es la humana. Está detrás del desarrollo de la inteligencia artificial o, mejor dicho, de las inteligencias artificiales que campan más allá de los modelos extenso de lenguaje (Large Language Model) como ChatGPT. El término de inteligencia artificial, por lo tanto, plantea dudas en su propio concepto. Esta es la tesis central que defendieron el filósofo Fernando Broncano y el editor y poeta Andreu Jaume, profesores del Máster en Humanidades Contemporáneas. Los convocó y los espoleó el académico Darío Villanueva, director de este posgrado de Nebrija que comenzará el próximo octubre.
El informático John McCarthy ideó el término de inteligencia artificial (IA) en la Conferencia de Dartmouth en 1956 donde el economista Herbert Simon había apostado por una cadena de palabras para referirse a lo que estaba por llegar: “procesamiento avanzado de información”. Al final el concepto de IA se fue imponiendo con el paso del tiempo. A esta referencia histórica aludió Fernando Broncano, que apostilló. “No hay IA; primero, porque es la inteligencia humana quien la crea y, segundo, porque habría que hablar de ella en plural, más allá de los modelos lingüísticos que van a continuar con los chicos de secundaria fascinados con estos juguetes”.
“El mayor robo de conocimiento de toda la historia”
Enfrascados en una “inmensa burbuja mediática y propagandística”, el catedrático emérito de Filosofía de la Universidad Carlos III de Madrid, en su recorrido por la génesis de esta tecnología, apuntó a la eclosión de ChatGPT3 como “el mayor robo de conocimiento de toda la historia; chuparon todo lo que estaba en internet sin ningún conocimiento ni ningún derecho; a través de unos potentes procesadores, hicieron la IA generativa con unos prompts (instrucciones) que nos devuelven probabilidades, algunas de las cuales aciertan en lo que preguntamos”.
A juicio de Broncano, hay dos “ansiedades” y miedos que provoca la inteligencia artificial: la ontológica y las epistémica. Para combatir la primera recordó que no hay inteligencia en la IA, “la inteligencia artificial está en un enorme sistema híbrido que forman los ingenieros, los entrenadores mal pagados del sistema y los usuarios. Estamos modificando internamente las estructuras y modificamos los pesos de conexión probabilística”.
Los modelos del mundo y los modelos de modelos de datos
Sobre la ansiedad epistémica y la respuesta a la pregunta de si podemos fiarnos del sistema, el autor de ensayos como La melancolía del ciborg, Cultura es nombre de derrota o La escala de las cosas fue rotundo: “No podemos porque tiene una tasa de alucinación del 30 %, esa es una tasa permanente. Los que pueden conectar con la realidad, los que tienen capacidad de referencia, somos los humanos, nuestros modelos hacen modelos del mundo y los grandes modelos lingüísticos artificiales hacen modelos de modelos de datos”.
En esta “fascinación por los aparatos técnicos sofisticados, sí podemos fiarnos de ellos cuando los ponemos en plural con modelos controlados”, cuando se entrenan para avanzar en los campos científicos como el médico porque “se introducen datos reales”. Fernando Broncano aseveró que la inteligencia artificial no nos va a adelantar “porque la inteligencia colectiva va a ir siempre más adelante, aunque tengo poca esperanza en la soberanía tecnológica, este tema hay que tomárselo en serio por los oligopolios que la dominan”.
Sobre la usurpación y la claudicación
En el debate organizado por la Universidad Nebrija y el Colegio Libre de Eméritos, Andreu Jaume, por su parte, instó a no caer en el rechazo completo ni ser “apocalípticos” ante la irrupción de la inteligencia artificial, aunque la inteligencia humana “ha de estar alerta”.
El editor, traductor, profesor, poeta y ensayista reclamó el papel de las humanidades para contrarrestar la “usurpación” en los nombres y “la claudicación absoluta” ante las nuevas tecnologías: “No hay inteligencia artificial, la inteligencia es otra cosa. La inteligencia humana se caracteriza porque es irreductible”.
“Hay una causa general contra toda la producción humanística de occidente, un intento de dinamitar esa singularidad, ese espacio de complejidad enorme, Este engaño, aliado con la tecnología, con la mal llamada inteligencia artificial, puede ser letal”, añadió.
En la defensa de la discusión en términos humanos donde las palabras “importan”, el autor de Tormenta todavía, se preguntó: “¿De dónde viene esa necesidad de que nos sustituyan las máquinas?, ¿tanto nos odiamos y nos despreciamos?”.
La referencia de Víctor Gómez Pin
Con referencias al libro El ser que cuenta. La disputa sobre la singularidad humana, de Víctor Gómez Pin, al que también citaron Darío Villanueva y Fernando Broncano, el editor Andreu Jaume consideró que la IA puede superarnos en cantidad, pero no en calidad, “no en la esencia de la inteligencia humana irreductible”. Para argumentar esta opinión, mostró cómo Gómez Pin hace discutir a Aristóteles, Kant y Proust con la tecnología con un resultado “deslumbrante”.
Siguiendo la senda crítica y argumentada de Gómez Pin, el editor y poeta señaló que los propios chatbots “son incapaces de ofrecer respuestas disruptivas porque casi siempre caen en lo políticamente correcto”. Ante una audiencia de profesores y alumnos, Andreu Jaume lanzó este mensaje literal y literario: “Lo que la IA nos quiere imponer es que el razonar sea un resultado, pero la memoria es vacilante y está llena de olvidos y silencios. Esa vacilación de la inteligencia humana, ese titubeo, ese no saber que decir delata nuestra condición de seres vivos y seres vulnerables”.
Superficialidades y conocimiento
Al principio del coloquio, José Muñiz, rector de la Universidad Nebrija, definió la existencia de las relaciones entre tecnología y cultura como un proceso repetido en la historia, “lo curioso es que se han puesto de moda una de las tecnologías disruptivas, la IA, y concretamente los Large Language Models con modelos de redes neuronales y una capacidad de computación impresionante que en la última versión de ChatGPT ha alcanzado los trescientos mil millones de parámetros”. La paradoja, para el rector, radica en que, frente a la IA, “se escuchan muchas superficialidades sobre la inteligencia humana, la gente sabe muy poco de ella”.
Darío Villanueva, presidente del Patronato de la Universidad Nebrija y exdirector de la Real Academia Española, quiso ceder el protagonismo a sus compañeros del Máster en Humanidades Contemporáneas. Dejó algún apunte para contextualizar el debate y no cortó las intervenciones de los contertulios para seguir el hilo argumental de sus exposiciones. Según Villanueva, no hay que obviar que la denominada inteligencia artificial “ya está interviniendo en la propia vida de las personas”, pero, “como el vaticinio de la muerte del libro”, auguró, “muy poca suerte” a futurólogos como Ray Kurzweil que apuntan a que en breve espacio de tiempo la inteligencia artificial superará a la humana.
En la introducción al debate, Villanueva habló de la “inteligencia sentiente” característica de los humanos, término acuñado por Xavier Zubiri y desarrollado por Víctor Gómez Pin, y de la “cuestión ética” de la propia inteligencia artificial, que, como todo instrumento puede utilizare para su beneficio o lo contrario. “Los retos éticos del desarrollo de la IA son morrocotudos”, dijo.
Las implicaciones en la educación
Darío Villanueva quiso introducir la educación como otro de los ejes sobre los que podría girar el intercambio de ideas sobre la inteligencia artificial. Lo consiguió con la referencia al diálogo platónico de Fedro, donde Sócrates rechaza el invento de la escritura porque acabará con la memoria. ¿Hay trasunto de este relato en las aulas actuales, se empobrece la educación con el uso continuo de herramientas disruptivas?
Fernando Broncano volvió a explicar la ansiedad que genera la IA, esta vez entre el profesorado, que la siente “con razón”. En su opinión, “hay que reivindicar la vida en el aula y la conversación, el núcleo de la inteligencia humana es pensar en lo que piensan otros, nuestra inteligencia es colectiva, conversacional… hay que introducir de nuevo la conversación, aunque a veces no sea amable, y reivindicar el sentido común. Debemos volver al `sal a la pizarra y resuelve el problema´”.
“La vivencia de la enseñanza en el aula es insustituible para que no aparezca la pobreza cognitiva, nos llevará tiempo a adaptarnos sin rechazar lo imprescindible de la IA”, añadió Andreu Jaume.
Dos últimas reflexiones
En los momentos finales del debate, Broncano definió la inteligencia humana como “una diversidad de inteligencias, unas variaciones de enfrentarse a situaciones y problemas novedosos”, y arremetió contra la relevancia del coeficiente intelectual: “Intentar medir la inteligencia es de las cosas menos inteligentes que ha hecho la ciencia”.
Jaume sembró la duda y más preguntas – uno de los objetivos de los tres pensadores en liza – con una última frase cautivadora: “Somos primitivos de una era que está empezando”.
Máster en Humanidades Contemporáneas
La mesa redonda Inteligencia humana e inteligencia artificial fue el segundo acto público organizado por el Máster en Humanidades Contemporáneas que, impulsado por la Facultad de Lenguas y Educación de la Universidad Nebrija en colaboración con el Colegio Libre de Eméritos, busca revitalizar el humanismo clásico, adaptándolo a las necesidades y contextos del siglo XXI, a través de una reflexión crítica sobre la cultura, la sociedad, la tecnología y la ética. El primer acto, celebrado en marzo, reunió a Darío Villanueva y a los escritores Fernando Savater y Félix Ovejero
El Máster en Humanidades Contemporáneas, que “recupera los valores del humanismo de siempre”, consta de un claustro de veintidós docentes y aborda cuatro módulos gestados en numerosas sesiones de trabajo en el Colegio Libre de Eméritos: Cultura, Ilustración, Humanismo, coordinado por Fernando Savater; Humanismo, Derechos y contrato social, por Félix Ovejero; El camino a la condición humana: humanismo, saberes, ciencia y tecnología, por Camilo José Cela Conde y Fernando Broncano; y Lo humano en el arte, por Andreu Jaume.
Texto: Javier Picos / Fotos: Zaida del Río.