Diana Truyol es antigua alumna del Grado de Relaciones Internacionales. En su día eligió esta carrera porque quería contribuir a crear un mundo mejor. En esta entrevista nos cuenta su apasionante experiencia de trabajo en la Embajada de España en Kuwait y posteriormente en la Embajada de Holanda en Kuwait, así como su visión sobre el mundo diplomático y alguna anécdota entrañable.
¿Cuál fue tu experiencia en Nebrija? ¿Qué recuerdas especialmente de la carrera, profesores, alumnos…?
Mi experiencia en la Universidad Nebrija fue enriquecedora en todos los aspectos. En primer lugar me gustaría destacar el elenco de profesores, profundamente comprometidos con la educación y en segundo lugar el ambiente entre los compañeros. En mi opinión uno de los puntos fuerte de la Universidad con respecto a otras universidades es su diversidad en el alumnado, los estudiantes nacionales e internacionales formábamos y forman una gran familia.
¿Cómo surgió la oportunidad de trabajar en la Embajada de España en Kuwait y posteriormente en la embajada de Holanda en Kuwait?
Mi lema en la vida es ‘Quien la sigue la consigue’, tenía claro que quería trabajar en el extranjero y preferiblemente en algún país árabe; mientras terminaba mi trabajo de fin de grado hice una búsqueda intensiva sobre futuras becas o trabajos. Entre estas opciones, el MAEC ofrecía unas becas en sus embajadas por el mundo para estudiantes recién graduados o que estuvieran en su último año de carrera, así que envié mi currículum vitae a todas las embajadas españolas en países árabes. A los dos meses me contactó Alberto Ucelay, Cónsul de la Embajada de España en Kuwait, interesándose por mi perfil y en menos de un mes ya estaba instalada en Kuwait.
¿Cómo se desarrolló la experiencia?
Estuve en la embajada española cuatro meses, este periodo me sabía a poco así que empecé a buscar trabajo de cara al verano. Tras varias entrevistas finalmente tuve una para una vacante temporal en la Embajada de Holanda dentro de la sección consular y a los pocos días me llamaron para decirme que había que brindar oportunidades a las nuevas generaciones y por consiguiente que estaba contratada. ¡No cabía en mi de felicidad!
¿Cuáles eran tus funciones en el día a día dentro de la Embajada en Kuwait?
En la Embajada Española mis funciones eran variadas, principalmente me ocupaba de ayudar en la organización de las actividades culturales, desde coordinar eventos con otras embajadas, hasta la organización del examen DELE del Instituto Cervantes en Kuwait. Mi tutor durante la beca el Sr. Ucelay se preocupó por enseñarme todo acerca del funcionamiento de una misión diplomática: visados, reuniones de alto nivel, exposiciones, inventario, escritura de notas verbales o informes.
Y ¿en la Embajada de Holanda?
En la Embajada de Holanda, mi puesto era el de Asistente de la Oficina Consular. Desde las 8h a las 16h pasaban por ventanilla unos treinta solicitantes de visado para Schengen, me encargaba de ordenar sus documentos, tomar sus huellas dactilares, entrevistarlos así como preparar un pequeño documento para más tarde mandarlo a la oficina regional donde se emitían los visados. Esta experiencia me sirvió para darme cuenta de que me apasiona los temas relacionados con la fronteras, así como la importancia de la nacionalidad y de las injusticias que existen.
¿Te has planteado o te planteas ser diplomática y estudiar las oposiciones?
En respuesta a esta pregunta me surgen sentimientos encontrados. La idea de formar parte del cuerpo diplomático español es algo que me llena de ilusión. A todos los diplomáticos que he preguntado sobre la carrera me han dicho que hacerla fue la mejor decisión de su vida y que si volvieran atrás no cambiarían de profesión, pero al mismo tiempo al ver la diplomacia de cerca, te das cuenta de que es un mundo frío, en el que tienes que estar dispuesto a sacrificar muchos aspectos de tu vida personal.
¿Qué es lo que te atrae de esta profesión?
Los puntos que más me atraen son las funciones de representación y de servicio a la nación, la capacidad de establecer y fomentar lazos con otros países, ya sean culturales o económicos. También me llama la atención el marco en el que se inscribe, lleno de protocolo, antiguas costumbres, elegancia y honor. El diplomático vive muchas vidas dentro de la misma vida.
¿Alguna anécdota entrañable?
Hay una anécdota que recuerdo con especial cariño. Cuando trabajaba en la Embajada de Holanda vino a solicitar visado una familia kuwaitií. La mujer iba tapada con e nikkab (velo que solo se te ven los ojos) estaba un poco asustada por el choque cultural, ya que era la primera vez que viajaba a Europa, tenía miedo de que la vieran como una terrorista por llevar el nikkab. Entonces le expliqué con cariño las diferencias que podía encontrar una vez que llegara a Holanda, la tranquilicé y aconsejé sobre qué tipo de vestimenta o costumbres socioculturales respetar. Ella con cara conforme me cogió fuerte la mano y me la besó (símbolo para expresar amor y gratitud en el mundo árabe). Esta mujer vino a visitarme una vez estaba de vuelta para contarme su experiencia. Ahí comprendí que las diferencias no nos separan sino que nos enriquecen.
¿Qué consejos darías a los chicos que están estudiando Relaciones Internacionales en Nebrija y que están a punto de incorporarse al mundo laboral?
Les diría que ‘¡Al toro!’ Es una etapa de cambios y que hay que enfrentarse al mundo laboral con ilusión. Debemos estar agradecidos por todas las oportunidades que nos brinda el futuro a día de hoy. Les diría que sean lo que quieran ser, que no desistan, que peleen y si les gusta conocer nuevas culturas que se vayan lo más lejos posible. Ahora es el momento.
