Encuentro en la Universidad Nebrija con Elena Martín, responsable del departamento de Conservación del Museo Jorge Oteiza.

Jorge Oteiza, hacia la desmaterialización de la obra y la creación de un artista

Encuentro en la Universidad Nebrija con Elena Martín, responsable del departamento de Conservación del Museo Jorge Oteiza

“El arte no transforma nada, no cambia el mundo, no cambia la realidad. Lo que verdaderamente transforma el artista, mientras evoluciona, transforma y completa sus lenguajes, es a sí mismo. Y es este hombre, transformado por el arte, el que puede desde la vida, transformar la realidad”. Con estas palabras, Elena Martín, responsable del departamento de Conservación del Museo Jorge Oteiza, describió al escultor vasco nacido en Orio en 1908, que obtuvo el Gran Premio de escultura de la Bienal de Sao Paulo en 1957. Las palabras son del propio Jorge Oteiza y reflejan el carácter de uno de los artistas vascos fundamentales del arte español del siglo XX.

Encuentro en la Universidad Nebrija con Elena Martín, responsable del departamento de Conservación del Museo Jorge Oteiza.

La responsable del departamento de Conservación del Museo Jorge Oteiza visitó la Universidad Nebrija el viernes 16 de diciembre para participar en un encuentro con los alumnos de la Escuela de Arquitectura.

Durante este encuentro, Elena Martín hizo un recorrido por la obra de Jorge Oteiza, centrándose en su trabajo, desde la fachada del Santuario de Nuestra Señora de Aránzazu (su obra escultórica de mayor dimensión), iniciada en 1952, hasta su renuncia a la escultura, en 1959, para desarrollar su actividad en otros campos como la poesía, el cine o la educación. Su escultura evolucionó desde unos orígenes, en los años 30 del siglo pasado, con un marcado carácter figurativo, hasta unas piezas marcadas por geometrías esenciales y donde la definición del vacío es fundamental para comprenderlas.

Según explicó Elena Martín, la trayectoria del escultor era una reconstrucción permanente, basada en la idea de que el objetivo final del arte no es la obra, sino la creación del propio artista como una persona educada desde el arte y dispuesta para actuar directamente en la sociedad, como así lo indican las palabras de Oteiza.

La conservadora explicó, además, cómo el artista desarrolló un trabajo experimental a través de pequeñas piezas, “Laboratorio de Tizas”, donde de manera exhaustiva estudiaba muchas de sus preocupaciones e intereses a la hora de conformar sus esculturas, especialmente en su última etapa como escultor. Son todas de pequeña dimensión pero “tremendamente exhaustivas a la hora de plasmar variaciones formales-espaciales”.

Sus obras sufren poco a poco un proceso de desmaterialización, “dando lugar a esculturas cada vez más livianas, mínimas”. La idea de espacio vacío está muy presente, el concepto de imposibilidad de atrapar el espacio. La conservadora explicó que este proceso de desmaterialización en su obra lleva al escultor a concluir en una ausencia y un vacío de lenguaje, y en definitiva, a la retirada del trabajo escultórico.

Además de hacer un recorrido por la obras del escultor, Elena Martín mostró a los alumnos las imágenes del Museo Jorge Oteiza, situado en la localidad navarra de Alzuza, obra del arquitecto Francisco Javier Sáenz de Oiza. Según explicó la conservadora, el museo tiene bastantes referencias religiosas, espirituales, al igual que la obra de Oteiza.

Los comentarios están cerrados.