La Fundación Villa-Cellino e ILP Abogados apoyando el espíritu emprendedor

La Fundación Villa-Cellino junto a ILP Abogados llevó a cabo la entrega del Premio 200k a la mejor start-up española. La Universidad Nebrija acogió este acto porque entre sus valores se encuentra el fomento del espíritu emprendedor en la formación de profesionales que puedan poner en práctica y llevar a cabo lo aprendido en las aulas mediante el Grado de Creación y Administración de Empresas, los MBAs y el Club de Emprendedores, según explicó Fernando Tomé, decano de la Facultad de Ciencias Sociales.

Gonzalo Villa-Cellino, patrono de la Fundación Villa-Cellino, explicó que la Fundación trabaja en la concesión de becas de estudio, apoyo a las iniciativas privadas para la investigación en diversos campos y otorga ayudas al emprendimiento para nuevos proyectos: “Somos motor y apoyo de emprendedores en España”, dijo Villa-Cellino. José Luis Cobo, socio de ILP Abogados, explicó cómo surgió el Programa 200k para promover el apoyo a los emprendedores y presentó a los ganadores de este año: José Francisco García Molina y Mariano Guerrero Neira, fundadores de Weguest, una start – up que nació como una empresa de gestión de alojamientos turísticos y “ha ido evolucionando ofreciendo nuevos servicios a los clientes uniéndolos a las últimas tecnologías”. Actualmente trabajan en más de 90 ciudades y han incorporado una unidad de análisis de datos para comprender cómo funciona el mercado del alojamiento turístico y el inmobiliario y poder adelantarse a las futuras necesidades. Gracias al premio han conseguido “objetivos a corto plazo y el conocimiento y la ayuda de los expertos para los objetivos a largo plazo”.

Tras la entrega del diploma, el economista Ignacio Sánchez-Asiaín, impartió una lección magistral sobre la crisis mundial vivida hace diez años y las consecuencias que ha dejado en la economía mundial y española. “La crisis acabó hace muchos años, pero ha hecho que el mundo cambie muy rápido” comenzó diciendo Sánchez-Asiaín. El economista explicó que se trató de una crisis de deuda, de apalancamiento del desarrollo de muchos países, “el sistema financiero estaba desbordado en la búsqueda de beneficio cuando empezó la crisis”.  Una vez pasada la crisis los países han comprendido la necesidad de tener más prudencia en las tasas de crecimiento de algunos sectores como el financiero y a “aprovechar las épocas de crecimiento para crear un colchón de ahorro para cuando vuelva a venir otra crisis.”

Pero la crisis también ha dejado unas consecuencias en las economías de los distintos países que marcarán su futuro: “Vamos a crecer mucho menos de lo que pensábamos antes de la crisis porque tenemos menos capacidad de crecimiento”, afirmó Ignacio Sánchez-Asiaín. El dominio económico ha pasado del eje Atlántico, en el que ha estado históricamente, al eje Pacífico, por lo que Europa y Estados Unidos han perdido gran parte de su influencia en la economía mundial a favor de países como China. Por otro lado, Sánchez-Asiaín explicó que “la desigualdad se ha reducido en el mundo, pero ha crecido dentro de los países porque, entre otras cosas, se han duplicado los altos patrimonios desde el inicio de la crisis”.

Aunque los países han aprendido de los errores previos a la crisis, aún se siguen manteniendo ciertas tendencias que podrían llevar a tener una mala respuesta frente a otro periodo negativo de la economía: “Sigue habiendo un exceso de deuda y los gobiernos  a corto plazo no podrían hacer frente a otra crisis”, aseguró Ignacio Sánchez-Asiaín.

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