Luis García Jambrina disipa la niebla de su novela de intriga con Antonio de Nebrija como protagonista

El pesquisidor Fernando de Rojas -el autor de La Celestina-, el humanista Antonio de Nebrija, el inquisidor Diego de Deza y el impresor Juan de Porras aparecen en la novela El manuscrito de niebla, de Luis García Jambrina, entrelazados con otros personajes históricos y ficticios en una trama policiaca en plena transición de la Edad Media a la modernidad. El autor, junto con el guionista y cineasta Manuel Menchón -ambos padres del ensayo La doble muerte de Unamuno– y Diego Moldes, director de Relaciones Institucionales de la Fundación Nebrija, comparecen en una nueva presentación en Madrid de un libro que sale a la luz en pleno V Centenario del fallecimiento de Antonio de Nebrija.

“Jambrina no solo es un autor superventas con sus libros de novela histórica, sino que, por su condición de profesor de Literatura en la Universidad de Salamanca y de sus enseñanzas de guion de cine, sus novelas están pensadas desde una perspectiva visual, en sentido narrativo, y sus personajes están descritos más por sus acciones que por sus pensamientos. En El manuscrito de niebla lo hace de forma magistral”, sugiere Diego Moldes. Acierta, porque Luis García Jambrina reconoce “visualizarlo todo” para que el lector haga lo propio con los personajes y los escenarios. Cuando se asomó a un personaje “tan potente” como Nebrija, el profesor universitario, para dar pinceladas sobre él, se basó en el grabado que retrata su rostro. Con Fernando de Rojas fue más complicado porque tuvo que inspirarse en un estudio antropológico sobre sus supuestos restos que se conservan en Talavera de la Reina.

El manuscrito de niebla (Espasa) es la sexta entrega de la serie de Luis García Jambrina protagonizada por Fernando de Rojas. Jambrina anuncia que “probablemente” escriba dos novelas más para completar este ciclo literario. Ambientadas a finales del siglo XV y en el primer tercio del XVI, sus obras, de acuerdo con Gregorio Martínez, director de la Fundación Nebrija, desprenden “un gran rigor histórico y un carácter policiaco”. Con la intención de llegar a todos los públicos, Jambrina se muestra directo, como el estilo de sus obras: “Quiero que mis novelas tengan mucha acción; si quieres que te sigan los lectores, tienes que atraparlos en los primeros párrafos. Me gusta ser un escritor de novela tradicional y clásica, pero metiendo elementos de nuestra época”. Huye de las etiquetas, “que están bien para los docentes y para los libreros, pero que están para romperlas”.

A caballo entre dos siglos

Toma la palabra su amigo y compañero de pasión por Unamuno Manuel Menchón: “No hay mejor autor que Luis para escribir este libro porque lleva ya catorce años entre el siglo XV y el XVI. Esta novela, que arranca con un cadáver tirado en una imprenta de Salamanca con letras impresas en su piel, se lee como un thriller”. Jambrina reconoce la “osadía” de “estar muy metido entre esos dos siglos”. Tardó un año en escribir esta sexta entrega y, aunque escribe “sin planificar mucho”, su escritura fluye “porque disfruta creando el trasfondo literario en mis novelas”. Llegar a todo tipo de lectores, “desde el catedrático universitario hasta los adolescentes” es otro de los motivos de orgullo de su quehacer.

El proceso inquisitorial de Diego de Deza contra Antonio de Nebrija -los dos personajes ya habían aparecido en algunos otros títulos de la serie protagonizada por el pesquisidor Fernando de Rojas, aviva la trama de El manuscrito de niebla. Por sus recuerdos de infancia en la plaza zamorana de Fray Diego de Deza y por su investigación del sabio Nebrija el autor admite su familiaridad con ambos personajes antagonistas, “representantes de la escolástica y de las humanidades, del pasado y del futuro, del mundo que se acaba y del que viene, de la intolerancia y de la defensa de la libertad de conciencia, de expresión y de pensamiento… ambos colisionaron, anticipan de alguna manera la barbarie de Millán-Astray y la tolerancia de Unamuno”.

Al hilo de las némesis, Menchón completa que Deza es “el reverso” de Nebrija en una novela donde los personajes “están muy bien documentados”. En este punto del coloquio, celebrado en el Campus de Madrid-Princesa de la Universidad Nebrija, el trío de contertulios destacan el paralelismo entre el cambio de los siglos XV al XVI con el actual, en la que muchos vivimos el cambio de paradigma provocado por las últimas tecnologías.

Así le ocurrió a Nebrija, que, como recuerda Jambrina, “nace más o menos con la imprenta y su vida discurre paralela a su desarrollo en Castilla; no se puede hablar de la imprenta sin Nebrija y no se puede hablar de Nebrija sin la imprenta”. Diego Moldes localiza esa tesis en El manuscrito de niebla en boca de Nebrija: “Me alegro de que mis enemigos me asocien a ese invento de Satanás [la imprenta], como ellos la llaman, pues la consideran un peligro. Yo, sin embargo, creo que es la salvación del mundo”. La urdimbre en torno a ese “invento de satanás”, según el director de Relaciones Institucionales de la Universidad Nebrija “poco a poco va metiendo al lector, a través de diálogos muy fluidos, en un clima de psicosis colectiva”.

En este sentido, Jambrina se reafirma en su condición de “hijo del Lazarillo de Tormes”. Su estilo “claro, clásico ágil y preciso” no resulta incompatible con la creación de “atmósferas de miedo, angustia, tensión e indefensión”, aunque no aparece ninguna escena de tortura inquisitorial.

Película de carretera y viaje interior

Las relaciones entre los personajes, la narrativa de road movie (película de carretera) y el viaje interior de Nebrija, que se plasma cuando el padre de la gramática castellana abraza su origen en Lebrija, son tres rasgos más de la novela que apunta Manuel Menchón. “Me gusta la estructura de road movie -responde Luis García Jambrina-, la había introducido ya en El manuscrito de barro, sobre el Camino de Santiago. Realmente es un truco para no hacer tantos flashbacks”.

Salen a la luz en el coloquio otros personajes como la insinuante Sabina, la hija de Nebrija, “que me venía muy bien para Fernando de Rojas” y los impresores Juan de Porras y José Sánchez del Paso, otro dúo antagónico. Este último, junto con un alumno de Nebrija que sale a su encuentro llamado Pedro Martín Baños -en realidad, uno de los grandes expertos en la figura de Nebrija- son “cameos” de colegas a los que el autor les debe su colaboración en este título. “En mis novelas hay personajes históricos, inventados y personajes sacados de otras ficciones. Me los voy encontrando a todos por Salamanca, se entremezclan y muchas veces el lector no sabe cuáles son reales. No soy un escritor ortodoxo de las novelas históricas, sí busco la verosimilitud, como decía Cervantes, y la congruencia entre lo real y lo irreal”.

“Un homenaje al latín y a la lengua, pero que se lea como una novela de aventuras y de intriga”, es otra de las definiciones o anzuelos del libro expresados por el propio autor, pero dado que Jambrina, Menchón y Moldes también son hombres de cine, este último lanza una de las preguntas clave de la tarde: ¿Se puede adaptar El manuscrito de niebla a una miniserie? Menchón se adelanta: “Sí, el libro tiene algo muy clásico, también por la estructura del viaje… sería muy buena serie. Eduard Fernandez podría interpretar a Nebrija y a Rojas… un chico guapo”.

En una de sus últimas intervenciones de la presentación, Luis García Jambrina desvela por primera vez un encuentro literario con la escritora sevillana Eva Díaz Pérez, autora de El sueño del gramático, la otra gran novela del V Centenario de Nebrija. Corría julio de 2021 y los dos llegaron a León en el mismo tren para ir a un seminario literario. Bajo el mismo paraguas -la lluvia arreciaba- y rodeando la catedral, Eva le comenta a Luis que está escribiendo una novela sobre Nebrija. “Yo no le dije nada y decidí no preguntar nada porque yo también estaba escribiendo sobre Nebrija”, confiesa.

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Algunos fragmentos de El manuscrito de niebla. Habla el personaje Antonio de Nebrija:

Mis contrarios son la mejor prueba de mis méritos. Según mi experiencia, el valor de un hombre se mide, sobre todo, por la cantidad y la calidad de sus enemigos”.

Hacer el bien provoca más odio y envidia que hacer el mal […] desconfiad de aquellos que no tienen enemigos”.

Cada día son más los que me detestan. Al fin y al cabo, me he pasado la vida peleando y proclamando al mundo lo que pensaba, a pecho descubierto y sin ninguna clase de disimulo”. “Por desgracia vivimos en un tiempo em el que hay que ocultar la autoría de determinadas obras y disimular el talento si no quieres que te procesen”.

Se ha de dar crédito en una materia a quien la domina, sea quien sea”.

No conozco mejor medicina para el alma que el trabajo”.

La palabra es aquello que nos hace humanos […] Son las palabras las que nos crean a nosotros, hablan por nuestra boca y os dan una conciencia o identidad. La Palabra es, pues, nuestra creadora”.

Yo detesto las falsas apariencias. Prefiero la realidad cruda y áspera, sin ningún tipo de adorno ni cobertura”.

Y otro fragmento para los amantes de la lectura

Sabina: “Ardía en deseos de llegar al final y, a la vez, no quería que se acabara nunca. Supongo que me entendéis”.

Fernando de Rojas: “Esa suele ser la mejor prueba de que un libro nos interesa y nos apasiona”.

Aquí puedes ver un video resumen del acto.

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