Viaje a Bruselas

Bruselas, una experiencia inmersiva

Un año más, los alumnos de la Facultad de Derecho y Relaciones Internacionales han realizado un viaje a Bruselas, junto al profesor Jordi Regi,  para visitar las instituciones europeas ubicadas en dicha ciudad.

La alumna Margarita Estela Garcia Herrera ha realizado una pequeña crónica en la que nos cuenta sus impresiones sobre el viaje:

Después de varias semanas organizando esta experiencia, dirigida por Jordi Regi, por fin había llegado el día. Luego de despertarnos a las 3 de la madrugada, no podíamos imaginarnos el día tan completo que nos esperaba. Nos juntamos todos, nos subimos al avión y, antes de que nos diésemos cuenta, ya estábamos en la capital de Europa: Bruselas.

Nos recogieron, llegamos al apartahotel y directamente nos fuimos en metro hasta nuestra primera visita. Acudimos a una charla en el Servicio Europeo de Acción Exterior (SEAE), en la que pudimos escuchar a distintos profesionales hablar sobre, principalmente, el servicio diplomático de la Unión Europea. La primera persona que intervino nos explicó el rol y las prioridades políticas del SEAE y, la segunda se centró más en el Derecho Internacional y en las posibles salidas. Fue muy interesante, ya que tuvimos una aproximación más en profundidad acerca de la labor diplomática y aprendimos más sobre las funciones y labores que se pueden desempeñar en este ámbito. A pesar del agotamiento que nos invadía a (casi) todos, nos mantuvimos expectantes ante lo que escuchábamos.

La hora de comer pasó rápido y nos encontramos otra vez todos en el Parlamento Europeo, la siguiente visita. Mientras esperábamos para entrar, aprovechamos para hablar e ir conociéndonos más entre todos, creando “piña”. Una vez dentro, nos llevaron a una gran sala donde nos mostraron, de manera interactiva y amena, el Parlamento Europeo. Al poco tiempo apareció el eurodiputado Doménec Ruiz Devesa, con quien tuvimos la oportunidad de conversar de diversos temas, tanto de actualidad, la guerra de Ucrania, y también más generales, como las cualidades necesarias para ser un buen internacionalista. Fue un momento de intercambio en el que pudimos intervenir sin problema pero que, desafortunadamente, no duró todo lo que nos hubiese gustado. Teníamos entonces que ir ya al hemiciclo, para entender un poco mejor todo lo que habíamos estado aprendiendo en clase.

Fue muy sorprendente estar físicamente allí, puesto que hasta que no lo ves de cerca, no te haces a la idea de cómo podría ser en un futuro trabajar en ese lugar. Además, como todo lo que veíamos nos lo iba explicando Antonio Orobitg, el jefe de visitas de la sección española, con mucha pasión, pudimos seguir haciendo preguntas y ver cómo estaban distribuidos los diferentes grupos parlamentarios en el hemiciclo y el por qué. Aprovechamos, como no, para sacarnos alguna que otra foto, tanto en grupo como solos, para guardar el recuerdo más allá que en nuestros pensamientos.

Al acabar esta visita, aún quedaban fuerzas para la continuación: el Parlamentarium. Nos fuimos todos hacia este lugar y anduvimos descubriendo cada rincón, con una guía digital y haciendo actividades en muchos de los puestos. Eran zonas interactivas en las que podías aprender un poco más sobre historia y, además, escuchando en cualquier idioma.

Sin embargo, a pesar de lo entretenido que era, fue tal el nivel de cansancio, que acabamos por sentarnos todos en un sofá al final de la visita. Entre foto y foto, cada uno publicamos en nuestras redes sociales un poco todo lo que íbamos viendo de especial. Todos queríamos subir cosas y, como no podía ser de otra manera, Jordi también. Me pasé un ratito de la tarde dándole unas clases de Instagram… ¡por una vez alternamos los roles! Entre la musiquita, el sticker, los filtros, la hora, la ubicación, subir stories, publicar… Hasta que lo pilló y ya los próximos días casi se le podía confundir con un influencer.

Amanecemos el segundo día y decidimos ir, muchos de nosotros, a visitar la ciudad: La Grande Place, las Galerías de Saint Hubert, el Palacio de la Justicia y, como no podía ser de otra manera, el Manneken Pis. Al tener la mañana libre, cada uno era libre de visitar y patear las calles de este bonito lugar pero, eso sí, a medio día nos veríamos en la próxima institución que visitaríamos: la Comisión Europea. Después de un agradable momento antes de la charla en el que pudimos conversar, nos sentamos en otra sala. Esta charla fue igualmente muy didáctica, ya que había un intercambio entre todos y pudimos ir preguntando y comentando todo. Al acabar, nos dirigimos hacia el centro Experience Europe, que resultó ser un espacio interactivo inmersivo en el que pudimos pasar la tarde con actividades como las gafas de realidad virtual, juegos de recordar las banderas o llevarnos un recuerdo de una fotografía original, entre otras cosas.

El siguiente día se presentó más turístico. Cogemos el autobús y, al cabo de unas horas, llegamos a Brujas. Ahí pudimos disfrutar de un bonito paisaje con edificios medievales y canales. Era como estar en una película, como si hubiésemos retrocedido en el tiempo.

Precioso. Más tarde cogimos otra vez el autobús para ir a Gante, también un destino indispensable. Visitamos la ciudad durante varias horas y, ya por la tarde, volvimos a Bruselas. Esa noche, para hacer algo especial, fuimos todos juntos a cenar. Tuvimos la oportunidad de probar la carbonade flamande u otros platos típicos de la gastronomía belga. Más tarde, algunos salimos a tomar algo y a ver el ambiente más nocturno de la ciudad.

Ya el último día, la mayoría aprovechamos para visitar algún rincón que nos había faltado y comprar souvenirs, como chocolates o imanes. Nos montamos en el avión y fue en ese momento, cuando paramos del todo, en el que nos dimos cuenta del ritmo tan intenso que habíamos llevado los días anteriores. Toda esta experiencia, tan completa y enriquecedora no podría haber sido posible sin nuestro coordinador estrella, quien nos ha tenido que aguantar y esperar el retraso que teníamos cuando quedábamos a una hora, día sí y día también.

Esa persona que organiza esta experiencia cada año desde hace ya 12 ediciones y siempre con las mismas ganas. La persona con la que hemos compartido estos días y a la que agradezco especialmente todo lo que hemos vivido. Gracias, profesor Jordi. Haber sido una de las elegidas de entre más de 75 candidatos hace que me sienta muy feliz. Compartimos risas, aprendizaje y muchos gofres durante esta experiencia que, además de enriquecedora a nivel académico, ha despertado en muchos de nosotros una vocación de la que quizás no estábamos todavía tan seguros.

Gracias a la Facultad de Derecho y Relaciones Internacionales por seguir promoviendo estas aventuras que nos permiten formarnos y aprender de una manera distinta.

Gracias Domènec Ruiz Devesa por darnos la posibilidad de conocer más acerca de la profesión. Y, por supuesto, gracias nuevamente a Jordi Regi por hacer que este proyecto haya sido tan fantástico en todos los sentidos. Ojalá las siguientes generaciones tengan la suerte de seguir haciendo este tipo de actividades.

Los comentarios están cerrados.