Emprender empieza por saber cómo gestionar los éxitos y los fracasos. Habrá momentos en los que todo parezca ir rodado, pero no se puede vivir ajeno a la realidad, y es que los malos tiempos llegarán, y hay que saber hacerles frente. Con esta premisa se presentó Miguel Ángel Santa Ibáñez, arquitecto y socio fundador de Rehabitar, ante los alumnos del Instituto Nebrija de Competencias Profesionales.
Una charla en la que Santa Ibáñez habló del trabajo duro, la motivación y la ilusión como ingredientes para lograr el éxito, no vale únicamente con desearlo. Dejó claro que no hay fórmulas mágicas ni atajos, llegar a lo más alto como emprendedores requiere largas horas de dedicación y sacrificio. Se necesita valentía con un punto de inconsciencia y ser siempre consciente de que una pérdida implica una ganancia.
La montaña rusa de la empresa y la vida
Una vida dedicada al emprendimiento desde que a los 25 años volviese de México y fundara su primera empresa de reformas mientras estudiaba la carrera de arquitectura. Gracias a su gran labor al frente de sus proyectos profesionales, recibió una oferta de un gran estudio de arquitectura, que decidió declinar para seguir su propio camino. La empresa no paraba de crecer, llegando a abrir oficinas en otros países, pero entonces llegó la gran crisis inmobiliaria.
Decide buscar nuevos caminos y, junto a sus socios, crean un gran proyecto para crear un barrio abierto a los emprendedores en la zona trasera de Gran Vía. El proyecto funcionó bien, pero se ahogó con la crisis bancaria. Con 50 años se ve obligado a empezar de cero tras un concurso de acreedores. Arranca de nuevo el estudio con cinco empleados y sin oficinas. Cuando parece que todo vuelve a despegar, llega la pandemia y se ve obligado a despedir a la mitad de los 18 trabajadores con los que contaba en ese momento. Cuatro años después se encuentra en un momento de éxito y han crecido de nuevo, contando con 25 profesionales contratados.
Caer y volverse a levantar. Santa Ibáñez tiene claro que no cambiaría ninguna de sus decisiones pese a los malos momentos, ya que “he sido rico y he sido pobre; y, después de todo, lo volvería a hacer”.