Estamos inmersos en la economía del algoritmo, pero, para no caer en la dictadura de los datos, valores tan netamente humanos como el pensamiento crítico se yerguen como esenciales en el devenir de las empresas que quieren diferenciarse y en el propio modus operandi de los trabajadores que quieren destacar. Sobre este tema versó el cuarto Upskilling Challenge, el foro de debate de Nebrija Business & Technology School (NBTS), moderado por Álvaro Rodríguez García, director del Máster en Dirección Comercial y Marketing Digital de NBTS.
Entendido como “un superpoder”, el pensamiento crítico puede ayudar a tomar decisiones por nosotros mismos y no dejar a los algoritmos que se queden con la última palabra. Esa es la preocupación que argumentó Jesús Briones, profesor de la NBTS y Human Resources Business Partner de Energy Parks en Moeve: “Tenemos que preguntarnos si vamos a dejar a cualquier proceso basado en la algoritmia que tome decisiones por nosotros. El pensamiento crítico es la última línea de defensa ante los sesgos”.
Con su formación en Clásica y en dirección de recursos humanos, José María Peláez, director del Máster in Management de NBTS, apeló al juicio crítico en la búsqueda de soluciones en “un buen momento para el ser humano”, que puede desprenderse de tareas más mecánicas y aprovechar “la oportunidad para hacer más cosas humanas”.
Herramienta y aliado
Por su parte, Valeria Nadia de Fabritis, máster en Liderazgo y Dirección Estratégica de Personas, y máster en Inteligencia Emocional, definió el pensamiento crítico como “una herramienta y un aliado para surfear la ola de la información que pude ser hostil y agresiva por momentos”. En este sentido apeló a cuatro acciones posibles: filtrar la información entre dato y opinión; validar las fuentes, qué es cierto y qué ha sido manipulado; tomar decisiones “lo más objetivamente posible”; y romper estereotipos con la inteligencia artificial para formarla en el mejor de los sentidos.
En cualquier caso, lo importante, según Briones, es que los jóvenes cuestionen, “que no den nada por hecho”. Una actitud que entroncaría en lo que, además del “indispensable” conocimiento técnico “que caduca cada vez más rápido”, implica rasgos como la inquietud, el criterio para preguntar, la colaboración, la generosidad, la capacidad de aprender y la capacidad de adaptarse al cambio. “Lo más importante es que sean buenas personas, lo técnico se aprende”, aseguró.
Humildad, ingenio y humor
Preguntar, pensar, analizar y hablar en público conforman otras iniciativas que deben integrar los que se incorporan a los puestos de trabajo. Así lo cree Peláez, que, bajo el paraguas del pensamiento crítico, pueden refugiarse características como hablar poco, la autocrítica, la humildad, el ingenio, la agilidad, la sensatez, el sentido común y el humor.
Tomando las ideas de sus contertulios, Valeria Nadia de Fabritis mostró que un perfil hibrido de conocimiento técnico y de las denominadas habilidades blandas como la regulación emocional, la escucha empática, la asertividad o la resiliencia es el que buscan las empresas más dinámicas. “¿De qué nos sirve un crac en un área específica que luego no sepa debatir o trabajar en red? – se preguntó – Primero somos seres humanos y luego seres funcionales”.
Al tiempo que la egresada de la Universidad Nebrija defendió la inteligencia artificial como un “gran economizador de tiempo que optimiza el trabajo”, Jesús Briones apostó por cultivar debates sobre el impacto de las tecnologías disruptivas y lanzó, en este sentido, varias cuestiones: “¿Dejamos que un algoritmo haga justicia, que tome decisiones sobre quién despedimos o a quién le subimos el sueldo?”.
“Parar es revolucionario”
“Vivimos en un mundo acelerado. Una de las revoluciones más importantes de este siglo es la reflexión, que nos centremos un poco, que paremos. Esa inmediatez en la que estamos inmersos nos está llevando a cometer errores. Parar es revolucionario en el mundo de hoy; la velocidad es difícilmente manejable y genera una fatiga emocional derivada de cómo vivimos con las tecnologías. Yo apelo a parar y reflexionar. En el mundo de la empresa poco a poco se está imponiendo”, apostilló.
Por el contrario, José María Peláez consideró esta postura como “idealista” en empresas que no dejan tiempo para pensar en la aplicación de soluciones: “Prefiero tomar las decisiones rápido que no tomarlas. Estamos ahora más capacitados para decidir `a lo loco´ y para dedicar la lentitud a pensar en otras cosas de la empresa y en nosotros mismos”.
Sobre este último tema, Valeria Nadia de Fabritis alertó de la posibilidad de que “explotemos por esa fatiga emocional”, pero elogió que las nuevas generaciones “creamos que haya que frenar y preguntar por los horarios flexibles en las entrevistas de trabajo”.
Más “reflexiones abiertas” en la recámara
Tras este debate, la Nebrija Business & Technology School prepara ya su quinto Upskilling Challenge sin perder de vista el espíritu de estos encuentros profesionales que, como apuntó Margarita Núñez, directora académica de NBTS, recoge “reflexiones abiertas” de alumnos, alumni, expertos y profesores “para estar a la última de lo que está pasando en la conversación mundial”.
Texto: Javier Picos / Fotos: Zaida del Río.




Preguntar, analizar, pensar y hablar atributos que hemos perdido y no nos deja reflexionar sobre las cosas que nos rodean en este mundo, llevandonos a una indiferencia total y a la ceguera para ser un libre y critico pensador