El pasado viernes, la Universidad Nebrija abrió las puertas de su campus a la curiosidad y al juego con motivo de la Noche Europea de los Investigadores. En torno a 800 personas, en su mayoría familias con niños y jóvenes, participaron en talleres, experimentos y juegos que convirtieron la ciencia en una experiencia divertida y cercana.
En colaboración con el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA), la Universidad ofreció un programa variado que permitió descubrir desde los secretos de Marte hasta el funcionamiento de la inteligencia artificial. El campus se preparó para la ocasión provisto de carteles, señalización y espacios transformados para guiar a los visitantes en este recorrido único por la investigación.
Ciencia que se toca, se juega y se imagina
Los más pequeños pudieron dar rienda suelta a su creatividad en Arte espacial pixelado, una actividad de manualidades que mezcló astronomía y arte. Otros se sorprendieron con el Origami aeroespacial, aprendiendo cómo un simple pliegue puede inspirar estructuras espaciales tan avanzadas como las del telescopio James Webb.
Uno de los talleres estrella fue el “escape room” marciano, en el que equipos de astronautas tuvieron que superar misiones y pruebas sobre Marte para poder “regresar a la Tierra”. La experiencia, adaptada a distintas edades, combinó juego, cooperación y ciencia.
La parte más visual llegó con Viendo lo invisible, donde un túnel de viento mostró cómo circula el aire alrededor de coches y aviones, revelando fenómenos como turbulencias y vórtices que normalmente no podemos ver. Y para llevarse un recuerdo especial, los visitantes se fotografiaron en el croma de la Noche de los Investigadores.
Por su parte, la Universidad Nebrija presentó el taller “Los poderes de la IA. Humano vs Máquina”, en el que jóvenes y mayores descubrieron, a través de ejemplos prácticos, cómo funciona la inteligencia artificial y qué papel juega ya en nuestro día a día.
Una noche para despertar vocaciones
La Noche Europea de los Investigadores no solo llenó el campus de actividades, también sembró la semilla de la curiosidad científica en muchos de los asistentes. “Queríamos que la ciencia se viviera de forma natural y divertida, y la respuesta del público fue fantástica. Ver a los niños sorprenderse y a las familias aprender juntas es el mejor resultado”, destacó Carlos Gumiel, vicedecano de Investigación de la Escuela Politécnica Superior.
Este evento, financiado por la Comisión Europea dentro del programa Horizonte Europa y celebrado simultáneamente en más de 370 ciudades del continente, volvió a demostrar que la investigación puede contarse de mil maneras y llegar a todos los públicos.
El campus, un gran laboratorio abierto
Así fue cómo la Universidad Nebrija se convirtió en un auténtico laboratorio vivo, donde padres, madres, niños y jóvenes pudieron jugar, experimentar y aprender. Una noche en la que el conocimiento se compartió en familia, la ciencia salió de los laboratorios y los investigadores se acercaron, con sencillez y entusiasmo, a quienes serán los ciudadanos y profesionales del futuro.



