En Larga vida a Dadá, Javier Pérez Segura, reivindica la pervivencia del dadaísmo en el arte actual, un siglo después de la Exposición ‘Feria Internacional Dadá’ en Berlín, que revolucionó el mundo del arte y modificó el concepto de artista transformándolo en un creador de opinión, comprometido, que no sólo cuestionaba las estructuras culturales, sino que las denunciaba. Objetos industriales, cosas encontradas en la calle, carteles y fotomontajes, todo podía servir para denunciar y representar una ruptura con el arte precedente. Sin embargo, algunos de los intelectuales y artistas que admiraron aquella corriente, acabaron por renegar de ella e iniciar el camino de la renovación a través del surrealismo.
Pero el dadaísmo se forjó en París antes de la Primera Guerra Mundial en el seno de un grupo de artistas que redactaban manifiestos, editaban revistas y organizaban encuentros. En esas veladas ya aparecían las primeras manifestaciones de lo que hoy conocemos como performances. A pesar de sus muchos detractores tuvo sus apasionados defensores en diversos países y es precisamente esa transnacionalidad la que contribuye a que sea un movimiento todavía vigente con su idea del ‘antiarte’ frente a la idealización del arte al servicio de la belleza y el progreso. La famosa Cabeza mecánica de Hausmann, en el Museo Pompidou de París es el símbolo más relevante de la renovación crítica y plástica del movimiento. [Insertar enlace de la siguiente URL en el texto destacado arriba en rojo]
Podrás encontrar este interesante artículo de la revista Descubrir el arte, número 262, diciembre, 2020, en la Biblioteca del Campus de Madrid-Princesa y su localización en el Catálogo-OPAC ~ Web Portal de la Red de Bibliotecas.
