Las empresas españolas con inversiones en Estados Unidos deben intentar mantener la cuota de mercado y hacer un esfuerzo comercial de promoción, aunque puedan perder rentabilidad. “No se puede renunciar al mercado norteamericano”, advirtió Gregorio Izquierdo Llanes, director de Economía de la CEOE y director general del Instituto de Estudios Económicos.
Durante su participación en la mesa redonda “La economía española ante el reto de la guerra comercial desencadenada por el gobierno de los Estados Unidos”, organizada por la Facultad de Economía y Empresa de la Universidad Nebrija y moderada por la decana Ana Fernández-Ardavín, Izquierdo destacó que las empresas españolas están exportando más del 40 % del PIB, lo que consideró un dato histórico. Si, motivadas por la guerra arancelaria desatada por Trump, las compañías españolas se retiraran del mercado estadounidense, “costaría mucho trabajo que volvieran”. Y por ello pidió el apoyo del Gobierno español al comercio exterior, la internacionalización y una bajada de impuestos a las actividades exportadoras.
Empresas españolas de automoción, las más afectadas
Antonio Bonet Madurga, presidente del Club de Exportadores e Inversores Españoles, coincidió en que la postura más acertada para las empresas españolas con inversiones en Estados Unidos es “quedarse quietas y ver qué pasa para tomar decisiones”. E igualmente compartió la idea de que deben mantenerse en el mercado estadounidense, aunque requiera un esfuerzo. “En algún momento las cosas cambiarán y dejará de ser tan difícil poder exportar”.
El experto apuntó que el sector del comercio exterior español afronta problemas estructurales frente a los que “no se está haciendo nada por tratar de solucionar”. Según sus datos, los 1000 mayores exportadores aglutinan dos terceras partes de la actividad desde hace 25 años. “El riesgo para un país de que dos terceras partes de la exportación se concentre en 1000 empresas es muy alto”, dijo. En España hay casi tres millones de empresas, incluyendo a autónomos. De todas ellas, solo hay 55 000 exportadoras regulares. “Las medidas aprobadas por el Gobierno vienen bien, pero no son reformas estructurales. Son necesarias, pero hay que hacer más cosas”, opinó.
En España, el sector más afectado por la guerra arancelaria será el de la automoción, según advirtieron Izquierdo y Bonet, no tanto por la venta de vehículos como por la de componentes, cuya exportación alcanza el 14 % del total de las exportaciones de bienes españoles.
Por su parte, Alicia Coronil Jónsson, economista jefe de Singular Bank y consejera de SAM SGIIC (sociedad gestora de instituciones de inversión colectiva del Grupo Santander), confesó echar en falta medidas del gobierno que apuesten por la competitividad de las empresas españolas. “Buscar soluciones como rebajar la jornada laboral o hacer la regularización del tramo de los autónomos u otro tipo de medidas, está gravando fiscalmente más a las empresas y haciendo que tengan menos capacidad de innovar o buscar soluciones o alianzas”.
China
Pese al reciente acuerdo alcanzado entre China y Estados Unidos para la reducción de aranceles durante 90 días, Bonet Madurga recordó que el gigante asiático no va a tener más remedio que colocar su producción industrial, “y la va a colocar en terceros mercados, que es donde las compañías españolas están vendiendo”, advirtió. Esto va a suponer una mayor competencia, “y empresas españolas que van a caer o van a tener que reducir sus precios”.
En la mesa redonda, moderada por la decana de la Facultad de Economía y Empresa, Ana Fernández-Ardavín, el director de Economía de la CEOE recordó que China necesita un crecimiento mayor que el resto del mundo y va a hacer lo imposible por seguir así, ya sea absorbiendo aranceles, manteniendo la cuota de mercado, devaluando la moneda o, efectivamente, desviando la producción hacia terceros países que tenían acceso a Estados Unidos, como México.
Respecto a la visita del presidente Sánchez a China el pasado abril, Coronil Jónsson consideró que no ha sido acertada, “en esos momentos en los que lo mejor es la cautela y estarse quieto, responde más a intereses del Gobierno por alineamiento”.
Izquierdo opinó que, dada la coyuntura, España va a tener un mejor resultado en el marco de la UE que de forma individual. “Lo que uno debe hacer es esperar, ser prudente y que las malas noticias las dé la UE; nosotros, las buenas”. A su juicio, posicionarse de un modo explícito no sería una postura “de interés general” para España ni para Europa. “Si Estados Unidos supusiera un repliegue de inversión para España sería un problema”, advirtió. “No hay que olvidar que es el país que ha salvado las democracias y la libertad en el mundo. En el mundo es mucho mejor guiarse por principios y valores permanentes y continuos que por intereses que son cambiantes”, apostilló.
Ralentización, pero no recesión
Izquierdo opinó que la guerra arancelaria provoca “menor crecimiento y mayor inflación, mayor incertidumbre y desconfianza”. Sin embargo, lanzó un mensaje tranquilizador advirtiendo de que el escenario central es de “ralentización significativa pero no de recesión, porque la economía mundial tiene colchones de inercia que le permiten aguantar a corto plazo”.
La economista jefe de Singular Bank pidió por su parte que países como España, Italia, Francia o Alemania tomen ejemplo de “la Europa con escasa fiscalidad”, refiriéndose a los países nórdicos, para copiar lo que es bueno, “quitar barreras y crear un mercado único europeo, porque tendríamos más capacidad de comprar bienes y servicios”, convirtiéndose así en una opción para países de Asia Pacífico que no quieren decidir entre Estados Unidos y China. “Europa vuelve a ser necesaria para esas dos grandes potencias. Ninguna puede soportar una guerra comercial y tecnológica sin Europa como aliado”, manifestó.
Texto: Abigail Campos Díez / Fotos: Zaida del Río