El directivo y profesor de la Universidad Nebrija Manuel Balsera advierte que la expansión de la mediocridad es un fenómeno estructural que atraviesa empresas, administraciones y centros educativos. El mediocre no busca el mal activamente, sino que simplemente evita el esfuerzo y la confrontación. Así lo sostiene en su libro Mediocres & CIA. Manual de defensa para organizaciones y profesionales, presentado en la Universidad Nebrija.
Con más de treinta años de experiencia en el ámbito publicitario, tecnológico y de medios de comunicación, Balsera sostiene que la mediocridad se ha instalado en los sistemas donde la comodidad y la falta de autocrítica desplazan al talento, la creatividad y el rigor.
“El sistema educativo, antaño un reducto de aprendizaje y rigor, ha sucumbido a la ola de mediocridad”, señala en el manual. “Los docentes ya no pueden exigir demasiado, los alumnos ya no necesitan esforzarse y el contenido ha sido diluido hasta la irrelevancia”. Según el autor, “los mediocres tienen una habilidad casi mágica para identificarse entre sí y formar tribus”. Y añade: “La inteligencia del mediocre casi siempre muta en listeza: sabe aprovecharse de las situaciones, las personas y las organizaciones en su propio beneficio”.
Organizaciones que fomentan la mediocridad
Durante la presentación, varios expertos coincidieron en que la mediocridad no es un problema individual, sino una cultura que se propaga. Angélica Sánchez, directora de portfolio de marcas de Orange, subrayó que el libro “sintetiza algo extraordinariamente importante, a lo que se ha dedicado muy poca literatura, ni siquiera en el ámbito académico”. Y planteó una pregunta que atraviesa toda la obra: “sabemos qué hacer con el talento y con quien no cumple las expectativas, pero, ¿qué hacemos con las grandes cantidades de personas que aprueban con un 5 raspado?”
Sánchez alertó de que “hay organizaciones que fomentan y cultivan la mediocridad porque se contagia, se entrena y crece”. Cuando una empresa “fomenta la obediencia frente a la aportación de ideas” -dijo-, se instala una cultura en la que “pasa bajo el radar quien no destaca, pero sobrevive”. Para ella, “el mediocre no es una persona que no tenga talento, es que hace con lo mínimo. Se venden muy bien y saben rodearse de personas que no les hacen sombra”.
La directora académica de la Nebrija Business & Technology School, Margarita Núñez, coincidió en que “los ecosistemas de mediocridad generan mediocridad incluso en aquellas personas que tienen talento”. A su juicio, el problema puede revertirse “creando sistemas de incentivos adecuados y culturas que premien la innovación”.
Sobre los líderes mediocres, Bárbara Rey Actis, directora del MBA Tech de la Universidad Nebrija, fue tajante: “La peor combinación de jefe es un jefe mediocre pero que se cree listo, porque la termina liando siempre”. Núñez completó la idea: “el mediocre jefe se rodea de mediocres. La mediocridad esconde inseguridad y, sobre todo, falta de autocrítica y de conocimiento de uno mismo”.
Jóvenes mediocres
En el debate también se abordó la diferencia entre hombres y mujeres. Sánchez opinó que “el mediocre masculino es más evidente que el femenino”, mientras que Núñez advirtió del perfil de “la mediocre sibilina”, cuya falta de mérito “es más sutil” y puede pasar desapercibida.
Las nuevas generaciones tampoco escaparon al análisis. Rey Actis observó que “los boomers se criaron en la cultura del trabajo, hincar codos, era la fórmula del éxito. Eso ha volado por los aires.” En cambio, “las nuevas generaciones tienen más sentido de la autocompasión y de la tolerancia hacia sus propios fracasos”.
El impacto de la IA
El impacto de la inteligencia artificial centró también parte de la conversación. “En el mundo de los mediocres, dotarles de IA es un arma de destrucción masiva”, advirtió Balsera. Para Margarita Núñez, “el uso de la IA va a poder ser utilizado de una manera muy privilegiada y son los que van a ganar la batalla”. Y Bárbara Rey Actis alertó: “si dejamos de usar el cerebro, nos vamos a convertir en seres lobotomizados”.
Desde el público, Cayetana Peláez, directora de Brand & Lifestyle en Réplica Comunicación, extendió el diagnóstico a los medios. “Nos basamos en el clickbait y nos da igual que sea verdad” y consideró muy peligrosa una sociedad sin unos medios de comunicación rigurosos”, apuntó.
Balsera se refirió al talento, concepto que, dijo, “impone mucho respeto”. “Discrepo de que todo el mundo tenga talento. La gran mayoría no lo tiene, pero puede ser un estupendo profesional”.
Si la mediocridad ha ido creciendo y lo sigue haciendo, ¿la función tiende a infinito?, le preguntamos fuera de foco. “Seguirá creciendo mientras haya organizaciones”, concluye el autor.
Texto: Abigail Campos Díez / Fotos: Zaida del Río.


