En 1999, con el Proceso de Bolonia, se pone en marcha el Espacio Europeo de Educación Superior, con el objetivo de armonizar y sintonizar la formación universitaria en la Unión Europea. Una de las consecuencias fue la modificación del sistema de transferencia de créditos que da lugar al ECTS (European Credit Transfer System), que no sólo contabiliza las horas presenciales del estudiante, sino que considera también el trabajo autónomo que éste realiza. Esto implicó un cambio conceptual, poniéndose el foco en lo que el estudiante aprende y adquiere, siendo el profesor su guía o tutor de aprendizaje.
Los docentes debemos adaptarnos a un nuevo escenario, estando obligados a familiarizarnos con conceptos como competencia y/o resultado de aprendizaje.
Las agencias de calidad y acreditación universitaria establecen como requisito la adquisición del grado académico de doctor en casi todas las figuras del profesorado universitario. Sin embargo, el doctorado está centrado eminentemente en el ámbito investigador (imprescindible, por supuesto, en el desarrollo universitario), obviándose la formación pedagógica del docente universitario que, sin embargo, sí reciben profesores en los niveles preuniversitarios.
Hoy, más que nunca, se hace necesaria la formación en aspectos fundamentales como el conocimiento de los estilos de aprendizaje, el manejo de metodologías, herramientas y dinámicas de trabajo con el alumno o la aplicación de nuevas tecnologías al servicio del conocimiento, para no perder de vista el objetivo de EXCELENCIA que caracteriza a nuestra Universidad.
En este sentido, mi más sincera enhorabuena a los responsables de la iniciativa ‘Encuentros en la 3ª clase’, que ponen a la disposición de todos nosotros un espacio de información y reflexión de aspectos pedagógicos de la vida universitaria y desde aquí, mi granito de arena para que todos juntos sigamos trabajando más y mejor, si cabe, en esta dirección.
Miguel Mendoza Puente
Profesor del Centro Universitario de Ciencias de la Salud San Rafael Nebrija