Man Ray y su influencia en la moda actual

Emmanuel Radnitzky, o como ha pasado a la historia del arte, Man Ray, fue durante gran parte de su vida un americano en París. Nació en Filadelfia el 27 de agosto de 1890 y moriría en la capital francesa el 18 de noviembre de 1976. Fue pintor frustrado y un gran artista visual.

Su obra participa de características relativas al dadaísmo y al surrealismo, aunque nunca perteneció a ninguno de estos dos movimientos. Siempre fue un espíritu libre en el arte, que pululaba por todo lo que pudiera ser tildado de vanguardista.

La revolución Man Ray

Su figura se sitúa en un momento en el que la fotografía empieza a emanciparse, a tener un carácter propio, reivindicándose como formato artístico en sí mismo.

Fotografía de moda, alrededor de 1935.
Man Ray Trust / Centro Pompidou

Su contribución fue esencial para entender la poesía de las imágenes formadas por haluros de plata en gelatina, unas fotografías que revolucionarían la moda. Son imágenes que asocian un estilo de vida a las prendas y que presentan la moda y la joyería como obras de arte, no como meros productos de consumo. Tampoco presentan sólo la prenda sino que, o bien la modelo está realizando alguna tarea cotidiana o, al revés, se muestra directamente como una obra de arte.

Nos encontramos en el inicio del camino de la que sería conocida como fotografía abstracta. En esta época se comenzaron a usar rayogramas (imágenes fotográficas obtenidas sin el uso de una cámara, colocando objetos por encima de una superficie fotosensible y exponiéndola posteriormente a la luz directa) y se incluyeron técnicas fotográficas en las que no intervenía la lente, con cámaras estenopeicas, que ofrecían en una sola imagen enfoques completos a diferentes distancias, solarizaciones o negativos expuestos a la luz. De este hilo del género abstracto en la fotografía nace la obra de Alvin Langdon Coburn y su colaboración con el escritor Ezra Pound o la obsesión de la alemana Martha Hoepffner por la música y los cuadros de Kandinsky que reflejará en sus fotogramas.

Le Violon d’Ingres, de Man Ray.
Wikiart

La obra de Man Ray será excepcional por los dobles sentidos con los que juegan sus imágenes. Pensemos en la mujer violín o las lágrimas que en realidad son diamantes sobre un rostro femenino. Hereda esta línea uno de los fotógrafos contemporáneos españoles más difundidos, Chema Madoz, que también trabaja con imágenes imposibles que evocan una doble naturaleza o, cuanto menos, una reflexión poética de la cotidianidad.

Introducción a la moda

Será el diseñador Paul Poiret quien le propondrá ser fotógrafo de moda. El modisto descubre a Man Ray gracias a la mujer del pintor dadaísta Francis Picabia, que se lo presenta en los años treinta. Desde entonces, otros confiarán en el fotógrafo, como la misma Coco Chanel.

Fotografía de moda para Lucien Lelong. Traje de Madeleine Vionnet, carretilla de Óscar Domínguez, 1976.
Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía

Nuestro americano decidirá cambiar la forma de hacer lo que siempre se había hecho y revolucionar el modo de presentar la moda en imágenes. Como hemos mencionado anteriormente, Man Ray trabajaba con el objetivo de, por un lado, mostrar el diseño de moda como una obra de arte con la innovación en las técnicas fotográficas y con la cotidianidad y, por otro, presentar las prendas como parte de un estilo de vida, algo que sigue presente en nuestros días. Si se adquiere una determinada marca, se accederá a un determinado estatus social.

Encontramos sus fotografías en Vogue, Harper’s Bazaar o Vanity Fair. Es su forma de mirar la que ejercerá después influencia en el vestuario contemporáneo. Para Man Ray, no se trataba solo de mostrar prendas, sino de crear un estilo, marcar una tendencia a partir de la manera de presentar en imágenes las piezas de los diseñadores.

Retrato de Coco Chanel realizado por Man Ray.
Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía

Además, era un gran retratista. Un ejemplo de ello es el icónico retrato de Coco Chanel fumando. Esta famosa fotografía contrasta con otras imágenes de la diseñadora del mismo Man Ray, en las que, en la intimidad de su cotidianidad, se mostraba como una mujer tímida, alejada de la seguridad que nos acostumbra a ofrecer Chanel. Esa capacidad para mostrar la dualidad es una de las huellas que ha dejado Man Ray como creador en la historia de la fotografía. Sabía mirar a las personas y ofrecer sus versiones íntima y pública.

La androginia, un siglo después

La moda actual bebe de ese momento único en el que se encuadra el trabajo de Man Ray, los conocidos como “locos años veinte”. Estos van a ser lo primero que defina lo que nos encontramos hoy. Lo segundo serán los años sesenta y el nacimiento de la juventud como etapa de la vida, reivindicada desde dos polos opuestos: por un lado, Woodstock y el sexo, drogas y rock ‘n’ roll; y, por otro, el mayo del 68 francés y sus consignas de “imaginación al poder”. Los años veinte que retrata Man Ray pervierten el género, cambian las estructuras básicas, los cortes y las confecciones de las prendas. Serán sus imágenes las que nos cuenten historias de las vidas de quienes visten las piezas de las fotografías. Son portadoras de mensajes y creadoras de estéticas que definen estilos de vida.

La androginia que observamos en los años noventa y que continúa en la actualidad procede de ese juego de ambigüedades que Man Ray nos enseñó a observar en sus fotografías.

Negra y blanca. 1926.
Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía

Estamos hablando del cambio radical de las mujeres de los años 20 y 30 del siglo XX con el corte de pelo a lo garçon, la introducción de prendas por parte de grandes diseñadores del momento, como la propia Chanel, que aúna los roles del género vistiendo a las mujeres con pantalones masculinos.

El eco de todo ello se refleja también a finales de los años sesenta y en la década de los setenta con el glam, entre otros, cuando serán los hombres quienes se dejen el pelo largo. Capítulo aparte merece el grupo británico The Beatles, que revoluciona el mundo de la musica y también el de la moda. Sin ellos no podríamos entender los años sesenta ni todo lo que vendría después. Son parte fundamental de este recorrido que encontramos en el vestuario y su evolución andrógina. Los cuatro chicos de Liverpool son hoy imágenes icónicas, igual de clásicas que los retratos de Man Ray. Van construyéndose unas sobre otras para dejar su aportación a lo que nos encontramos en la actualidad.

Lo andrógino o la permutación del género está hoy presente en marcas globales y locales, en las que se diluyen las líneas de las propias prendas como metáfora de lo que ocurre al llevarlas. Nos sentimos más libres y podemos redefinirnos en cada momento. El género es fluido, la moda nos permite ser ambiguos y definirnos cuándo y cómo queramos.

Y todo ello tiene su origen en esas imágenes hechas de forma analógica que ya empiezan a cumplir un siglo de vida y que cambiaron la historia de la moda y de la fotografía, realizadas por nuestro americano en París.The Conversation

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Paloma Rodera Martínez, profesora e investigadora en Arte, Pedagogía y Comunicación de la Universidad Nebrija

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

Foto de portada: Las lágrimas, de Man Ray. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía

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