Teresa Sánchez: “Los medios de comunicación deben manejar una contra narrativa eficaz frente al terrorismo”

La Oficina de Transferencia de Resultados de Investigación ha organizado, en el marco de la Semana de la Ciencia, una conferencia en la que Teresa Sánchez González, tutora de TFM en el Máster de Seguridad y Defensa de la Universidad Nebrija, ha analizado cómo los medios de comunicación abordan la información sobre terrorismo y la necesidad de que sus líneas editoriales tengan muy claro cómo informar de estos temas. Se trata de evitar que las noticias publicadas no se conviertan en altavoces de la propaganda terrorista y que, por el contrario, desarticulen su discurso favoreciendo una contra-narrativa.

Doctora en periodismo, profesora en la Universidad Internacional de La Rioja y colaboradora de Nebrija, Teresa Sánchez comenzó su discurso preguntándose qué es el terrorismo y analizando cómo funciona su comunicación, porque, paradójicamente, comparte características con la comunicación política.

“El terrorismo es un tipo de violencia social, donde existe un enorme impacto físico, pero también un enorme impacto psicológico. Hace unos años se asesinaba a uno para aterrorizar a cientos; actualmente se asesina a cientos para aterrorizar a miles”, destacó Sánchez.

Evidentemente, el terrorismo provoca un gran impacto físico y psicológico, suscita diferentes reacciones emocionales cómo el miedo, el terror, el pánico, la vulnerabilidad y, también, fascinación. “Los actos terroristas pretenden condicionar nuestras conductas, tanto las individuales como las colectivas; buscan publicidad, una publicidad que esperan encontrar a través de los medios de comunicación, por eso la selección del blanco siempre tiene especial relevancia. Piensen en los atentados del del 11 de septiembre en el centro de Nueva York, en el corazón de la primera potencia mundial; recuerden los atentados de Madrid de Atocha;  los de Barcelona en Las Ramblas; los de Londres o los de París, todos fueron lugares escogidos y utilizados como comunicación política”.

Recordó Sánchez que el terrorismo comparte con la comunicación política una serie de características, a saber: aspira a conseguir resultados inmediatos, de manera estratégica y utilizando los filtros de los medios de comunicación. “La propaganda terrorista pretende establecer, difundir y encontrar un altavoz”, añadió.

De no tener las cosas claras, los medios de comunicación se convierten en ese amplificador de la propaganda terrorista. “Los medios deben ser especialmente precavidos. Los actos terroristas, sin duda, ofrecen imágenes y ofrece espectacularidad, de ahí que se establezca una relación muy complicada entre ambos. Hay que informar, sí, pero deben evitar convertirse en un altavoz del terrorismo. Sin olvidar el efecto multiplicador que provocan, hoy por hoy, provocan internet y las redes sociales”.

Para reforzar su tesis, Sánchez compartió con los asistentes una colección de portadas de periódicos españoles del 8 de enero de 2015 en los que se informaba del atentado contra el semanario Charlie Hebdo. Tanto El Mundo, como La Vanguardia, el ABCEl país abrieron aquella mañana con una imagen de los terroristas rematando a una víctima que yacía moribunda en la acera. “En Francia esta imagen nunca se publicó, en España sí. Lo cierto es que suscitó una cadena de críticas que llevó al defensor del lector de El País a exculpar públicamente la divulgación de la fotografía. “Según prescribe el libro de estilo de El País la imagen es, sin duda, un valioso testimonio de los acontecimientos relevantes de los que el cámara fue testigo”.

La importancia de las palabras

Sostiene Sánchez que “no solo son importantes las imágenes, también lo son las palabras que utilizamos, esas que nos definen y que dan relevancia a nuestro trabajo”.

De nuevo, la doctora compartió portadas de medios en los que el vocablo guerra se multiplica sin freno. “Si se fijan, la palabra guerra aparece constantemente en los titulares de los medios de comunicación. Durante mucho tiempo estuvo normalizada. Fue el presidente Obama el que argumentó que había que dejar de utilizar este término porque era conceder a los terroristas una importancia que no tienen, era darles la consistencia de soldados. El terrorista no puede tener el uso legítimo de la violencia y con los términos guerra se le otorga ese privilegio”, explicó.

Más llamativa fue la portada que mostró de la revista Rolling Stone en la que con un titular de apertura sobre la foto de un joven, sin más, se leía The Bomber. A priori, podría parecer el cantante de un grupo o un nuevo actor. Pues no, ese joven era el que atentó en la maraton de Boston y en el subtítulo se leía: ‘Cómo un chico popular y prometedor acabó cometiendo estos atentados’. “La portada se viralizó en las redes sociales y sus responsables no tuvieron más remedio que explicar que ellos lo único que pretendían era realizar un recorrido por la vida del individuo, el reportaje era un semblante de su figura. Lo cierto es que, en el cuerpo de la noticia, la revista ni disculpaba al individuo ni lo idealizaba”.

Sánchez explicó que la historia de James Foley, el periodista que fue secuestrado por Daesh y ejecutado dos años después por miembros del mal llamado estado islámico, se ha convertido en el punto de inflexión en el que los medios comenzaron a cambiar la forma de tratar las informaciones sobre el terrorismo. “No es casual que haya elegido esta fotografía [un primer plano del periodista], podía haber elegido el vídeo de su ejecución, pero no quería usar ninguna imagen de ese vídeo, para cumplir lo que muchas líneas editoriales recomiendan, elegir imágenes de Foley en otro contexto, por respeto a la víctima y a sus familiares”.

El asesinato de Foley y la publicación del vídeo levantaron muchas ampollas. Resurgieron voces que, a rebufo de la opinión de Margaret Thatcher, consideraban que la mejor manera de luchar contra el terrorismo era no informar. Un grave error que Katharine Graham, entonces directora del Washington Post, ya le rebatió a la política británica en su famosa columna titulada Medios de comunicación y terrorismo. En ella defendió las informaciones sobre terrorismo siempre que se respetaran ciertos límites. “Los medios de comunicación sirven mejor los intereses de la democracia recogiendo las noticias e informando de los hechos lo mejor que puedan. Tener al frente gente experta, con un juicio firme sobre la base de unos altos niveles profesionales, es lo mejor que se puede pedir. Es lo que todos deberíamos pedir. Puede que la publicidad sea el oxígeno de los terroristas, pero la información es la savia de la libertad”, escribió Graham.

Así, Teresa Sánchez finalizó su conferencia recalcando las medidas que han tomado algunos medios de comunicación, como por ejemplo el ABC, Reuters, The Guardian, France Press o The New York Time, para conseguir una contra narrativa eficaz frente al terrorismo.

Como escribió Manuel Chaves Nogales y convenientemente recordó la doctora: “la labor del periodista es andar y contar”. Tan simple y tan complicado a la vez.

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