CAFYDE Nebrija. Senderismo inclusivo

De senderismo inclusivo por las trochas del bosque de La Berzosa

“Zarzas a la derecha”, “ramas a la izquierda”, “cuidado con la piedra, que está en medio del camino”… Indicaciones como estas resuenan por el bosque de Hoyo de Manzanares, entre los arroyos de La Berzosa y Los Peregrinos. Los alumnos del Grado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte (CAFYDE) de la Universidad Nebrija, acompañados por sus profesores y asesorados por los voluntarios de la asociación VillaNaturalezaSolidaria, se ponen en la piel de personas con dificultad de movilidad, falta de visión o problemas cognitivos en una actividad de montaña inclusiva que elimina barreras físicas con la colaboración de todos.

Con una ruta de dos kilómetros, balizada por cintas, que parte del Campus de Ciencia de la Vida en La Berzosa, la comitiva de una veintena de personas, tras recibir una información teórica, ponen en práctica el manejo de la barra direccional y la silla Joëlette, elementos que ayudan a personas con discapacidad visual severa o ciegas y a personas con movilidad reducida a vivir una aventura plena de senderismo y montañismo.

En la barra direccional, de aproximadamente tres metros de longitud, ideada por el doctor Carrascosa, van asidas tres personas en el mismo lado, colocándose en la posición central un deportista con discapacidad visual. Los movimientos y las instrucciones componen una coreografía fundamental para realizar con éxito el recorrido. Los compañeros de barra no paran de dar notas a Alejandra Martínez, estudiante al que se le coloca un antifaz. “Es complicado atender a todas las indicaciones, te dan más información de la que necesitas; vivir esta experiencia es muy bueno, te aporta un punto de realidad y normalidad”, confiesa mientras Miguel, “Mikel en la montaña”, miembro de VillaNaturalezaSolidaria, les aconseja a los guías no avisar de todas las piedras del camino.

¡Atención: arroyos y pendientes!

El momento más delicado para los grupos que manipulan la barra direccional es cuando cruzan uno de los arroyos, mientras que las pendientes resumen el esfuerzo y el trabajo en equipo de los jóvenes que tiran millas con la silla de una sola rueda y 26 kilos diseñada por Joël Claudel para la práctica del senderismo. La silla Joëlette, que guarda una similitud con el palanquín chino, precisa que al menos cuatro personas -dos pilotos (uno delantero y otro trasero) y dos a los lados- no pierdan detalle para que el usuario con movilidad reducida no sufra ningún percance. Este número  efectivos se multiplica incluso hasta por dos cuando aparecen inevitablemente las cuestas. Dan fe de esto los universitarios y los voluntarios de VillaNaturalezaSolidaria cuando se adentran en el bosque de La Berzosa.

El sillón, los elementos de seguridad (frenos, amortiguación, cinturón y casco), los dos brazos de la Joëlette e incluso su bolsa de herramientas forman un medio simpar al que pocas trochas se le resisten. “Atentos – no se cansan de repetir los voluntarios- que el pasajero esté siempre a gusto, que vaya horizontal, hay que dirigir bien la silla e ir hablando con él porque la comunicación entre todos es fundamental”.

Álex Delgado, alumno de CAFYDE, apodado “El Máquina” por sus compañeros, rota por todas las posiciones de la silla: “Cuando me llevan no me puedo quejar, luego viene el derroche de fuerza del piloto, pero lo más difícil es cuando todos tenemos que coordinarnos”.

Las palabras de Maite Minaya

El agradecimiento, el ejercicio físico, la camaradería, las bromas y la superación acompañan a estudiantes, profesores y voluntarios por el camino serrano. Escuchar todo lo que cuentan entre la brisa del otoño equivale a experimentar un placer en plena naturaleza al alcance de todos. Los más jóvenes preguntan todas las dudas que les surgen, tal y como les apremia Maite Minaya, presidenta de la asociación VillaNaturalezaSolidaria que, en la sesión teórica les recuerda que la discapacidad “puede aparecer en cualquier momento, desde que somos un feto hasta edades más avanzadas por enfermedades, accidentes o guerras, por eso tenemos que normalizarla y conocerla de forma positiva, sin tabúes”.

Con una apuesta por “la inclusión total”, mezcla de “trabajo y ganas por conseguir metas”, la asociación organiza este tipo de actividades en las que tiene cabida todo el mundo, en una “fraternal” convivencia. VillaNaturalezaSolidaria, que necesita voluntarios para su causa -que no deja de ser la de todos-, promueve rutas botánicas, visitas históricas, participaciones en ferias, congresos y carreras populares, visitas a colegios, y hasta cuelgan rutas accesibles en la aplicación Wikiloc.

Maite Minaya, que perdió completamente la visión hace once años, presenta a sus compañeros Lázaro Rodríguez Used, “una persona muy activa y deportista” que sufrió un accidente de tráfico hace veintiséis años, que le hizo perder la movilidad de sus piernas, y Javier Manrique, “aguerrido montañero”, que lleva 65 años ciego. “No he visto la cara de mi madre, tengo una hija con síndrome de Down y de niño hacía espeleología -ahí era el mejor porque no veía-”, resume Javier en unas palabras cargadas de superación, orgullo y humor.

Lázaro, que participa en campañas para la prevención de accidentes de tráfico y se apunta a todos los fregados posibles, desprende también positividad por los cuatro costados. Su discapacidad no le ha impedido practicar todos los deportes que se le han pasado por la cabeza. Ha jugado hasta en la selección española de tenis de mesa. “He hecho el descenso del Sella o el Camino de Santiago, me encanta el deporte, conocer gente, trabajar en equipo…”, exclama. Javier, Lázaro y Maite tienen entre ceja y ceja subir al Naranjo de Bulnes. Será un nuevo reto que sin duda cumplirán con el apoyo de voluntarios como Carlos, Félix, Agustín, Ángel, Dani y Edu, que acuden con ellos a la cita en el Campus de Ciencias de la Vida en La Berzosa que finaliza con abrazos, buenos deseos y una última práctica con gafas de realidad virtual.

Compromiso social y naturaleza

Ana Pérez Curiel, directora del Grado de CAFYDE de la Universidad Nebrija, idea junto con los alumnos salidas como esta que cumplen el objetivo de “acercar la naturaleza a diferentes colectivos” y ofrecer al alumnado de la asignatura Educación Física y Deporte en el Medio Natural unas clases prácticas que complementen la teoría que han dado en el aula. Su compañero de materia, Óscar León, también coordinador de los contenidos de Educación Física en la Facultad de Lenguas y Educación, cree que las actividades inclusivas pueden lograr que los estudiantes “empaticen en un necesario compromiso social”. Además, el futuro laboral de los universitarios también puede transcurrir por esos derroteros, “se puede dedicar, desde el punto de vista del turismo, a implementar caminos accesibles”. Al final, todo consiste en dejar una huella visible para que otros puedan inspirarse en su propia ruta vital.

Texto: Javier Picos. Fotos: Javier Montero y J.P.

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