El busto y el pellejo dialogan en la arquitectura propuesta por el estudio Langarita-Navarro

Lo duro y lo blando, “el busto y el pellejo”: los dos puntos de vista de la arquitectura. Esta antítesis, que en la mayoría de las veces convive en el mismo lugar, habita en las mentes de María Langarita y Víctor Navarro desde que fundaron su estudio hace casi veinte años al terminar la carrera. Sobre este planteamiento y su ejecución de “pellejos” diserta Navarro en una de las sesiones a los que nos tiene acostumbrados Fernando Moral, el director del Departamento de Arquitectura de la Universidad Nebrija, esta vez acompañado del profesor Miguel Guzmán.

Dentro de su “obsesión por las cosas que están fuera de lugar, que no tienen sentido, pero que se convierten en espacios evocadores y estimulantes”, el estudio Langarita-Navarro promulga, en palabras de Víctor Navarro, una arquitectura “alejada de los catálogos y de la inmutabilidad”. Su obra “revolucionaria” ha recibido diversos premios nacionales e internacionales, como la Mención Premio de Arquitectura Contemporánea de la Unión Europea-Premio Mies van der Rohe (2013), el Premio ar+d Award for Emerging Architecture (2012), el Premio de la Bienal Española de Arquitectura y Urbanismo (2013), el Premio COAM (2013 y 2022) y el Premio COAM +10 (2023).

Dentro de una postura arquitectónica que va “más allá de la fachada”, Navarro explica a los alumnos esa distinción entre el busto y el pellejo. Mientras el primero puede asociarse a un rostro esculpido de un emperador del Imperio Romano “sólido, mineral, pétreo, que no se deforma”, el segundo corresponde a “lo orgánico, lo que se pudre, lo que necesita del cariño para viajar en el tiempo”.

Una serrería y una nave musical

Para ilustra su tesis expone varios ejemplos como la intervención en la antigua serrería de Los Belgas, en el espacio que se denominó MediaLab-Prado, un concurso que el estudio ganó en 2006. A la estructura de hormigón, una de las primeras de la historia de la ciudad de Madrid -“un busto de libro”-, los dos arquitectos le añadieron “unos pellejos con la lógica de lo blando” como textiles o una madera de contrachapado. Langarita y Navarro llamaron a estas claves La Cosa, que en un “combate dialéctico”, convivía con la Serrería.

La Nave 15 del Matadero fue otro de los retos de convivencia entre bustos y pellejos. En 2011 acometieron un proyecto en tiempo récord de la Red Bull Music Academy. “Planteamos una ciudad que complementara los estudios de grabación y las salas de ensayo con un jardín que generara afinidades entre los músicos”, expone Víctor Navarro.

En este caso, los pellejos correspondieron a sacos de arena para generar espesores y contribuir a la arquitectura circular, y a pabellones sin cimentar comunicados con el exterior y con retales de toldos en sus techos.

El Olimpo Nómada

La tercera intervención del estudio Langarita-Navarro que trae a colación Víctor Navarro en su charla con los estudiantes consiste en una zona entre bastidores –backstage– para un festival de música itinerante en Portimao (Portugal). Los pellejos para esta trasera destinada a las bandas se materializaron en un cubo de tres plantas para los cabezas de cartel y una especie de burbujas hinchables para el resto de músicos. Los arquitectos con este proyecto al que bautizaron como el Olimpo Nómada cumplieron con las exigencias del festival celebrado en la playa.

Lo duro y lo blando, “el busto y el pellejo”; en definitiva, las dos formas de intervenir en el mundo, siguen hablando, después de la conferencia de Navarro, en las mentes de los futuros arquitectos. De ese diálogo y del azaroso futuro seguro que saldrán interesantes y creativos espacios de los que han escuchado al arquitecto desde sus pupitres.

Texto: Javier Picos. Fotos: Zaida del Río

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