Adonay Bermúdez

“Creo que el conocimiento se construye en la duda compartida más que en la certeza impuesta”

El Máster en Mercado de Arte y Gestión de Empresas Relacionadas de la Universidad Nebrija, dirigido por José Luis Guijarro, ha anunciado el nombre del comisario residente en la Comunidad de Madrid que llevará a cabo el acompañamiento curatorial de la exposición del máster en este curso. Adonay Bermúdez (Lanzarote,1985), con una amplia trayectoria en el sector, supervisará la organización y el comisariado de la muestra anual en estrecha colaboración con los alumnos del máster.

Por delante, les espera una intensa y apasionante labor que culminará en junio de 2026 con la designación del X Premio de Adquisición Nebrija en Reconocimiento a la Creación Artística que contribuye a dinamizar el sector cultural contemporáneo.

Con un discurso “disidente” y crítico con un poder que adormece a la sociedad, Adonay Bermúdez afronta cuestiones relacionadas con el compromiso social y la política como el poscolonialismo, la crisis del territorio, las consecuencias del turismo o los flujos migratorios.

El comisario y crítico de arte independiente seleccionado por la Universidad Nebrija ha comisariado exposiciones para MUDAS (Portugal), Museo Nacional de Costa Rica, Centro de Cultura Contemporánea Condeduque (Madrid), CAAM (Gran Canaria), Artpace San Antonio (EEUU), Centro de Arte Contemporáneo de Quito (Ecuador), Instituto Cervantes de Roma, TEA Tenerife Espacio de las Artes, Museo de Arte y Diseño Contemporáneo de Costa Rica, CCCC (Valencia), X Biennale di Soncino (Italia), Museo Barjola (Asturias) o ExTeresa Arte Actual (México), entre otras instituciones.

Asimismo, ha sido director del Festival Internacional de Videoarte “Entre islas” (2014-2017), miembro del comité asesor de Over The Real International Videoart Festival (Italia, 2016-2018), comisario en 2018 de Contemporary Art Month de San Antonio (EE.UU.), comisario de INJUVE 2022 (Gobierno de España) y director artístico de la XI Bienal de Arte de Lanzarote 2022/2023. Conferenciante habitual en diferentes universidades y museos de Iberoamérica, actualmente es crítico de arte para ABC Cultural y Revista Segno.

Pregunta: ¿Cómo plantea el acompañamiento curatorial con los alumnos del Máster, de qué manera piensa derribar las barreras entre ellos y usted?

Respuesta: Me planteo el acompañamiento como un proceso horizontal, más cercano a una conversación que a una lección. Creo que el conocimiento se construye en común, en la fricción entre perspectivas, en la duda compartida más que en la certeza impuesta. Por eso, me interesa crear un espacio de confianza donde podamos hablar con franqueza y sin pretensiones, sin la distancia que a veces impone la figura del comisario. No se trata de enseñar un método cerrado, sino de acompañar la mirada, de pensar juntos qué significa hoy comisariar una exposición, cómo se articula un discurso sensible y crítico desde el arte contemporáneo. Derribar las barreras implica reconocer que todos —tanto ellos/as como yo— estamos expuestos al mismo desconcierto frente al presente, y que esa vulnerabilidad es también un lugar de potencia.

P: ¿Qué rasgos personales y sociales quiere imprimir en esa relación que culmina en la exposición del X Premio de Adquisición Nebrija en Reconocimiento a la Creación Artística?

R: Me gustaría que esa relación con los alumnos se base en un sentimiento colectivo, en la convicción de que el comisariado no es una práctica individualista, sino una forma de pensamiento y de acción compartida. El proceso de la exposición puede ser un laboratorio para ensayar ese modo de trabajar juntos: aprender a confiar, a escuchar, a sostener las ideas de los demás sin perder las propias.

Quisiera que los estudiantes vivan la experiencia no como una carrera por destacar, sino como una construcción coral en la que cada gesto tiene sentido dentro de un entramado común. Que descubran que el comisariado, más que un campo de competencia, es un espacio de cuidado: cuidar las obras, cuidar los discursos y, sobre todo, cuidar las relaciones. Si algo me gustaría que permanezca con el tiempo, es la sensación de haber formado parte de una comunidad que se apoya mutuamente. Que dentro de unos años sigan siendo compañeros, se reconozcan en los proyectos de los demás y mantengan viva esa ética de colaboración que, en el fondo, es la que da sentido al arte contemporáneo.

P: ¿Cómo cree que deben trabajar los artistas que forman parte de una muestra y el comisario de la misma?, ¿qué puentes deben tender para que esa comunicación llegue al visitante?

R: Creo que la relación entre artistas y comisario debe basarse en respeto, cariño y profesionalidad. La exposición es un territorio común, un espacio donde las ideas se encuentran y dialogan, no un escaparate individual. Me interesa que ambas partes trabajen de manera cercana, reconociendo el valor de la colaboración directa y del intercambio constante. Los puentes hacia el visitante surgen de esa relación honesta: cuando el discurso curatorial y las obras encuentran un ritmo común, claro y coherente.

P: Usted define dos ejes en su labor: la democratización del arte y la coherencia, ¿puede explicar con detalle estos pilares?

R: Para mí, la democratización del arte implica abrir espacios de acceso y participación, acercar las prácticas contemporáneas a públicos diversos y reconocer la riqueza de cada contexto. Siempre he intentado escuchar las realidades sociales y culturales de los lugares donde trabajo, adaptando los proyectos a sus intereses y lenguajes. Siempre he defendido que el arte tiene sentido cuando genera vínculos, cuando dialoga con su entorno y no se encierra en sí mismo. La coherencia, por su parte, tiene que ver con mantener una integridad entre lo que hago y lo que pienso: ser fiel a mi manera de mirar, a mi historia y a los valores que me sostienen. Ambos ejes se entrelazan en una práctica comprometida y consciente.

P: En su recorrido profesional también hay disidencia, ironía, confrontación y compromiso social y político; ¿qué pretende con ese catálogo de intenciones en la conversación con el público?

R: Esa disidencia, ironía y confrontación nacen de una necesidad de coherencia con mi propio contexto y mi forma de entender el arte. Ser de Lanzarote ha marcado profundamente mi mirada: trabajar desde una isla implica enfrentarse a tensiones constantes entre paisaje, identidad y sostenibilidad. Además, hay que tener en cuenta que crecí con la herencia y el activismo de César Manrique y los textos críticos de Leandro Perdomo. Por eso, temas como los flujos migratorios, la crisis del territorio o las consecuencias del turismo aparecen de manera natural en mis proyectos. No se trata de imponer un discurso, sino de abrir preguntas, de invitar al público a pensar y a posicionarse.

P: Esto es lo verdadero, la exposición que comisaria hasta el 5 de abril en el Museo Extremeño e Iberoamericano de Arte Contemporáneo (MEIAC) y que el año pasado estuvo expuesta en el Centro Cultural de España en México, reúne a artistas contemporáneos en un diálogo que parte de Francisco de Goya, ¿cómo actualiza el mensaje de los Desastres de la guerra en estas obras de hoy?

R: Goya me ha servido como punto de partida para hablar del presente, para recordar que los desastres que él retrató no son solo del pasado, sino que siguen repitiéndose bajo nuevas formas. La exposición propone una lectura contemporánea de esos ciclos de violencia, de las heridas que dejan las guerras, las migraciones y las luchas sociales. Los artistas participantes comparten con Goya una misma posición ética: la de mirar de frente el sufrimiento humano y dar testimonio desde el arte. Más que ilustrar la historia, buscan interpelar al espectador, invitándolo a pensar en su propio papel dentro de estos procesos que aún nos atraviesan.

P: ¿Qué lecciones ha aprendido como comisario que quiera transmitir a sus pupilos del Máster en Mercado del Arte y Gestión de Empresas Relacionadas?

R: Con los años he aprendido que el comisariado no se sostiene solo en la idea o en el resultado, sino en la forma de acompañar los procesos. Por eso, cuando he tenido la posibilidad de ser docente, he intentado transmitir a los alumnos la importancia de la paciencia, del afecto y del compañerismo como pilares del trabajo curatorial. No todo sale como uno imagina, y ahí radica también la riqueza del proceso: en saber adaptarse, escuchar y mantener el entusiasmo. He comprendido que los tiempos del arte no siempre coinciden con los nuestros, y que el comisario es solo un eslabón dentro de una cadena más amplia que afecta a la exposición. Trabajar sin jerarquías, desde el respeto y la colaboración, permite que las ideas crezcan de manera más libre y honesta.

P: ¿Qué proyectos posibles e imposibles le encantaría acometer en el futuro?

R: Más que imaginar proyectos concretos, pienso en artistas con los que me gustaría trabajar o reencontrarme. No me interesa tanto la escala o la visibilidad, me atrae más la calidad humana y profesional de los equipos, la coherencia del proceso y el respeto hacia quienes lo hacen posible. Sueño con proyectos que se desarrollen en condiciones laborales justas, con presupuestos dignos y con un compromiso real hacia el arte y las personas que lo sostienen.

Javier Picos / Fotos: David GP

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