José Antonio Hinojosa

Un paseo científico de palabras por el amor romántico y otras cuitas similares

“Siento no daros una definición escandalosa e impactante del amor, comparto la que propone la psicología, que define el amor como el establecimiento de vínculos con otra persona que nos hacen sentirnos bien”. Las palabras de José Antonio Hinojosa, profesor de la Facultad de Psicología y miembro del Instituto de Investigación Pluridisciplinar de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), donde coordina el Affective Neurolinguistics and Cognition Group (AFNECO), calmaron los ánimos de los alumnos que esperaban, ansiosos, fórmulas mágicas que poner en práctica en sus andanzas y cuitas universitarias. El docente, al contrario, les insufló conocimiento de cómo los psicólogos han analizado el tema del amor a lo largo de estudios y experimentos. Razones para el corazón.

Con esta ponencia, titulada Love is in the air: la perspectiva psicológica del amor y organizada por la Facultad de Lenguas y Educación en el Campus de Madrid-Arturo Soria, la Universidad Nebrija clausuró su implicación en la Semana de la Ciencia y la Innovación de la Comunidad de Madrid, desplegada en 14 actividades.

“El amor siempre aparece en los primeros puestos de nuestras listas de emociones. El amor tiene que ver con los anhelos y los deseos y también con las lágrimas y los malos ratos”, indicó Hinojosa en el inicio de su disertación. Este sentimiento, “tema omnipresente en manifestaciones desde la música y el cine hasta la prensa rosa, ya aparece plasmado desde los orígenes de la literatura. Por ejemplo, Hesíodo, en su Teogonía, “ya comenta que en los orígenes del universo los seres humanos surgen de los escarceos amorosos de los dioses”; desde entonces las pasiones de mortales como Paris con Helena y Ulises con Circe -con Penélope esperando-, escritas por Homero en La Ilíada y La Odisea, no dejaron de crecer en la ficción y en la realidad.

La mirada en las relaciones duraderas

Desde la psicología, relató el investigador de la UCM, los primeros estudios de principios del siglo XX versan sobre el matrimonio, sobre la identificación de predictores de una duración duradera, para más tarde centrarse en el amor romántico.

José Antonio Hinojosa, partiendo de trabajos como los de Feldman -en los que establece cuatro tipos de vínculos: parental, romántico, de amistad y del resto de la especie- o los de Rubin -que propone dos tipos de amor: el romántico (atracción física, exclusividad, compartir emociones y experiencias) y el cariño (confianza, respeto y objetivos comunes), y una escala para medirlos- recorrió parte de lo dispuesto por los psicólogos del amor en los siglos XX y XXI.

A mediados de los 70, Lee desarrolla la teoría de la Rueda de colores del amor donde precisa tres tipos de amor primario -Eros (“belleza”), Ludus (“el más canallesco, la conquista”) y Storge (“amistad, respeto, cariño que se va asentando con el tiempo)- y tres tipos de amor secundario: Pragma (“intereses comunes”), Mania (“celos, pertenencia”), y Agape (“componente altruista”).

Estos estudios, y otros como el de Hendrick y Hendrick, que propone una escala de actitud hacia el amor, “son ya antiguos y sería interesante revisarlos”. No obstante, la teoría triangular del amor de Sternberg tiene ya casi cincuenta años y “sigue siendo el enfoque predominante en la psicología del amor”. Esta propuesta indaga en la presencia, en todos sus grados, o ausencia de uno o varios componentes del amor (la pasión, la intimidad y el compromiso). Si estamos ante “un amor sociable”, predomina la intimidad y el compromiso, pero desaparece la pasión; en el amor romántico el compromiso estaría ausente, pero la pasión estaría ahí. Sternberg también ideó una escala para medir nuestras satisfacciones con frases del estilo “cómo siento que realmente comprendo a mi pareja”, “tan solo con mirar a mi pareja me siento excitado” o “mi pareja puede contar conmigo cuando lo necesite”. Según Hinojosa, esta teoría “permite analizar el componente temporal de las relaciones” y muestra que en torno a los dos años la intimidad y la pasión empiezan a perder terreno frente al compromiso; de hecho, “entre los dos y cuatro años de una relación se producen muchas rupturas”.

Preocupación por el bienestar de los demás

El profesor de la UCM habló también de otra teoría más reciente, la de Rempel y Burris, donde el amor siempre tiene un objeto, donde los componentes afectivos son “relevantes”. Ambos definen el amor como “la preocupación que sentimos por el bienestar de los demás” y establecen también otra tipología del amor: erótico, dependiente, enriquecedor, de compromiso, de respeto…

Después de aclarar que el amor es una experiencia universal -147 sociedades de 166 de un estudio así lo creen-, José Antonio Hinojosa, investigador afiliado al Centro de Investigación Nebrija en Cognición (CINC), señaló que los psicólogos se han fijado a raíz de sus trabajos en cómo mostramos que estamos enamorados, en cómo damos información de nuestro estado en actitudes corporales y manifestaciones concretas, en nuestra prosodia (“cuando estamos en las primeras fases la voz cantarina es un rasgo muy marcado”), en las expresiones faciales, en el mantenimiento de la mirada o en las sonrisas.

En cuanto a la elección de pareja, “no hay una solución definitiva”: o buscamos personas complementarias o iguales. Las teorías de las necesidades complementarias (Winch), la de la similitud (Byrne) o la del intercambio social de Thibaut y Kelley indagan en esta disyuntiva. La escala de atención de pareja de Romero, por su parte, maneja diversos parámetros en esa búsqueda del amor. Algunos estudios basados en esta medida constatan que “los hombres valoran el atractivo físico de su pareja y las mujeres valoran más la personalidad”.

Lo que está claro es que cuando hay vínculos emocionales se activan una serie de regiones cerebrales implicadas en la liberación de hormonas. Entran en juego entonces dos neurotransmisores, la oxitocina y vasopresina. Mientras en el primero, la hormona del amor, sus picos de liberación disminuyen en torno a los dos años, el segundo parece estar vinculado más al compromiso. Sobre ambas, Hinojosa detalló más estudios y experimentos actuales, aunque quiso terminar con versos de poemas como El testigo, de Idea Vilariño: “Alcanza con que estés /en el mundo/ con que sepas que estoy/ en el mundo”. Al fin y al cabo, el amor nos desborda por las ciencias y por las letras.

Tu investigación en tres minutos

Después de la conferencia, el jurado del concurso Tu investigación en 3 minutos, organizado por la Escuela de Doctorado y la Facultad de Lenguas y Educación de la Universidad Nebrija, otorgó el primer premio a Fernanda Weinstein, por su estudio Malos hombres y malas mujeres, y concedió dos segundos premios a Rebeca Finger-Bou, por Los efectos de la atención, la edad y el realzado textual en la adquisición de vocabulario mediante el input multimoda, y a Clara Planchuelo, por ¿Quién quieres ser? Efectos de la emoción en la asociación de palabras en el léxico mental.

El certamen, enmarcado en la Semana de la Ciencia y la Innovación de la Comunidad de Madrid, cumplió con la finalidad de promover la difusión y la divulgación de los trabajos desarrollados por jóvenes investigadores dentro de las áreas de las ciencias cognitivas, lenguas o educación. Los dieciséis autores de estudios de doctorado, Trabajos de Fin de Máster (TFM) o tesis doctorales aceptaron el reto de explicar la importancia de su trabajo de investigación a un público no especializado en un lenguaje divulgativo, respetando las limitaciones de espacio y tiempo de la convocatoria. El concurso se celebró en dos fases en el Campus de Madrid-Arturo Soria. Claudia Poch, investigadora del Grupo CEDI (Cognición, Educación y Diferencias Individuales), presentó a sus jóvenes colegas en una iniciativa que congregó a numeroso público.

El resto de finalistas y trabajos de la edición de 2023 fueron los siguientes: María Teresa Zarza, por La enseñanza de la lengua oral en contextos educativos multilingües en México; Jorge San Segundo, por Ondas cerebrales durante el procesamiento del conflicto perceptivo; Marina Serrano, por El apego de la violencia; Marta Sánchez, El experimentante interesa a la lingüista; Francisco Rocabado, por Midiendo Superpoderes: la Realidad Virtual como Ventana a la Mente; y Victoria Cano, por ¿Cómo envejece nuestro cerebro? Una máquina predictiva de pérdidas y ganancias.

Texto: Javier Picos. Fotos: Zaida del Río.