relaciones telemáticas

Cómo crear conexiones de afecto y valor a través de las relaciones telemáticas

“Haz que las pantallas que te separan del mundo se conviertan en las ventanas que te conectan con él”. En la introducción de Colabora y conecta cuando las pantallas te separan. 23 microhábitos para asegurar calor y resultados en todas tus interacciones digitales, Virginia Cabrera, profesora de la Universidad Nebrija e ingeniera de telecomunicaciones, deja muy claro lo que pretende con su segundo libro. Nada más y nada menos que crear conexiones de afecto y valor a través de las relaciones telemáticas.

Sin duda, el panorama laboral emergente es un modelo híbrido, con equipos distribuidos en diferentes espacios y tiempos. Una realidad que tarde o temprano iba a llegar. La pandemia no ha hecho más que acelerar el proceso. Las ventajas de este modelo son muchas y las conocemos; quizá los retos sean más desconocidos. Consciente de que el medio digital no es igual que el cara a cara. Y nunca lo será. Lo que Virginia Cabrera pretende con este trabajo es establecer un código de buenas maneras digitales con el que seamos capaces de humanizar las relaciones telemáticas.

“Echaba en falta un manual de buenas maneras digitales que me ayudara a sustituir una mirada o una sonrisa cálida al iniciar una reunión. Crear conexiones de afecto y valor mediante relaciones telemáticas es sin duda nuestra gran ventaja competitiva en la era digital o un lastre, si no somos capaces de aprenderlo”, relató.

Rocío del Cerro, profesora con la que comparte la asignatura transversal Marca Personal y Empatía Digital del Instituto Nebrija de Competencias Profesionales para los alumnos de grado de la Universidad, fue la encargada de moderar la presentación del libro. “La verdad es que es uno de esos libros que engañan. Es de aquellos que parecen facilones, que te los lees en la siesta, pero te hace pensar sobre tus relaciones telemáticas. Yo me lo tuve que leer dos veces”, confesó Del Cerro.

Un libro con historias reales

Escrito al más puro estilo americano, Colabora y conecta cuando las pantallas te separan se alimenta de historias reales con las que la autora desvela las claves necesarias para ser más empático en el medio digital y cuál es el lenguaje no verbal que humaniza las relaciones telemáticas. “Todas son verdad. Cuando me decidí a escribirlo pensé en personas. Quería hacer un homenaje a todos aquellos de los que he aprendido algo, ya sean buenas maneras o casos que no deberíamos repetir”, subrayó Cabrera.

Parte del temario de la asignatura transversal Marca Personal y Empatía Digital se fundamente en este volumen que Del Cerro recomienda como lectura necesaria. “Es un libro divertido, muy útil para regalarse y para regalar. Incluso como indirecta”, bromeó.

A lo que Virginia contestó: “Es que puedes elegir donde estás, pero lo que no vas a elegir nunca es donde está la otra persona. No te queda otra que ser cálido en el universo digital y cuidar tus relaciones telemáticas”.

Dividido en tres partes, absolutamente diferenciadas, el libro termina con una invitación al cambio y a la acción. En la primera parte, la autora señala las diez capacidades que ella considera que todo el mundo debería manejar con soltura en el universo de las relaciones digitales y remotas. Entre todas, destaca la empatía digital y el asertividad a través de una pantalla.

La segunda parte, la que da nombre al subtítulo del libro, detalla los 23 microhábitos necesarios para el cambio. Este es el verdadero núcleo de la historia. Como la lista resultaría interminable, Rocío de Cerro solicitó a su compañera que los resumiera en cinco. “Lo voy a dejar en tres, si no me voy a alargar demasiado”, espetó. “Para mejorar las relaciones telemáticas es importante saber trabajar asíncronamente, manejar los documentos compartidos para no chupar tanto tiempo de los demás. Esta habilidad puede hacer que un profesional destaque sobre los demás”, recalcó.

También le parece fundamental incorporar emociones personales. “Lo que yo llamo contarnos. Porque cuando no te rozas con la gente, es tu responsabilidad que otros sepan qué joyas guardas debajo de la mesa”. Algo que ya dijo en su día Erasmo de Róterdam, “el talento escondido no produce reputación”. Por orden de importancia, el tercer microhábito es “crear comunidad, entender que tú no ganas si los demás no ganan. Saber que juntos siempre llegaremos más lejos”.

Sentido común, en las relaciones telemáticas

Negro sobre blanco estos consejos parecen simplemente producto del sentido común, pero como recordó Cabrera, “el sentido común es el menos común de los sentidos y en este mundo digital cada vez lo tenemos menos desarrollado”.

Sostiene la autora de Disfruta teletrabajando que también debemos tener muy claro en nuestras relaciones telemáticas para qué sirve cada canal. “Cada uno tiene sus particularidades para la comunicación. Por ejemplo, no que no podemos bombardear a nuestro interlocutor con mensajes de voz eternos. Cuando se trata de algo urgente es mucho mejor escribir un mail, largo y estructurado, antes que grabar mensajes de voz”.

Hay canales más invasivos que otros. El teléfono es uno de ellos, de manera que “no debemos llamar a nadie sin preguntar si le viene bien hablar”, añadió.

El tratamiento de cada uno de estos 23 microhábitos ocupa de tres a cinco páginas en el libro, siempre reforzado por una de esas historias reales a las que se refería Del Cerro en la introducción.

Tras las conclusiones pertinentes, la autora invita al lector a poner en práctica lo aprendido. En la presentación, tres alumnos del departamento de la Escuela de Ingeniería confesaron qué han aprendido con esta asignatura basada, en parte, en este manual. Juan Doménech Patón y Diego Muñoz Robledo, estudiantes del Grado de Ingeniería Informática, y Natalia González Domínguez, estudiante del Grado en Ingeniería en Diseño Industrial y Desarrollo del Producto, coincidieron en recalcar que gracias a la asignatura transversal han profundizado en el arte de la comunicación y han cultivado la manera de venderse mejor en el universo telemático. Una paradoja siendo ellos tres jóvenes nativos digitales.

Al final, todo es cuestión de comunicación. Saber expresarse bien no es más que pensar bien y colocar las ideas en orden.

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