El tiempo se recupera, o al menos se recuerda, en el Nebrija Alumni Day. Las promociones de 1999 y 2014 lo comprueban en primera persona veinticinco años y una década después de graduarse, respectivamente. Las miradas al cielo de Madrid desde la azotea del edificio de Gran Vía 43 están cargadas de deseos por mantener el contacto entre antiguos compañeros de pupitre. La noche en calma, la Universidad bulle.
El equipo de Nebrija Alumni, apoyado por otros departamentos, dispone, acomoda y sonríe a las casi doscientas personas que por un momento olvidan las cuestiones oficiales y académicas para relajarse en las alturas. De Nebrija al cielo de Madrid, el lema escogido para el Nebrija Alumni Day 2024, no deja lugar a dudas. La imposición de becas, en el edificio diseñado por el arquitecto Luis Gutiérrez Soto a principios de los años cuarenta, cuaja en un ambiente festivo y relajado.
Testimonio del siglo pasado
Alberto Olivas Avello, egresado de Administración y Dirección de Empresas y presidente de la Promoción de 1999, perfila su discurso enlazando el siglo XX con el XXI: “Algunas cosas no han cambiado mucho. En aquellos tiempos de finales del siglo pasado la prioridad de Nebrija era, al igual que ahora, contar con los mejores profesores en las mejores instalaciones y con programas que integraban rigor académico con un enfoque práctico”.
Sin perder de vista el “más difícil todavía: transformar estudiantes en personas”, Olivas agradece a la Universidad la formación recibida. “Ahora que aquellos que fuimos estudiantes nos acercamos a los cincuenta años de vida podemos decir que hemos superado muchos retos en nuestra vida profesional, principalmente señalaría dos: la digitalización y una crisis económica detrás de otra”.
Su generación, así lo rememora, tuvo su primer móvil con casi veinte años, descubrió el correo electrónico en la Universidad y abrazó internet cuando su uso aún era minoritario en la población española. La capacidad de adaptación es otro de los rasgos que marcan, a su juicio, el carácter de su promoción. La veteranía de Alberto Olivas le lleva a dedicar un último mensaje a los más jóvenes nebrijillos: “Allí donde uno va, la Universidad Nebrija y, sobre todo, los valores que nos ha inculcado, os acompañarán el resto de vuestras vidas”.
Oda al fútbol femenino
El sentido de pertenencia a la familia Nebrija también marca las palabras de Melissa Sánchez Sánchez, graduada en Fundamentos de la Arquitectura en 2014. “Durante nuestros años de universidad compartimos risas, lágrimas, éxitos y desafíos. Disfrutamos de algunos de los viajes nuestras vidas, como aquel de Estados Unidos en nuestro segundo año… toda la Politécnica sufrió la gota gorda para aprobar cálculo con nuestra querida Garbayo. Nos superamos a nosotras mismas y las chicas del fútbol de Nebrija ganamos la liga de futbol por primera vez en la historia formando un gran equipo, pero una mejor familia. Sé que todos nosotros durante aquellos años formamos vínculos que trascendieron a las aulas y que perdurarán por muchos años”.
Además de conocimiento y guías “imprescindibles” de profesores y amigos, Melissa Sánchez se muestra orgullosa de pertenecer a una generación que vivió experiencias “que nos moldearon como personas, que nos hicieron superar obstáculos y que nos hicieron creer juntos”. Diez años después “podemos decir que llevamos con nosotros el orgullo de pertenecer a Nebrija y la certeza de que siempre tendremos un lugar al que llamar hogar”.
“Tantos rostros conocidos”
Los profesores están representados en la ceremonia en el antiguo Hotel Rex por Adela Alija, directora del Departamento de Relaciones Internacionales. A la alegría de ver “tantos rostros conocidos”, la docente une la satisfacción de los logros individuales de los alumni y el vínculo “duradero” con Nebrija, “vuestra alma mater”.
“Ya sois colegas, ya sois señores y señoras, pero os recordamos en los pupitres… algunos tenéis carreras profesionales muy consolidadas, otros estáis empezando un camino profesional; algunos estáis pensando en cambiarlo. Realmente es un orgullo pensar que hemos contribuido en algo, que realmente nuestro trabajo como profesores tiene un impacto real. Sin vosotros no podríamos disfrutar de nuestra profesión. Me gusta pensar que os hemos transmitido amor por el conocimiento, que os hemos transmitido entusiasmo, que hemos impulsado ideas, inquietudes, afán de superación…”, reseña.
De sus palabras se desprende la “sólida” formación y los valores de los egresados que tejen “una red formidable” de profesionales y amigos. “La Universidad no es solo un lugar donde se imparten conocimientos, sino un espacio donde se forjan amistades, parejas (conocemos más de una), se descubren pasiones y se construyen sueños. Cada aula, cada pasillo, cada rincón de Nebrija tiene una historia que contar (en Pirineos, Berzosa, Princesa)”, evoca.
Adela Alija anima a participar en todas las actividades de la pléyade de Nebrija Alumni. Por este motivo propone un brindis “por los viejos tiempos y por los nuevos comienzos” porque al fin y al cabo “somos una comunidad que, sin importar dónde estemos o qué estemos haciendo, siempre llevaremos dentro un pedazo de la Universidad”.
Más de 40 000 antiguos alumnos
Aldara Pereira, directora de Estudiantes de Nebrija, presenta el acto y lleva el hilo conductor. Sonríe. Ya son más de 40 000 antiguos alumnos los que forman parte de esta red en la que pueden seguir formándose, desarrollar su perfil profesional y contribuir a proyectos de la universidad. “Esta relación entre universidad, alumni y empresa es fundamental para trabajar juntos en un objetivo común de desarrollo y progreso de la sociedad”, confiesa entre bambalinas.
“Aquellos años locos e intensos de universidad” marcan para toda la vida. Aldara Pereira lo comprueba al escuchar historias y ver cómo evolucionan los exalumnos en sus carreras y en sus vidas. “¡Este año ha venido un alumni con su mujer, que acaba de salir de cuentas! Una nueva nebrijilla que en dieciocho años esperamos tener en nuestras aulas”, confiesa.
“El esfuerzo adicional de la pasión”
Manuel Villa-Cellino, presidente del Consejo Rector de la Universidad y de la Fundación Nebrija, evita la solemnidad oficial de un acto académico para acercarse a los sentimientos de los egresados: “Nos encanta veros por aquí, recordaros y charlar de vuestra experiencia universitaria”.
Los anima a seguir cultivando la pasión por saber y emprender, uno de los lemas de Nebrija. La pasión, de acuerdo con Villa-Celino, es “ese esfuerzo adicional para ser el mejor y para replicar valores como el alto rendimiento, la generosidad y el compromiso”. Además, el presidente del Consejo Rector de la Universidad los invita a volver a “vuestra casa” y redescubrir los campus de Nebrija.
Presumir unos de otros
Antes de dejar que los nebrijillos se sumerjan en corrillos en un intercambio de anécdotas universitarias, el rector, José Muñiz, toma la palabra: “No queremos ser una mera universidad expendedora de títulos, sino que deseamos hacer familia, ampliar amistades y mejorar la sociedad”. Con principios como “el alma con excelencia”, la internacionalidad, la importancia de “ser buenas personas” y la confianza en el futuro, “deseamos presumir de vosotros como vosotros presumís de Nebrija”.
Un dron sobrevuela la azotea de la Gran Vía para grabar un vídeo que inmortalice la velada. Todos saludan a un futuro que no les impide recrearse en el pasado ni vivir intensamente el presente con aperitivos, bebida y buena compañía.
Texto: Javier Picos. Fotos: Zaida del Río.
Vídeo: Alfonso Ruiz Rider y Oliver Heras.
Dron: Easy Drones.