Dra. Mercedes Herrero de la Fuente, Nebrija_Innomedia

En los últimos años asistimos a una explosión de series de ficción en las que el argumento gira en torno a un personaje femenino. Se trata de mujeres con una vida profesional interesante, que toman sus propias decisiones y no se limitan a los papeles que tradicionalmente les adjudica la sociedad. Dentro de este conjunto de producciones destaca Mildred Pierce (HBO, 2011), basada en la novela homónima de James M. Cain (1941), cuya popularidad dio lugar cuatro años después a la película Alma en suplicio. Su historia se sitúa en EE.UU. en los años treinta y presenta a una ama de casa que decide divorciarse por una infidelidad y asumir la responsabilidad de sostener económicamente a su familia.

Partiendo de esta situación desfavorable, inicia un proceso de superación personal que le lleva a montar con éxito su propio negocio y a plantear sus relaciones con los hombres al margen del matrimonio. El interés de este personaje se mantiene en la actualidad, siete décadas después de publicarse la novela, y su complejidad nos lleva a formularnos tres grandes preguntas:  

– ¿En qué medida se ajusta el comportamiento de la protagonista a los cánones predeterminados para la mujer en la época, acotados al ámbito doméstico? 

– ¿Se ven afectadas las características que definen a Mildred Pierce por el momento en que se realizan cada una de las tres obras mencionadas, al evolucionar en el tiempo los roles femeninos? 

– ¿Cómo discurre el arco de transformación del personaje y en qué grado se cuestionan los conceptos de identidad, género y hogar? 

Para responder a ello, abordamos a través de la novela, el largometraje y la miniserie un análisis de Mildred Pierce que recoge sus dimensiones física, psicológica y social. De esta forma ahondamos en aspectos como edad, fisonomía, forma de vestir, motivaciones, toma de decisiones, desarrollo profesional, vida privada y pasado. 

Así, en la dimensión física, encontramos una mujer joven y atractiva, con una elegancia natural. Su lado más sofisticado es explotado especialmente en el largometraje, centrado en sus años de prosperidad más que en los momentos iniciales, cuando buscaba desesperada empleo. 

En el plano psicológico se nos presenta a alguien con capacidad de trabajo y dotada para el emprendimiento. Toma las riendas ante las situaciones y no se resigna a asumir el papel de tonta para encajar en las expectativas de los hombres. Disfraza con cierta soberbia sus inseguridades, causadas por haber nacido en una familia humilde y no contar con preparación académica. La película incide en su lado frío y calculador, revestido en ocasiones de cierta maldad, rasgo común atribuido en las producciones cinematográficas tras la Segunda Guerra Mundial a los personajes femeninos que se rebelan. 

En la dimensión social, Mildred Pierce se desarrolla en el ámbito laboral como empresaria, demostrando visión para los negocios. Tanto la novela como la miniserie se detienen bastante en esta faceta. Fuera de su trabajo, en su vida familiar, es una madre cariñosa y obsesionada por proporcionar a sus hijas todo lo que necesitan. Especialmente a Veda, que desde niña explota de forma manipuladora dicha preocupación para obtener todo tipo de caprichos. Esta debilidad se recoge en todos los formatos, siendo la serie la que, al disponer de una mayor extensión, lo explica con mayor complejidad.  

En su relación con los hombres, escapa de los cánones tradicionales y se convierte en amante de un apuesto burgués. La novela y la miniserie se extienden más en cómo vive su sexualidad. Determinados elementos relativos a esta faceta son eliminados en la película, que no incluye escenas de contenido sexual. Este barniz puritano se explica por la época en que se estrena el largometraje, pero llama la atención que la obra literaria, publicada cuatro años antes, aborde estos contenidos con más libertad. 

Uno de los aspectos más relevantes del personaje es su evolución a lo largo de la historia y su capacidad para afrontar las dificultades. Su crecimiento profesional y personal podría expresarse en una serie de binomios, como sigue: de ama de casa a empresaria; de esposa complaciente a divorciada por decisión propia; de madre de familia a amante de un burgués venido a menos; de empresaria trabajadora y sensata, a mujer que despilfarra para comprar el cariño de su hija; por último, de su obsesión por conseguir la aprobación de Veda, a la ruptura total con ella.  

Mildred Pierce posee un carácter poliédrico, no sujeto a las convenciones de su época ni en lo personal ni en lo laboral, con grandes cualidades humanas y profesionales, pero también con debilidades y contradicciones. Esta complejidad permite su vigencia hasta nuestros días, en especial por atreverse a cuestionar los conceptos de identidad, género y familia.  

Este post resume el artículo de Rocío Gago Gelado y Mercedes Herrero de la Fuente “Mildred Pierce: de la novela a la miniserie. Un personaje femenino relevante y con vigencia en la actualidad”, publicado en la revista Investigaciones Feministas (vol. 12, núm. 1, 2021). DOI: https://doi.org/10.5209/infe.69156