Presencial, semipresencial y online, océanos azules

La formación semipresencial y online llegó definitivamente hace más de una década, y ha llegado para quedarse. Pocos dudan del paulatino crecimiento de estas nuevas modalidades de estudio, y año a año van impregnando nuevos niveles de la educación. Nos hemos acostumbrado a la formación online universitaria, pero de igual manera, se ha implantado en las empresas y en los ciclos formativos de grado medio y superior, con normalidad.

Más allá de las dificultades que tenemos los pertenecientes a generaciones no nativas digitalmente y que trabajamos en superar las barreras de aprendizaje, los “millennials”  perciben, la formación semipresencial y online como naturales opciones de estudio, que antes no podíamos ni imaginar. Avanzar en las asignaturas cuando puedas y donde quieras, no eran opciones concebibles hace 20 o 25 años, y ahora, se han convertido en las características comunes de la formación.

A menudo se habla de estas nuevas modalidades de estudio como competidoras de la formación presencial y es cierto que, en determinados segmentos formativos, los estudiantes pueden elegir entre las tres modalidades, pero esto no supone una posible canibalización entre la educación presencial y las nuevas vías no presenciales. No estamos ante océanos rojos, que fomentan la rivalidad entre las tres modalidades de estudio, en un mercado estático. Estamos, muy al contrario, ante el mayor crecimiento de la educación y formación, de las últimas décadas, si no siglos, generada por lo semipresencial y lo online.

Muchos de los estudiantes que actualmente cursan en modalidades no presenciales, no valorarían cursarlos, si solo existiera la modalidad presencial. Es decir, que las nuevas modalidades, la semipresencial y la formación online, han generado nuevos mercados, metafóricamente denominados océanos azules, que han hecho crecer el número total de estudiantes, y el público objetivo interesado en formarse. La presencialidad suponía una limitación, que las nuevas modalidades han superado, dando acceso a la formación, a colectivos que ya no valoraban volver a estudiar.

El uso extendido de internet, junto a la colonización de los hogares realizada por los dispositivos informáticos personales como las tablets y los smartphones, han trasladado el campus a nuestro salón o a las salas de espera de los aeropuertos. Pero lo han hecho, no solo para los estudiantes de 18 años, que llegan a la universidad para cursar de lunes a viernes, y que son habituales usuarios del campus virtual universitario, sino que estamos asistiendo a un fenómeno novedoso, consistente en la vuelta a las aulas, virtuales, de profesionales que abandonaron el campus hace décadas.

La formación ya no se clasifica por rangos de edad, y estamos viendo cómo, estudiantes de 40 y 50 años, no solo cursan un máster, sino que son cada vez más asiduos estudiantes de carreras universitarias, que cursan para mejorar su formación, o para completar aquella que no finalizaron cuando vivieron la universidad presencial en su juventud del siglo XX. Padres y madres, que estudian online, a la vez que sus hijos cursan sus estudios universitarios de manera presencial. Es decir, que las nuevas modalidades han atraído nuevos estudiantes, inaccesibles para la formación presencial, han ampliado el mercado formativo, y están colaborando en la mejora social, que supone el incremento de la formación.

 

Fernando Tomé

Decano de la Facultad de Ciencias Sociales