Docencia en línea, toda una experiencia

Autora: Pilar Jiménez Encinas

 

¿Habéis sentido en alguna ocasión la fascinante experiencia de sentir cómo fluye una clase presencial cuando las caras de los alumnos se iluminan porque tienen interés en algún tema, participan y se crea un ambiente de aprendizaje especial?

 

Si os ha ocurrido algo similar, seguro que estaréis de acuerdo en que es una de esas experiencias que no se olvida fácilmente, por muchas razones, como es la complicidad entre alumno-profesor, el fluir de las ideas, el captar lo que realmente es aprender y compartir, etc. etc.

 

Siempre me había preguntado si esta sensación se puede experimentar también en la docencia en línea. Y, precisamente, hace unos días, tuve la suerte de poder comprobarlo al impartir un taller totalmente online sobre citación, gestores de referencias y RefWorks.

El momento previo es impactante: uno se encuentra solo ante un ordenador, el campus virtual, un micrófono, la presentación y una pequeña cámara. Hasta aquí es una sensación paralela a la que se siente al sentarse ante una pizarra en una aula presencial, justo antes de que empiecen a llegar los alumnos. E igual de análogo resulta el instante en el que comienzas a ver cómo los alumnos van entrando virtualmente en la plataforma y se cruzan los saludos a través del chat.

 

La gran diferencia radica en el momento justo en el que empiezas a impartir la clase. En lugar de recurrir a la voz propagada, característica de cualquier espacio o aula amplios, hay que modular el tono y sobre todo pausar el ritmo para facilitar la llegada del mensaje a unos alumnos que están ausentes físicamente.

Al no poder verles las caras, no sabes si ese día tus alumnos están somnolientos o animosos, con ganas de aprender o sencillamente de superar el trámite del día. Para cualquier profesor defensor de la retroalimentación inmediata, la docencia en línea supone un reto al que quizás solo se pueda hacer frente con experiencia y aprovechando la interactividad que te permiten los foros y el chat y, en definitiva, la propia herramienta.

 

En mi caso, al ser esta experiencia una pequeña incursión en la docencia en línea consistente en una sesión única, mantuve a cierta distancia el chat y el foro durante la sesión y me centré en explicar los contenidos con la mayor claridad posible para, al finalizar, dedicarme a las dudas, preguntas y todo tipo de aportaciones de los alumnos, mientras tenía el gran e inestimable apoyo de una persona experta en el manejo del campus virtual.

 

Supongo que será una cuestión de práctica, pero me gustaría saber cómo los profesores avezados son capaces de contestar al chat al mismo tiempo que imparten los contenidos. Sobre todo porque cada mensaje aparece en la bandeja de entrada de forma sucesiva y resulta difícil visualizar, leer y ordenar mientras estás concentrado en la claridad expositiva.

Tal vez resulte más fácil impartir una asignatura durante todo un curso que impartir un taller de forma puntual porque, aunque sea virtualmente, en un curso tienes tiempo de ir conociendo a todos los alumnos —a diferencia de lo que ocurre en los talleres aislados— y, a través de los trabajos, aportaciones y actividades de seguimiento, evaluar su grado de aprendizaje y motivación.

 

En cualquier caso, más allá de los aspectos tecnológicos, que con el tiempo se terminan conociendo y dominando, la gran envergadura de la docencia online radica en hacer palpable la presencia de unos alumnos que solo están de forma virtual. ¿Cómo conseguir visualizar las caras de satisfacción, perplejidad o, tal vez, desgana de unos alumnos a los que no puedes ver durante la clase y una vez esta ha concluido? ¿Bastan los agradecimientos que recibimos y las preguntas y participación activa en los foros y chats?

Quizás sería una buena idea que las plataformas virtuales desarrollaran una opción para que los profesores visualizáramos en pequeñas pantallas a los alumnos asistentes, de la misma manera en que ellos nos pueden ver a nosotros mientras impartimos la clase. Tal vez es aquí donde radicaría el éxito que supone superar la barrera de la pantalla y conseguir un feedback inmediato y plenamente satisfactorio en la docencia no presencial.

 

Pilar Jiménez Encinas

Servicio de Biblioteca

 

P.S.: Post dedicado con cariño a Paloma de Cruz Lezana, sin cuyo inestimable apoyo el taller no hubiera podido tener el éxito que tuvo.

2 COMENTARIOS: “Docencia en línea, toda una experiencia

  1. ¡Me ha encantado tu experiencia Pilar! Esperamos que tu próxima «incursión» en el mundo virtual sea igual de exitosa.

    Saludos!

    1. Muchas gracias, Lorena:
      He de decir que, tras estos años, sí, la experiencia ha cambiado muchísimo y la sigo disfrutando. En estos momentos la formación es sencillamente más híbrida, más natural. Las nuevas opciones de la herramienta son infinitamente mejores y ahora que tenemos la opción de ver las caras a los alumnos y que ellos pueden interactuar de forma bastante más amigable con los demás compañeros online e, incluso, con los que están presenciales en el aula, la distancia se ha reducido muchísimo y nos sentimos mucho más cerca, mucho más híbridos, si se me permite el adjetivo. Es «otro mundo».

      ¡Un abrazo!

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